www.cronicamadrid.com
    26 de abril de 2024

RAUL HERAS

El presidente de Aragón vuelve a adelantarse al resto de políticos españoles y lanza su segunda “moción de censura” contra su compañero de partido. Mucha más dura que la primera y situada, si la colocamos en el escenario partidista, a la derecha de Vox. Si Santiago Abascal y los suyos hablan del desastre del Gobierno de Pedro Sánchez y piden elecciones generales el próximo 28 de mayo, el socialista Javier Lambán va mucho más lejos y afirma que ese mismo Gobierno lleva a la destrucción de España y hasta de la civilización occidental.

Las dos grandes batallas políticas de 2023 van a tener lugar en la Comunidad de Madrid y en el Ayuntamiento de la capital del Reino, salvo que Pedro Sánchez adelante las elecciones generales, una situación que niegan desde el gobierno pero que se admite como muy posible y necesaria desde el Partido Popular, y que se solicita desde la oposición de Vox con su moción de censura. Existe un problema soterrado en el espectro de la derecha, la presidenta Ayuso y el alcalde Almeida mantienen su propia guerra por debajo de la mesa.

El presidente de Vox quería que Ramón Tamames hiciera una autopsia del Gobierno de Pedro Sánchez que le sirviera de apoyo para denunciar los males que sufre España bajo la izquierda del PSOE, Unidas Podemos y los nacionalistas de todo tipo. Se equivocó o le equivocaron, sobre todo Fernando Sánchez Dragó, el casamentero y también excomunista como Tamames pero ahora miembro pensante del equipo que dirige Vox. El candidato ha puesto las barreras que no quiere traspasar, entre otras cosas, por estar en las antípodas de lo que defiende Vox.
Es una lluvia gorda que no cesa, una granizada de nombres públicos y siglas de partidos afectados por la corrupción. Se siguen llenando los juzgados de sumarios y de líderes políticos y empresariales que tienen que ir a declarar como investigados o como testigos. Mientras, se llenan las calles de manifestaciones y huegas de funcionarios públicos, ya sean judiciales o sanitarios. Es una situación asfixiante que convierte la vida pública en un campo de batalla, con trincheras y alambradas entre las que quedan atrapados nombres y apellidos poderosos de los grandes partidos y de las grandes empresas. Aparece Camps y aparece Borrás o Fuentes, desde Cataluña a Canarias. Da igual.
Para nuestra desgracia como país, los dos españoles más representativos que tenemos en Europa ya han demostrado y con creces que saben mentir, mal, pero les da igual
Se conoce muy poco de las pasiones literarias de Pedro Sánchez, es verdad. Sí se conocen y mucho sus pasiones políticas. Y si mezclamos las dos puede que, para sorpresa de muchos y confirmación para unos pocos, nos encontremos con un médico nacido en San Sebastián a finales del siglo XIX y que fuese a morir en Madrid a mediados del XX. Se llamó Pio Baroja y en 1910 escribió la primera de las tres que componen su trilogía sobre las ciudades. La título “Cesar o nada”y su protagonista encaja como un guante en nuestro presidente del Gobierno.

Sin el problema de la sanidad Isabel Díaz Ayuso tendría asegurada su continuidad en la presidencia de la Comunidad de Madrid. Las cifras de las últimas elecciones lo demuestran. Ayuso venció en todos los municipios menos en dos muy pequeños. Esas cifras pueden cambiar si, como estamos viendo, la sanidad es ya un arma cargado de futuro para la izquierda. Cambiémos sanidad por poesía y tendremos los versos de Gabriel Celaya, pero no parece que entre los cientos de miles de manifestantes que inundaron la plaza de Cibeles se mencionara la poesía.
Todas y cada una de las razones que ha dado Ramón Tamames para subir un día a la tribuna de oradores del Congreso ( tanto si lo hace como si no ) están basadas en el más importante de los principios de la Democracia, la libertad. Libertad para pensar, libertad para elegir, libertad para criticar y libertad para ofrecer otros caminos a los conciudadanos. Esa misma libertad que tiene Ione Belarra para ponerse o quitarse el sujetador cuando quiera, dónde quiera y por las razones que quiera. La libertad no depende de la edad, ni del sexo. Y cuando se ataca esa libertad se está atacando la esencia misma de la Democracia.
¿Puede un pueblo con tres habitantes tener alcalde?. Si contesta que no, se equivocará. Puede, y de hecho lo tiene. Es más, el cargo lo tienen en “ propiedad” desde las primeras elecciones municipales de la Democracia una familia, los Renilla, que son del Partido Popular. El pueblo se llama Ilán de Vacas y está en la provincia de Toledo. El pasado diciembre, el último representante de la familia, que vive en Madrid pero con sus negocios en Majadahonda, se acercó a la capital a pedirle a José Luís Martínez Almeida que le ayudara. El alcalde de la capital le dijo que sí. Se marchó con sus quejas contra la Junta de Emiliano García Page y en esas estamos a la espera del 28 de mayo.
El presidente del Partido Popular ya tiene a sus dos “ex-jefes” apoyándolo. Desde este fin de semana en Valencia la derecha española, la económica y la social, ya ha recibido el mensaje político que esperaba. Nada de divisiones, todos a una contra el “Frankenstein” creado por Pedro Sánchez para gobernar. Digerido casi por completo Ciudadanos queda “por libre” el insurgente Vox de Santiago Abascal, que ya no podrá hablar de la “derechita cobarde”. José María Aznar está al otro lado de la red y lo que valía con Mariano Rajoy y Pablo Casado no vale con el gran refundador del partido.
En el Partido Popular de Madrid manda Isabel Díaz Ayuso. Manda en todo con pleno consentimiento de Alberto Núñez Feijóo, que no tiene más remedio que aguantar la fuerte posición de la presidenta madrileña no sólo en su territorio y en el seno del partido, también su cuidada y fuerte imagen en toda España. Si existían dudas acerca de su temperamento y su voluntad para dirigir al PP en la Comunidad, la “no negociación” pero si los contactos de la vicealcaldesa Beñoga Villacís con Elias Bendodo lo han dejado muy claro.
Si de algo estamos cansados en este inicio de 2023 es de la crisis en, de, por... y todo el resto de preposiciones que quieran ponerse delante de dos nombres: Cataluña y Puigdemont. Nos asaltan casi todos los días, a todas horas, en todos los medios de comunicación grandes y pequeños. Nos abruman con declaraciones, informaciones, opiniones, resoluciones.
Desde hace un año Ucrania recibe un castigo muy duro, que va a dejar una huella macabra y casi imposible de olvidar en su futuro, esa fecha sin calendario final pero que hará que el país que conocían sus habitantes antes del 20 de febrero de 2022 en nada se parezca al que mirarán cuando llegue la paz, que llegará, de eso no caben dudas, y que certificará varias derrrotas a la vez: la de la evidente guerra civil en la que ya estaba Ucrania en 2014; la de la monetaria y cegata Europa; la de la ineficaz y absurda ONU; y la de las nuevas y viejas potencias militares que habrán dejado en el olvido las consecuencias de la II Guerra Mundial.

Se nos echan encima las urnas de mayo y llegan con tanta violencia que amenazan con dejar muertos y heridas por todo el espacio público, como si la España política se quisiera parecer, trístemente, a la Ucrania en guerra y el frente de combate se extendiera por cada uno de los ocho mil ciento doce municipios que conforman el tejido básico de este país. No hay día que no se ataque con ferocidad al contrario, que se llame golpista al presidente del Gobierno o asesina a la presidenta de la Comunidad madrileña o capitalista sin escrúpulo al presidente de Mercadona.

La presidenta de la Comunidad ya es “alumna Ilustre” de la Facultad de Ciencia de la Información de la Univeridad Complutense, gracias al largo dedo del rector Joaquín Goyache, pero dentro de la normative de la propia Facultad. Los ataques desde todo el ámbito de la izquierda han sido constantes desde que se hiciera pública la decisión, ocultada al menos durante quince días por el propio rectorado. Nombramiento político y respuestas políticas, que no académicas.

0,35546875