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    15 de agosto de 2025

RAUL HERAS

El presidente del Gobierno y el presidente del Partido Popular saben que la gran batalla de las elecciones generales ( sea cuando se ala cita con las urnas) será la última que les enfrente. Si Pedro Sánchez logra lo que hoy parece un imposible, mantenerse al frente del futuro Gobierno, Alberto Núñez Feijóo tendrá que dejar su puesto de lider de la derecha a otra persona. Y si es él que logra al fín llegar a La Moncloa, el actual inquilino tendrá que dar por terminada su vida política. Ni el socialista, ni el popular tendrán nuevas oportunidades.

El Rey Juan Carlos quiere reconciliarse con los españoles con una larga confesión en forma de libro de memorias escrito por una mujer que encierra en su árbol familiar todas y cada unas de las contradicciones del último siglo. El hombre Juan Carlos no podrá nunca desprenderse del traje de Rey y menos de un traje dinástico que une a todas las monarquías europeas; ni Laurence Debray de las alargadas sombras de su padre revolucionario, guerrillero, socialista y filósofo arrepentido; y de un suegro que se empeñó en reinventar la esencia de la burguesía liberal europea. Si de verdad Juan Carlos I sueña en francés nadie mejor para interpretar sus pesadillas que esa quintaesencia de la élite francesa que es Laurence
El sábado 5 de julio, ante el Comité Federal del PSOE, el Secretario General, Pedro Sánchez, confirmará que no ha tenido más remedio que amputarse su mano derecha en el partido por dos veces. Primero José Luís Abalos y luego Santos Cerdán, dos de las personas que más le ayudaron a llegar donde está y que ahora están acusados de corrupción, el segundo de ellos en la cárcel sin posibilidad de fianza
Adolfo Suárez durante del discurso televisado para anunciar su renuncia como presidente del gobierno
Adolfo Suárez durante del discurso televisado para anunciar su renuncia como presidente del gobierno

El adiós de Adolfo Suárez que debe servir de ejemplo para Sánchez y Feijóo

El 29 de enero de 1981 el presidente del Gobierno, Adolfo Suárez, explicó durante diez minutos a los españoles su dimisión irrevocable como la mejor forma de servir a España para evitar que se volviera al pasado. Había ganado dos elecciones generales con comodidad pero las tensiones políticas, los ataques personales desde denrro y desde fuera de su partido, la UCD, y la posibilidad de un golpe de estado por parte de una minoría de militares le llevaron a aquel gesto de honestidad política, que nunca más se ha repetido en la historia de los últimos cincuenta años en nuestro país.
Existe tal deseo de destruir a Pedro Sánchez en su doble condición de presidente del Gobierno y Secretario General del PSOE que cualquier declaración o amenaza directa contra él se utiliza en el hoy, sin ver que existe el mañana y que dentro de diez años el actual inquilino de La Moncloa ya no estará en ese palacio, se habrá ido o le habrán expulsado las urnas. Estamos en el teatro de las mentiras y los engaños: se firma una cosa y se dice la aparente contraria, que no lo es. El tiempo es el que permite al presidente jugar en el escenario.

Tiempo de guerras sucias en la política, de resoluciones judiciales e investigaciones de las fuerzas de seguridad y de alianzas y cambios en las grandes empresas que marcan la posición de España en dos sectores tan estratégicos como son la Defensa y las Telecomunicaciones, con Indra y Telefónica en el centro de la tela de araña que explica una buena parte de la posición de Pedro Sánchez dentro de le OTAN y la necesidad de invertir el 5% del PIB, sin que se pueda dejar a un lado otra de las grandes bazas con que cuenta España de cara a Estados Unidos y las exigencias de Donald Trump, la base de Rota, pieza esencial para que los bombardeos de la aviación norteamericana sobre Iran hayan tenido lugar, al igual que lo tiene para el despliegue naval de sus buques de guerra. La Casa Blanca necesita mantener Rota y Moncloa necesita una buena relación con Estados Unidos. Al margen del color del partido que ocupe la presidencia del Gobierno.

Primero juntos y luego por separado, tanto el que fuera Secretario General del PSOE y presidente del Gobierno como el que fuera su segundo para todo, hasta que el Felipe González mató políticamente a Alfonso Guerra para cambiar de forma definitiva al socialismo español, no dudaron en acabar de forma metódica e implacable con cualquier mínima e insignificante disidencia interna. Lo pueden atestiguar desde Joan Raventos a Nicolás Redondo y desde Pablo Castellano a Joaquín Leguina, pasando por Rafael Escudero y hasta José Bono, por no hacer más larga la lista. Sus grandes adversarios no fueron ni Manuel Fraga, ni Santiago Carrillo, ni Adolfo Suárez, al que llamaron de forma reiterada “tahúr del Mississippi” en el Hemiciclo del Congreso. Rompieron en pedazos, junto al resto del “Clan de la tortilla” sevillano, al PSOE que intentaba regresar del exilio para hacerse con el poder interno y sentar las bases de catorce años de poder en España.
La vicepresidenta segunda del Gobierno intentó que Sumar fuera una formación plural en su ideario, pero única en su estructura. No lo consiguió y hoy sólo puede negociar con diez parlamentarios de los 31 que consiguió el bloque de formaciones en las elecciones de 2023. Podemos se marchó con sus cinco diputados y tras el adiós de Lilith Verstrynge, sustituida por Candela López, está con cuatro pero no dará su apoyo a Yolanda Díaz en ningún planteamiento dentro de la izquierda, y tanto Ione Belarra como Pablo Iglesias intentarán pactar con otras formaciones una futura coalición electoral. Los Comunes empezaron con cinco pero se han encontrado con el regalo de López. Izquierda Unida se mantiene con cinco, Más país y Más Madrid con dos, al igual que Compromís, mientras que Cha y Més mantienen el escaño que les “tocó” en el reparto.
Utilizar a la OTAN para posicionarse electoralmente es un viejo truco de los líderes del PSOE. Lo utilizó Felipe Gonzalez ante el referendum que convocó Leopoldo Calvo Sotelo, con su estudiado y ambivalente: “de entrada, no”, para ganar las elecciones y mantener a nuestro país en la Organización. Pedro Sánchez ha hecho lo mismo: no al 5% del PIB para invertir en Defensa y en detrimento de otras áreas. Es un movimiento obligado ante el deterioro de la situación política en la que vive, una forma de posicionarse a favor de las tesis que defienden la mayoría de sus socios de investidura.
¿Conseguiría hoy el PSOE los 7.821.718 votos y los 121 escaños que logró el 23 de julio de 2023?. Lo más probable es que no y que serían menos. ¿Cuántos menos?: si hacemos caso a los datos del CIS no sólo serían menos, serían más, en contra de todas las demás encuestas y sondeos electorales y del desgaste de los escándalos de presunta corrupción que le está afectando al socialismo día tras día. Lo más lógico es que se impusiera el hartazgo entre los votantes del PSOE de hace tres años y que decidieran votar a otras opciones o que se abstuvieran, con lo que las matemáticas electorales de la Ley D´Hont saltarían por los aires, sin poder precisar los efectos que una menor participación en las urnas, muy probablemente por parte de los votantes de izquierdas, tendría en el número de escaños. ¿Un cambio de candidato cambiaría la tendencia de voto?. Es imposible asegurarlo en uno u otro sentido pero lo más probable es que se produjera un hundimiento de las siglas a nivel nacional, sobre todo en aquellas Autonomías donde gobierna el PP, con la notable excepción de la Comunidad Valenciana donde la presencia de Carlos Mazón es uno de los grandes déficits del Partido Popular.
Tras casi cinco horas de reunión del Comité Ejecutivo del PSOE y otras tres de preparación de su rueda de prensa, el presidente del Gobierno dejó su cargo público a un lado y se presentó ante los periodistas como el líder de un partido en el que la traición de dos de sus principales colaboradores y amigos le habían dejado confuso y muy dolido. Pedro Sánchez no lo dijo de forma textual, pero el resumen de sus explicaciones y las respuestas a las pocas y endebles preguntas que le hicieron, es el siguiente: “no me quiero ir, y los que opinen lo contrario que me derroten”.
El 25 de abril de 2015 Pedro Sánchez celebraba el Día De la Rosa asistiendo a una exhibición de aizcolaris en compañía de Santos Cerdán y con Koldo García como estrella. El baracaldés le enseña al entonces secretario general del PSOE el filo del hacha. Ninguno de los tres podía imaginar que diez años más tarde el filo del hacha de la corrupción comenzaría a romper en pedazos al Gobierno y al partido.
El ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, celebra el acuerdo sobre Gibraltar con el comisario Maros Sefcovic, el ministro británico David Lammy y el ministro principal gibraltareño Fabian Picardo
El ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, celebra el acuerdo sobre Gibraltar con el comisario Maros Sefcovic, el ministro británico David Lammy y el ministro principal gibraltareño Fabian Picardo

Europa nos quitó una verja política y España quita la que pedía Gran Bretaña en Gibraltar

Hace 40 años y tras más de otros 25 de coqueteos España formaba su adhesión a la Europa que nos quitaba la verja política que había puesto al franquismo. Los europeos podían venir de vacaciones y llegaron en masa; podían comerciar con las empresas españolas pero políticamente el régimen de Francisco Franco seguía fuera de las normas democráticas que se impusieron por los vencedores tras la II Guerra Mundial. El 12 de junio de 1985 Felipe González firmaba en el Palacio Real, bajo la mirada del Rey Juan Carlos, el ingreso en el exclusivo club de la Europa de Mitterrand y Olof Palme.
Decir quién era José Enrique Serrano es tan fácil como imposible. El profesor de Derecho del Trabajo en la Universidad Complutense se convirtió con 35 años y durante otros cuarenta en un consejero indispensable para tres presidentes del Gobierno, para dos vicepresidentes, para varios ministros, para varios Secretarios Generales del PSOE y hasta para muchos adversarios políticos, que le respetaban por su característica esencial: la defensa del diálogo como norma de la democracia.
Si el presidente de Francia, el primer ministro de Reino Unidos, el primer ministro de Polonia, el primer ministro de Alemania….y el secretario general de la OTAN, el inefable, dúctil, independiente, objetivo y amigo histórico de España como es el holandés Mark Rutte, dicen que en menos de cinco años Rusia atacará a los países de la Unión Europea habrá que creerlos. Si nos mienten deberían dimitir de forma inmediata y marcharse por utilizar el miedo colectivo para intentar revitalizar las decadentes industrias de los principales países; si aciertan de poco valdrán las descomunales inversiones que significan los 500.000 millones de euros en Defensa a costa de rebajar de forma muy importante el llamado estado del bienestar. Si Vladimir Putin decide que la Rusia de hoy debe invadir a Occidente asistiremos a la destrucción total de esta parte del mundo. Será una guerra atómica con lanzamiento de cabezas nucleares por ambas partes. Ucrania es el chivo expiatorio de las malísimas decisiones que se tomaron hace once años.
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