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    18 de abril de 2024

RAUL HERAS

La inmensa mayoría de los españoles no lo saben pero el próximo domingo, dos de abril de 2023 va a tener lugar una "cita histórica, que así ha calificado la vicepresidenta segunda del Gobierno su acto de presentación oficial como candidata a la presidencia del Gobierno encabezando las listas de “ Sumar”. Ese día “empieza todo” para Yolanda Díaz, muy lejos o muy cerca, de sus orígenes políticos en el universo gallego de la izquierda comunista. Conviene apuntar la fecha en el calendario de la vida pública: una nueva autocracia habrá comenzado. No la que denunciaba inoportunamente Núñez Feijóo sobre la Cumbre Iberoamericana. Esta es más cercana.

Lo ha vuelto a hacer. El lendakari vasco, Iñigo Urkullu, que mantiene la misma línea que trazaron sus antecesores en el Gobierno, pide más independencia para Euskadi y utiliza a Europa para no tener que pasar por nngún Refreréndum, ni por ningún cambio constitucional. A diferencia de los dirigentes catalanes del independentismo, como Puigdemont o Aragonés, el representante del PNV sabe que el mejor de los caminos es “pasar por encima”, dejar a un lado a España y pedir que Europa se articule en torno a las regiones y territorios con identidad propia.
Cuatro años después de mantener su cara de variados tonos de color, la izquierda española en general, y la madrileña en particular, vuelve a olvidarse de una de las mejores películas de Pedro Almodóvar. Lástima que en el homenaje a Santiago Carrillo, organizado por Comisiones Obreras este fin de semana, no se proyectará el film y se comentara después entre los asistentes, incluida la intervención desde Argentina de Baltasar Garzón.

No ha servido para nada. Los dirigentes de los partido aprovecharon la moción de censura para convertirla en un mitin transversal de cara a las elecciones del 28 de mayo. Intervenciones de más de una hora en las que no se buscaba la respuesta de nadie y sí los mismos ataques que llevan viendo y sufriendo desde hace cuatro años. Ramón Tamames pretendía un milagro pero ya se encargaron desde el inicio tanto Santiago Abascal como Pedro Sánchez que se quedara en eso, en un milagro.

El expresidente del Gobierno ejerce de gran consejero en la sombra, tanto de como de Isabel Díaz Ayuso y José Luís Martínez Almeida. Es el tutor invisible que protege los intereses del partido y los suyos propios. Defender a la presidenta y al alcalde capitalino puede, que sea una cuestión tanto financiera política para los intereses de la derecha española. Incluso las últimas incorporaciones al equipo de Nuñez Feijóo demuestran que el “ granero” de la Administración no tiene fin

Le ha costado pero lo ha hecho. Treinta y dos años después de haber sido derrotado por el socialismo liberal que defendían desde el Gobierno Felipe González y Carlos Solchaga, el que fuera vicepresidente y vicesecretario enteral del PSOE y líder del sector más popularista de su partido, ha reconocido que se equivocó, que sus acusaciones hacia los liberales que querían cambiar el socialismo histórico, eran más producto de su fracaso personal que de una inteligente, meditada y contrastadas realidad política. Sea bienvenido el hijo pródigo al liberalismo reinante.
Con la lluvia gorda de las encuestas semanales cayendo sobre el Gobierno y el socialismo español, las imágenes caribeñas del viejo Santiago acosado por los tiburones, tras conseguir la mayoría pesca de su vida, en nuestra España de hoy la presidencia del Gobierno, hacen que las imágenes literarias de Ernest Hemingway encajen como un guante en la imagen de Pedro Sánchez. España es en estos días y durante todo un año va a ser un Caribe lleno de tiburones hambrientos.
Son los tesoros ocultos tras la Inteligencia Artificial y que anidan entre los circuitos de las súper computadoras como el mejor y más eficaz de los espías. Capaz de tener la información que puede hacer que, con una tecla, se tenga más datos reservados que los que se obtenían con todo un ejército de agentes infiltrados en el enemigo o adversario. El más conocido de todos se encuentra en Barcelona y lo guarda la Generalitat de Cataluña. Se llama “Mare Nostrum “ y es capaz de procesar cuatrillones de datos en segundos.

Hace cinco años que el líder de Podemos dejó las musas para estar en el teatro. El deseo de Pablo Iglesias era imponer su criterio y su liderazgo único bajo las dos presiones de aquellos tiempos, advertencias que lanzó a los suyos, sobre todo a Iñigo Errejón y los que luego fundaron Más Madrid: nada de triunviratos ni de alternativas o me marcho. Tras la derrota de las elecciones autonómicas en Madrid terminó marchándose y dejó a otro triunvirato, esta vez femenino, que ha terminado como el que él mismo derribó.

Holanda ha ganado el partido a España. Su Gobierno ha jugado a lo que mejor sabe, con las reglas aceptadas en la Europa de los 27 mientras nuestro Gobierno, y la izquierda de los empedernidos seguidores de los mítines y colores, se lamenta. Rafael del Pino recibió una oferta que no podía, ni quería rechazar y fichó por Amsterdam en lugar de Madrid.
La mayor respuesta que tiene el cuerpo humano para su supervivencia es el miedo. Eso mismo ocurre en el cuerpo político y en el poder. Esa emoción nos advierte de un peligro que creemos nos acecha. Produce agobio, insomnio, ansiedad, pérdida de confianza, sentimientos añadidos de culpabilidad. Todo ese proceso lo está experimentando el presidente del Gobierno en estos días. Al escándalo político de Tito Berni se suma la saga/fuga de la empresa Ferrovial desde España a Los Países Bajos.

El presidente de Aragón vuelve a adelantarse al resto de políticos españoles y lanza su segunda “moción de censura” contra su compañero de partido. Mucha más dura que la primera y situada, si la colocamos en el escenario partidista, a la derecha de Vox. Si Santiago Abascal y los suyos hablan del desastre del Gobierno de Pedro Sánchez y piden elecciones generales el próximo 28 de mayo, el socialista Javier Lambán va mucho más lejos y afirma que ese mismo Gobierno lleva a la destrucción de España y hasta de la civilización occidental.

Las dos grandes batallas políticas de 2023 van a tener lugar en la Comunidad de Madrid y en el Ayuntamiento de la capital del Reino, salvo que Pedro Sánchez adelante las elecciones generales, una situación que niegan desde el gobierno pero que se admite como muy posible y necesaria desde el Partido Popular, y que se solicita desde la oposición de Vox con su moción de censura. Existe un problema soterrado en el espectro de la derecha, la presidenta Ayuso y el alcalde Almeida mantienen su propia guerra por debajo de la mesa.

El presidente de Vox quería que Ramón Tamames hiciera una autopsia del Gobierno de Pedro Sánchez que le sirviera de apoyo para denunciar los males que sufre España bajo la izquierda del PSOE, Unidas Podemos y los nacionalistas de todo tipo. Se equivocó o le equivocaron, sobre todo Fernando Sánchez Dragó, el casamentero y también excomunista como Tamames pero ahora miembro pensante del equipo que dirige Vox. El candidato ha puesto las barreras que no quiere traspasar, entre otras cosas, por estar en las antípodas de lo que defiende Vox.
Es una lluvia gorda que no cesa, una granizada de nombres públicos y siglas de partidos afectados por la corrupción. Se siguen llenando los juzgados de sumarios y de líderes políticos y empresariales que tienen que ir a declarar como investigados o como testigos. Mientras, se llenan las calles de manifestaciones y huegas de funcionarios públicos, ya sean judiciales o sanitarios. Es una situación asfixiante que convierte la vida pública en un campo de batalla, con trincheras y alambradas entre las que quedan atrapados nombres y apellidos poderosos de los grandes partidos y de las grandes empresas. Aparece Camps y aparece Borrás o Fuentes, desde Cataluña a Canarias. Da igual.
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