15 de agosto de 2025
|
| Pedro Sánchez junto a sus ministros durante el primer acto por el 50 aniversario de la muerte de Franco |
El presidente del Gobierno va a dedicar todo este año a colocar a Francisco Franco y la Dictadura como estandarte de la bandera de la izquierda contra la derecha que representan el PP y Vox. Con Presupuestos Generales o sin ellos, Pedro Sánchez está decidido a mantenerse en La Moncloa, por lo menos, hasta las primeras elecciones autonómicas de 2026, las primeras grandes batallas que van a definir el resto de la Legislatura hasta el verano de 2027. En Castilla y León y en Andalucía, tanto Sánchez como Núñez Feijóo y el resto de dirigentes nacionales de los grandes partidos se jugarán su futuro político. Ganar o perder será trasladar a los ciudadanos la confirmación de que al PP le ha llegado la hora de gobernar a nivel estatal , o que el PSOE recorta el poder territorial de su adversario y está en situación de mantenerse en La Moncloa.
El presidente del Gobierno y secretario general del PSOE está dispuesto a controlar todo el aparato del partido en quince de las diecisiete autonomías. En el proceso de elecciones internas ya ha logrado que sea el alcalde de Soria, Carlos Martínez, el favorito para sustituir en el liderazgo de Castilla y León al dimitido Tudanca. Lo mismo ha logrado en Andalucía con la retirada de Espadas y la casi segura elección de la vicepresidenta María Jesús Montero. En la Comunidad valenciana será la ministra Diana Moránt la que cumplirá ese papel de liderazgo interno, lo mismo que su compañera en el Consejo de Ministros, Pilar Alegría, en Aragón. Desde el Gobierno se van a colocar a los ministros como punta de lanza para reconquistar todo lo perdido en las nueve autonomías que tiene el PP en estos momentos. El gran objetivo, casi imposible, echar de la Puerta del Sol a Isabel Díaz Ayuso. No parece que el también ministro, Oscar López, pueda conseguirlo con las únicas fuerzas del PSOE, mientras que en el PP, si hiciera falta, podrán contar con los votos y escaños de Vox y Santiago Abascal.
La iniciativa del presidente del Gobierno y Secretario general del PSOE de resucitar la memoria del franquismo, en lugar de la memoria democrática que comenzó a instalarse apenas 48 horas más tarde, ya ha colocado al hijo del principal responsable del regreso de la Democracia en tiempo récord, en una delicada situación institucional. Si Felipe VI acude el próximo día ocho al primero de esos actos, estará apoyando la iniciativa de la izquierda; si nova se presentará su figura en sentido contrario. Una crisis entre el papel de la Monarquía y de la presidencia del Gobierno, que no debería haberse puesto en marcha de la forma en la que se ha hecho.
El martes, 31 de diciembre de 2024, durante veinticuatro horas el mundo se despidió de uno de esos años que nacen para demostrarnos que la crueldad, la maldad, la avaricia, la muerte y el poder en su forma más terrible siguen formando parte de la llamada condición humana. Un segundo más tarde de que sonaran las campanadas de medianoche en Haway y Los Angeles, tras haber lo hecho en Sidney y Tokyo, había nacido el 2025. Ya hemos comprobado que todo sigue igual: la guerra en Ucrania, las interminables batallas en Gaza, los ataques terroristas contra ciudadanos indefensos, las subidas de los precios en España y el falso equilibrio con el IPC y las subidas en las pensiones, la presencia de Carles Puigdemont en la política patria, los avances en las investigaciones judiciales sobre las acusaciones de corrupción en los ámbitos socialistas o la negativa de Carlos Mazón a dimitir.
El último de los grandes males de la vida pública española ha llegado justo cuando este 2024 agoniza. El Senado denuncia al Congreso ante el Tribunal Constitucional. Así llevamos toda la Legislatura y así parece que va a seguir hasta el 2027, fecha en la que se deberán convocar nuevas elecciones, salvo que Pedro Sánchez se rinda y adelanta el calendario electoral. Política y Justicia encadenadas y sin visos de solución. Las batallas políticas se resuelven o se intentan resolver en los tribunales, se proclaman con gritos en los medios de comunicación y se envenenan en las Cámaras parlamentarias. No es la primera vez que sucede desde que se inició este perido democrático, pero sí es la prmera vez que alcanza esta dimensión de enfrentamientos colectivos sin posibilidad de diálogo entre las dos mitades de España.
La vicepresidenta segunda del Gobierno y creadora del concepto político llamado Sumar, que no ha sido otra cosa desde que nació como plataforma en la que se integrara toda la izquierda alternativa al socialismo de Pedro Sánchez, se dispone a realizar una última pirueta para mantenerse como rostro electoral de cara a futuras citas con las urnas. Yolanda Díaz está dispuesta a que los futuros órganos del partido “movimento Sumar” se dirijan con otros nombres, siempre con el de Urtasun como como protector de sus ambiciones.
El PSOE que dirige Pedro Sánchez y el PP que dirige Alberto Nuñez Feijóo - el resto son simples compañeros de viaje por mucho que se nieguen a aceptarlo -aplauden el discurso navideño del Rey y esperan 24 horas para repetir en sus comportamientos todo aquello que Felipe VI les ha pedido que no hagan. Ese es el grave problema de tiene el Monarca y el grave problema que tiene España. Los políticos no dan ninguna muestra de serenidad en sus comportamientos y declaraciones; no buscan nngún pacto de convivencia, tan sólo se acercan para pactar la destrucción del contrario; hacen todo el ruído que pueden dentro y fuera de las instituciones y dejan fuera de los debates las auténticas reclamaciones de los ciudadanos: vivienda,paro, sanidad, ediucación, emigración.
Se habrán reenviado miles de veces en menos de 24 horas y seguirán de protagonistas navideños durante muchos días. Duran 27 segundos los abrazos que se dan diez de ellos y se cierra la evidente broma navideña, realizada con Inteligencia Artificial y mucho ingenio humano, con un beso que sería la portada de todas las revistas, periódicos y web del mundo. El beso del año. Vestidos con esos jerseis que solo se ponen en estas fechas vemos a Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo abrazarse y sonreirse, lo que sería todo un gran acuerdo político para alejarse de los juzgados y dedicarse a discutir del paro, la sanidad, las pensiones, las guerras del exterior, la deuda pública, de todo lo que debería ser verdad, pero es mentira, claro
Ni Pedro Sánchez, ni Alberto Níñez Feijóo pueden hacer otra cosa que lo que ya están haciendo. El presidente del Gobierno es consciente de que debe resistir el acoso constante de la oposición e intentar que sus socios de investidura le aguanten, con concesiones, hasta las elecciones autonómicas y municipales de mayo de 2027, que serían la antesala de las generales unos meses más tarde. En la pequeña Numancia en que se ha convertido Moncloa creen que pueden lograrlo pese a lo que llaman “maquinaria de guerra” del Partido Popular. Las fuerzas aliadas de las que disponen y que le permiten a Sánchez gobernar desde mediados de 2018 tienen muy diversos intereses, pero coinciden en un punto esencial: si hay convocatoria anticipadas a las urnas ninguna de ellas, desde Junts a Podemos, van a conseguir mejor resultado que el que ya tienen y por el que logran beneficios que serían impensables con un Gobierno de la derecha que suman el PP y Vox.
No son los muros de Jericó pero los treinta años que lleva el Partido Popular gobernando la Comunidad de Madrid se le parecen y mucho. El 28 de mayo de 1995 comenzaba ese “reinado” ininterrumpido gracias a la aplastante mayoría absoluta que consiguió Alberto Ruíz-Gallardón frente al socialista Joaquín Leguina y el dirigente de IU, Angel Perez.
Tres años antes de que el Papa Benedicto XIV lo incluyera en la lista de los libros prohibidos por la Iglesia, Charles de Montesquieu escribió “ El espíritu de las Leyes”, la base política y jurídica sobre la que ha girado Occidente desde hace casi tres siglos. La necesaria separación de los poderes del Estado en Legislativo, Ejecutivo y Judicial permitiría que los equilibrios en la gobernanza de los países impidiesen las dictaduras, ya fueran estas reales o populares. Un obra cargada de buenas intenciones que ha permitido, sobre todo a partir de mediados del siglo XX que la forma de los Estados y del poder en los mismos no impida que el segundo y el tercero de esos poderes se Impongan al primero. Hoy, aquí, en España la comprobación es fácil y evidente. En el resto del mundo ocurre lo mismo y de forma acelerada merced a la presencia masiva de las nuevas tecnologías en el desarrollo del control de la sociedad.
En 48 horas, las que van del 20 al 22 de noviembre de 1975, España pasó de ser una Dictadura a convertirse en una Monarquía. La democracia parlamentaria que conocemos hoy tardó 19 meses más en llegar, primero con unas elecciones generales, luego con un Refréndum para aprobar la nueva Constitución y, finalmente, para otras elecciones ya con la nueva Carta Magna como guía que ha llegado a nuestros días. La democracia no acabó con Francisco Franco, el Generalísimo murió en la cama de un hospital tras un largo proceso de deterioro físico. Tampoco regresaron las libertades en aquel mes de noviembre. Todo sucedió muy rápido, sin que los ciudadanos se dieran cuenta de la velocidad a la que iba el cambio.
| José Felix Tezanos, presidente del CIS |
De nuevo hoy, lunes 9 de diciembre, tres encuestas llamadas políticas y con resultados totalmente distintos, confirman que esos sondeos “de encargo” les sirven a los partidos como armas de sus dirigentes para defender las posiciones internas en sus organizaciones. Insistir cada semana en los porcentajes de votos que tendrían en una cita electoral, cuando no está, ni se la espera, y en los escaños que conseguirían de cara a una posible sesión de investidura, es un ejercicio sociológico tan inutil como interesado.
Se han convertido en la mayor amenaza para el presidente Sánchez, para el Gobierno,para el PSOE y para la izquierda en general. Forman la Triple A que, con todos los casos abiertas por presuntas corrupciones en los juzgados, desde los de Instrucción en la plaza de Castilla al Tribunal Supremo, pasando por la Audiencia Nacional, proporcionan más datos, más declaraciones, más documentos, más pen drive encriptados con los que alimentar sus acusaciones.
Al presidente del Gobierno no le queda más remedio que mantenerse en pié, culpar de todos los males que padece a la malvada derecha que encabeza Alberto Núñez Feijóo, echarse políticamente más a la izquierda para mantener los apoyos que necesita, lanzar el señuelo de una empresa pública de vivienda dispuesta a edificar todas las que hagan falta, y afirmar que piensa mantenerse como candidato del PSOE para las futuras elecciones generales de 2027. Ese horizonte es su meta, y no debería ser la de la oposición. La vida política española no puede encajarse dentro del estrecho desfiladero de las mentiras. En esa especie de Termópilas, Pedro se siente como Leónidas y deja a Feijóo el papel de derrotado persa. La historia real no es la mitificada narración que hicieron los macedonios y los griegos, y que ha servido de guión para decenas de películas, pero en estos inicios de la apabullante realidad de la Inteligencia Artificial, lo real tiende a desaparecer devorado por las fantasías y las mentiras.
|
|
|