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    28 de abril de 2024

RAUL HERAS

Es como si “algunos” acabaran de descubrir que en Cataluña se ataca al español como idioma y se intenta de forma directa y sin subterfugios su eliminación de la vida pública. No es el presidente Aragonés el artífice del genocidio lingüístico y cultural, le acompaña y palmea en el hombro toda la izquierda, desde Illa a Colau. Todos ellos creen que por el camino del idioma se alcanza la independencia y van a tener razón. Basta con escuchar al ministro de la Presidencia para ponerse a temblar.

Tenía 56 años cuando publicó “Juntacadáveres”. Era 1964 y el uruguayo Juan Carlos Onneti se convertía junto a Julio Cortazar y Jorge Luís Borges en el adelantado del redescubrimiento del español - hoy llamado castellano por la estulticia de la clase política - que convirtió a García Marquez y a Vargas LLosa en los sucesores de José Echegaray, Jacinto Benavente, Juan Ramón Jimenez y Camilo José Cela en recibir el Premio Nobel de Literatura.

Para gobernar, ya desde aquel junio de 2018, Pedro Sánchez tuvo que aceptar un exceso de ideología por parte de los grupos que le apoyaron y perdió el necesario aporte político que proporciona conocer las limitaciones del poder, algo que si sabían por experiencia propia todos sus antecesores en el cargo, desde Adolfo Suárez a Mariano Rajoy, el primero y el último que fueron desalojados del palacio de La Moncloa por querer saltarse las reglas no escritas de lo que es posible y de lo que no lo es. En otoño puede y debe arreglar ambos si quiere ganar elecciones.

Todos los días la amenaza de un Apocalipsis económico llena las redes sociales y los medios de comunicación. Ya se encargan desde Europa de recordar lo insoportable que es tener deuda, paro, iflación, inmigración… todo ello descontrolado, peor la pregunta es sencilla: ¿podrá España pagar alguna vez todo lo que debe?. La respuesta es aún más sencilla: nunca. Ese es el as en la manga que tienen la vicepresidenta Calviño y la ministra Montero. Toda Europa, todo el mundo está igual. Nosotros, en intereses anuales, ya pagamos más de 40.000 millones.

En su obligado retorno al pasado político del PSOE su Secretario General no tiene más remedio que convocar a los dos refundadores del partido, los que llevaron al PSOE al poder un 28 de octubre de 1982 tras conseguir más de diez millones de votos y 202 escaños, que mantienen en sus actuales vidas las dos almas del socialismo español: la liberal de Felipe González y la socialdemócrata de Alfonso Guerra. El resto vendrá después. Con más prisas que pausas.

Zafarrancho de combate en el portaviones socialista anclado en la madrileña calle de Ferriz. Pedro Sánchez se ha vestido de almirante del PSOE y se dispone a cambiar a todos los mandos de la flotilla del puño y la rosa. Un único objetivo a trasladar a los futuros candidatos: hay que salir a ganar. El que no lo consiga tendrá que hacer las maletas y marcharse. Este sábado, 23 de julio de 2022, será de pasión para unos y de glorias por venir para otros.
En apenas 24 horas tres mujeres han abierto las puertas a la esperada crisis del Gobierno de Pedro Sánchez. Se esperaba para septiembre, a la vuelta de las vacaciones, pero todo va muy deprisa. Tal vez por esa razón el jefe de la oposición decidió enterrar la moderación con la que había viajado desde Galicia y lanzarse a la guerra abierta contra el presidente.

La presidenta madrileña, que es atrevida y lo demuestra; que ha hecho del riesgo una característica personal no se ha atrevido con una de las grandes iniciativas políticas que aplaudirían la inmensa mayoría de los ciudadanos en estos tiempos de recortes del gasto: bajar el número de diputados en la Asamblea.

Seguro que existe un enamorado/a del cine en el complejo de La Moncloa. Sólo desde el conocimiento profundo del séptimo arte español se puede haber dejado para el regreso de las vacaciones, allá por el mes de octubre la solución de los enredos políticos, económicos y estructurales de este país, con sus protagonistas de sainete hispano y sus dos finales posibles que desembocarán, como ocurrió con el film del director valenciano ( que habría cumplido 101 años en este inicio del verano) , en un fracaso tan previsto como cantado desde la oposición interna y desde los “guardianes europeos”.

Todas las medidas anunciadas por Pedro Sánchez en el debate sobre el Estado de la Nación contienen mucho ruido pero recogerán pocas nueces. La izquierda de Yolanda Díaz y la derecha nacionalista de Urkullu y Aragonés las aplauden con más o menos ganas. Saben que los nuevos impuestos a las eléctricas y los bancos serán aplaudidos por los ciudadanos, pero también saben que serán éstos los que terminarán pagándolos.
Al primer ministro británico le han herido de mucha gravedad, sin duda, pero no está muerto por más que se empeñen todos los que desean verlo fuera del 10 de Downing Street en vender su piel, como si de un oso rubio y tambaleante ( el ruso Mitrofan sigue desde 2006 en la memoria política española) se tratara. No ha dimitido al cien por cien de su cargo, se ha limitado a señalar que esperará a que su partido elija un nuevo lider para no dejar al país sin liderazgo.

Nuestra vicepresidenta segunda puede que le deba su nombre al cubano Pablo Milanés, quien, un año antes de que Yolanda Díaz llegara este mundo en la pequeña localidad de Fene, en La Coruña, ya había compuesto todo un himno al amor con ese nombre de mujer. Eternamente Yolanda, que era su espasa y acababa de dar a luz a uno de sus hijos.

Dicen las matemáticas que menos por menos es más. La política dice lo contrario y se lo está diciendo a la izquierda de este país. También a la madrileña. ;esos por menos, menos votos, menos credibilidad, menos alternativas se traducen en menos representación y menos capacidad para conseguir que las propuestas triunfen y se conviertan en realidades para los ciudadanos.

Hace apenas cinco años, sin solución de continuidad los nacionalismos catalanes y vascos pasaron de Escocia a Canada pasando de vez en cuando por el norte de Italia y cerrando los ojos a lo sucedido en centroeuropa cuando de lo que eran Yugoslavia y Checoeslovaquía surgieron ocho países. Sus dos presidentes no olvidan la hoja de ruta y esperan, como siempre, su oportunidad.

A Pedro Sánchez le costó trabajo aceptar las condiciones de Pablo Iglesias para que se convirtiera en presidente del Gobierno. Una vicepresidencia y cuatro Ministerios que el fundador de Podemos repartió mirando hacia el interior de su casa. De las pesadillas nocturnas se pasó a la cooperación con el independentismo de derechas e izquierdas. Hoy, ese queso gruyere que es el Consejo de Ministros busca en el uso y abuso de los decretos ley su salvación futura.

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