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La “koldonita” pone en peligro la larga despedida del poder planeada por Sánchez
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La “koldonita” pone en peligro la larga despedida del poder planeada por Sánchez

domingo 03 de marzo de 2024, 20:12h
Al igual que le pasaba a Superman con la “kriptonita”, pequeños restos de su lejano planeta verde que le vio nacer, a Pedro Sánchez le ocurre con la “koldonita”, un fragmento del gran planeta político que era el PSOE y que cada día se fragmenta más tras la implosión tardía, pero presentida, de todo lo que ocurrió dentro de la “Galaxia Covid “ con miles de millones de euros, dólares, yuanes, rublos, dinares y libras recorriendo un aterrado planeta Tierra ante la primera gran pandemia del siglo XXI, de la que aún no sabemos ni su origen, ni su final, pero que tiene un primer responsable, escondido entre la enorme burocracia que existe en los organismos internacionales, en este caso la Organización Mundial de la Salud.

Si por la OMS fuera estaríamos aún con las mascarillas en nuestros rostros para defendernos de la nonagésima variante del coronavirus que comenzó a infectar al mundo desde 2019, un año antes de que se hiciera público su recorrido desde China hasta Estados Unidos. Y es justo en ese punto en el que se cruzan los intereses de China y Estados Unidos llamado Europa donde un país de 48 millones de habitantes, construido en torno a una Monarquía que sabe mucho de crisis y de exilios, el fragmento político de la socialdemocracia que nació en el teatro Jean Vilar, en el pueblo francés de Suresnes, en un parto que duró tres días de octubre de 1974, y en el que comenzó a escribirse la historia de la España de hoy, se ha estrellado contra la realidad financiera y podrida del virus de la corrupción. Aquel año maldito se celebraron las tercera elecciones perdidas por el Partido Socialista, pero también las que le permitieron a su Secretario General mantenerse en el poder gracias a su habilidad para juntar los intereses encontrados a su izquierda.y a su derecha.

El malo de la película que ha convertido en ángulos el rostro de Pedro Sánchez no es un enorme aizcolari reconvertido en secretario para todo de un ministro que se consideraba indispensable e intocable, el malo es el que se refleja en el espejo del cuarto de baño del inquilino de La Moncloa. Es ese Dorian Grey que nos puso delante de los ojos hace 130 años el novelista Oscar Wilde. El mismo que siempre está a la espera de aparecer cuando el protagonista menos lo espera. Sabe Pedro Sánchez que es él, el todopoderoso presidente del Gobierno, el centro de todos los ataques, el culpable de todos los males que aquejan a su partido, de todos los errores que se cometieron desde el mes de marzo den 2020. Siente que es injusto, que es producto de las ansias de poder que acompaña a todos los dirigentes políticos, que se equivoca y se vuelve a equivocar - lo mismo que les pasa s sus más cercanos colaboradores - cuantos más diques de contención coloca para alejar la epidemia política, cuantas más mascarillas aparezcan en sumarios e investigaciones policiales y judiciales.

Su “Manual de resistencia” ya no es de obligada lectura para conocer hasta qué punto es capaz de aguantar la presión que se siente en la soledad del poder. Desde dentro y desde fuera de su partido no quieren esperar a que termine la actual Legislatura. De la misma forma que ocurre en la fauna salvaje del Kalahari, el mayor de los depredadores siempre tiene que estar atento a las uniones de los otros felinos. Hoy, ayer y mañana Sánchez verá en los medios de comunicación las palabras de su amigo, compañero y ayuda esencial para su llegada al poder, las palabras repetidas de José Luís Abalos, las advertencias de Emiliano García Page, los ataques nostálgicos de Javier Lambán, los ecos del creador del PSOE que recibió en herencia y que siempre regresa para recordarle que está destruyendo su legado. Ya no es “Supersánchez”, es tan sólo un político que lucha por su supervivencia. Es el cazador convertido en presa de otros cazadores.