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    12 de diciembre de 2025

RAUL HERAS

La Asamblea fundacional de Sumar, cargada de discursos tan altisonantes como vacíos, confirma que el proyecto de Yolanda Díaz es una Resta política para la izquierda que soñó en destronar al PSOE de la hegemonía de ese espacio sociológico de la vida pública española. Sólo votó un 11% de los supuestos “afiliados” al proyecto y la realidad, la cruel realidad para la vicepresidenta segunda del Gobierno de Pedro Sánchez es que se ha convertido en una dirigente prescindible. Su base de poder, que se alimenta de los rescoldos de lo que fue Podemos, se circunscribe a los 10 diputados del Congreso que se dicen de Sumar.
El 13 de noviembre de 2003, ante 20.000 personas que llenaban el Palau Sant Jordi, el presidente del Gobierno y Secertario General del PSOE, José Luís Rodríguez Zapatero, cerraba la campaña electoral catalana con la frase que ha perseguido a todos los políticos y a todos los partidos desde entonces: “Apoyaré la reforma del Estatuto que apruebe el Parlamento catalán”. Días más tarde la formación que había liderado Jordi Pujol durante veinte años dejaba el poder pese a sus 46 escaños, y el socialista Pascual Maragall, con 42 parlamentarios, se convertía en presidente de la Generalitat gracias al apoyo de los 23 asientos que había conseguido ERC. Empezaba un nuevo capítulo en las relaciones entre el independentismo catalán y el Gobierno central que explican la degradación de la situación actual veinte años después.
Vivió desde una posición privilegiada - su puesto como espía de la KGB en Berlín - la destrucción de la antigua URSS y la caída en picado de Rusia, ya desde San Petersburgo, también como espía, pero dando los primeros pasos en su ascenso hacia el Kremlin. Vladimir Putin se ha sucedido a sí mismo por quinta vez ganando las elecciones presidenciales con casi un noventa por ciento de los votos, incluidos los de las Repúblicas del Donest anexionadas durante la guerra de Ucrania.
Le empujaron a abdicar y abdicó. Le dijeron que no podía seguir siendo Rey y lo aceptó. Le convencieron de que la única forma de salvar la Monarquía era dejarla en manos de su hijo y entregó la Corona a Felipe VI. Díez años más tarde los escándalos de los partidos, los cambios de liderazgos en los partidos y la crisis constitucional han convertido a España en un país de locos, en una jaula de grillos en la que los insultos y ataques personales entre diputados en todas las Cámaras parlamentarias han roto la convivencia impidiendo el necesario diálogo democrático entre el poder y la oposición.

Sin barreras, sin control, sin pensar en las consecuencias para España, que ya son muchas y aún van a ser más, tanto para la convivencia de los españoles como para la imagen que proyectamos hacia el exterior, El Gobierno del PSOE y la oposición del PP, con Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo llegando a límites que nunca se habían alcanzado en los últimos 47 años, han conseguido que el Estado se enfrente al Estado, que todas y cada una de las Instituciones que lo conforman se deterioren, desde la Monarquía al último de los Ayuntamientos.
La primera de las grandes batallas que sostienen los dos grandes partidos, sólo o en compañía, la ha ganado Sánchez con el primer paso legal de la Ley de amnistía. Quedan muchas más hasta el hipotético julio de 2027 en el que se terminará la Legislatura. Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo, sin balas, sin tanques, sin destrucción de ciudades, están representando el conflicto de Ucrania en versión española. Ninguno de los dos busca La Paz o, al menos, una tregua de Estado ante los problemas que debe afrontar este país en competencia con el resto de Europa. No quieren prisioneros, sólo víctimas.
Cinco socialistas reunidos a comer en Toledo para hablar de sus cosas y de su partido no debería ocupar titulares nacionales como si de una conspiración se tratara, pero lo ha hecho. El presidente de Castilla La Mancha y tres de sus colaboradores más cercanos se han sentado en uno de sus restaurantes históricos de la antigua ciudad imperial con Felipe González. Es el ex presidente del Gobierno de España y ex Secretario General del PSOE el que coloca la comida en el terreno de los pronunciamientos internos del partido. La comida se convierte en una declaración contra Pedro Sánchez, sin que exista declaración alguna. Es un mensaje entre dos generaciones de socialistas en contra del poder al que eligieron hace siete años.

Al igual que le pasaba a Superman con la “kriptonita”, pequeños restos de su lejano planeta verde que le vio nacer, a Pedro Sánchez le ocurre con la “koldonita”, un fragmento del gran planeta político que era el PSOE y que cada día se fragmenta más tras la implosión tardía, pero presentida, de todo lo que ocurrió dentro de la “Galaxia Covid “ con miles de millones de euros, dólares, yuanes, rublos, dinares y libras recorriendo un aterrado planeta Tierra ante la primera gran pandemia del siglo XXI, de la que aún no sabemos ni su origen, ni su final, pero que tiene un primer responsable, escondido entre la enorme burocracia que existe en los organismos internacionales, en este caso la Organización Mundial de la Salud.

Estaban preparados para la gran guerra desde hace meses. Esa destrucción que hace imposible la Democracia. Las elecciones andaluzas, primero, y las autonómicas, municipales y generales, más tarde, se convirtieron en la señal de salida
Si trasladamos la prueba de resistencia más dura del mundo a la política española nos vamos a encontrar con un único participante en la salida, con una única meta: conseguir en los próximos tres años sobrevivir como presidente del Gobierno y como Secretario General del PSOE. A Pedro Sánchez, en su papel de “Ultraman” no le bastará con aplicar palabra a palabra su “Manual de Resistencia”, en sí mismo. tendrá que cortar unas cuantas cabezas en el trayecto y soportar la cada vez mayor mochila cargada de piedras que le va a ir colocando a sus espaldas la oposición de Núñez Feijóo y Santiago Abascal. Nada de concesiones por ningún lado.
Sin salida, el diputado Ábalos, el exministro Ábalos, el compañero en las horas difíciles del presidente del Gobierno tras su primera caída como líder del PSOE, no tiene más remedio que decir adiós a la política y renunciar a su escaño en el Congreso de los Diputados.
La ambición de Yolanda Díaz le hizo querer ir más deprisa y más en solitario de lo que la coalición que era Sumar requería. La vicepresidenta segunda y heredera de Pablo Iglesias, ofreció una plataforma electoral a todos los grupos y formaciones que existen a la izquierda del PSOE. Se trataba de llevar a cabo una CEDA de la izquierda, una Confederación. Española de las Izquierdas Autónomas, a imitación de lo que lograra José María Gil Robles durante la II República para la conquista del poder desde la derecha. El fracaso en Galicia ha terminado con la ambición y con el liderazgo.

Miedos fuera para el Partido Popular, para Alberto Núñez Feijóo y para Alfonso Rueda en Galicia. Quinta mayoría absoluta con más votos que en 2020 y casi los mismos escaños. Aún falta por contabilizar el voto exterior, que también ha aumentado de forma muy notable y le puede dar al PP otro escaño más. La dividida izquierda sigue de derrota en derrota y se ha vuelto más nacionalista y menos socialista. Han perdido José Ramón Gómez Besteiro y Marta Lois, pero quien han perdido de verdad son Pedro Sánchez y Yolanda Díaz, y con ellos el actual Gobierno.
Es muy difícil que el Partido Popular pierda las elecciones del próximo domingo en Galicia pero es posible que pierda el Gobierno de la Xunta. Lo que ya es seguro es que los socialistas gallegos seguirán como tercera fuerza y que no tendrían más opción que apoyar al Bloque Nacionalista Galego si se diera la circunstancia de que entre las dos formaciones llegaran a sumar 38 escaños en el Parlamento. Galicia se ha convertido en la tercera base sobre la ya se asienta la España Federal.


La presidenta de la Comunidad madrileña es de nuevo la baza electoral que va a utilizar el Partido Popular para ganar unas elecciones, las gallegas, ante el avance de la izquierda, por un lado, y la posibilidad de que por la derecha, Vox consiga un escaño que podría convertirse en decisivo para llegar a la mayoría absoluta y que Alfonso Rueda siga gobernando la Xunta desde el palacete De Santiago de Compostela.

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