16 de agosto de 2025
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Se trata de que el nuevo curso político se parezca lo más posible al anterior. Debates sin sentido como los de las titulaciones profesionales mientras siguen recorriendo los pasillos judiciales las mismas acusaciones y los mismos protagonistas. Las cacerías personales y políticas continúan, con el Fiscal General, como el gran trofeo a conseguir. Su cabeza tiene un precio, como lo tiene la de Santos Cerdán y la del resto de acusados.
Se niegan a reconocer en público la evidencia. Todos los líderes políticos, todos con independencia de su credo político, desde Washington a China, pasando por la inquieta América del Sur, el Africa de las guerras tribales y la Europa que intenta mantener una posición en el mundo que ya no tiene, ni parece que lo vaya a tener, saben que ni el presidente ruso, ni el primer ministro Netanyahu van a parar en sus dos caminos en Ucrania y en Gaza y Cisjordania e incluso en el sur del Líbano.
A los 23 años se licenció en Ciencias Políticas por la Universidad de Santiago de Compostela pero su pasión era el periodismo y la comunicación. Miguel Tellado se ha dedicado con pasión al deporte de la lucha libre política. Primero en su pueblo natal, Ferrol, luego en Galicia para llegar, hace unos meses al cargo más alto que existe dentro del Partido Popular por debajo de la presidencia, la Secretaria General.
Fueron 202 los escaños que consiguió el PSOE de Felipe González el 28 de octubre de 1982. Han pasado 43 años y los socialistas de Pedro Sánchez siguen en el centro de los escándalos, con una estrategia por parte de la derecha política, que dice y hace todo lo que puede siguiendo el llamamiento de José María Aznar; y una derecha judicial que existe y no dice pero hace a través de los distintos sumarios que siguen abiertos. Los que imlican a dirigentes y ex dirigentes del PSOE son de largo recorrido y pasarán años antes de que puedan llegar a juicio y tener una sentencia; los que afectan al PP aparecerán para ser contados de nuevo en las vistas orales en un par de meses. Si los dos grandes partidos se empeñan en mantener las guerra de destrucción los ciudadanos presenciarán el peor de todos los espectáculos políticos de nuestra democracia: el lanzamiento desde los dos lados de la trinchera ideológica de misiles con una palabra en su costado: corrupción.
Viene a galope el nuevo curso político y el inconfundible olor electoral se extiende por toda España. Si el presidente del Gobierno se encierra con su trío de confianza (Zapatero, Illa y Marlaska) en La Mareta para decidir entre convocatorias, procesos judiciales, falsos currículos, y posiciones internacionales entre Washington y Pekín, que afectan de forma directa a grandes empresas multinacionales con los posibles gravámenes a nuestros productos; su máximo rival -mientras mira de reojo al Vox de Abascal - que es Feijóo se ha empeñado en mantener la estrategia de guerra total sin propuestas para el futuro, con su Secretario general cumpliendo con creces su papel de bombardero atómico.
El presidente de Estados Unidos no ha necesitado abrir ningún balcón para que los nobles de la Corte que acompaña al hombre que se sienta en el gran sillón de la Casa Blanca vieran sus cañones. A Donald Trump le ha bastado con extender su brazo sobre el enorme campo de golf de 36 hoyos de Aberdee, en Escocia, mientras le decía a Ursula Von de Leyen, la flamante presidenta de la Comisión Europea: “estos son mis poderes”. Los aranceles del 15% sobre los productos que Europa venda a Estados Unidos son, en palabras de la débil representante de los intereses europeos: “el mejor acuerdo posible”.
Ni el Partido Popular y sus dirigentes son franquistas, ni lo son los de Vox. El franquismo murió con Franco y lo hizo muy deprisa, casi sin darnos cuenta. De igual forma, las herencias de la II República y la oposición a la Dictadura durante los 36 años que duró no tienen nada que ver con las izquierdas republicanos de este primer cuarto del siglo XXI. Núñez Feijóo nunca podría ser Carrera Blanco, de igual forma que Santiago Abascal no podría ser José Antonio Girón y ni siquiera Blas Piñar. Tampoco puede ser Largo Caballero o Indalecio Prieto el presidente Sánchez, como no puede ser José Díaz o Santiago Carrillo el doblemente defenestrado Pablo Iglesias. Las comparaciones son tan obscenas como falsos los argumentos que se inviocan en la actual guerra política. Hay varias derechas y varias izquierdas, de la misma forma que las hubo entre 1931 y 1939, pero ninguna de las de hoy tiene nada que ver con aquellas.
Ni el Partido Popular y sus dirigentes son franquistas, ni lo son los de Vox. El franquismo murió con Franco y lo hizo muy deprisa, casi sin darnos cuenta. De igual forma, las herencias de la II República y la oposición a la Dictadura durante los 36 años que duró no tienen nada que ver con las izquierdas republicanas de este primer cuarto del siglo XXI. Núñez Feijóo nunca podría ser Carrero Blanco, de igual forma que Santiago Abascal no podría ser José Antonio Girón y ni siquiera Blas Piñar. Tampoco puede ser Largo Caballero o Indalecio Prieto el presidente Sánchez, como no puede ser José Díaz o Santiago Carrillo el doblemente defenestrado Pablo Iglesias. Las comparaciones son tan obscenas como falsos los argumentos que se invocan en la actual guerra política. Hay varias derechas y varias izquierdas, de la misma forma que las hubo entre 1931 y 1939, pero ninguna de las de hoy tiene nada que ver con aquellas.
Cambian los titulares y sus protagonistas pero no los formatos que utilizan los partidos españoles y sus dirigentes, la inmensa mayoría convertidos en ágrafos tecnológicos, incapaces de entender y aún menos utilizar las auténticas armas de destrucción masiva. Aparecen los curriculum falsos y se mantienen las corrupciones; aparecen Noelia y Cristobal y se mantienen Begoña y Santos. Los jueces siguen en el centro de las batallas. Y todo es diferente desde hace más de diez años. La mejor referencia está en Estados Unidos y las dos victorias de Donald Trump, bien acompañado en la última de ellas por las mayores fortunas tecnológicas del planeta Tierra. Aquí asistimos a las peleas a garrotazos mientras que tanto en USA como en China se construyen gigantescos almacenes de datos con detallados perfiles de miles de personas, las mismas a las que se lanzarán los drones invisibles del pensamiento inductivo.
| El presidente del TC, Cándido Conde-Pumpido |
El último ejemplo está en la derrota parlamentaria del Gobierno. Hemos visto a las minorias nacionalistas emplear cada una de sus lenguas. El disparate continúa y es la principal arma que tienen desde Junts al BNG o el PNV para avanzar en sus deseos separatista, que terminarían con la España que conocemos. Paso a paso, sin desmayo y con chantajes legalizados se avanza de forma imparable en contra de la razón, la solidaridad y la economía de los recursos públicos. Somos el único país en toda Europa, en la que existen unas abundantes lenguas de carácter regional o autonómico, que se permite ese “lujo desintegrador” que ningún partido se atreve a cortar. Tampoco ese Tribunal Constitucional que debería velar, de verdad, por el bien común y no por los intereses coyunturales de unas minorías. Su actual presidente, Conde Pumpido, pasaría a la historia si diera ese primer paso.
En dos años, los que transcurren entre 1992 y 1994, el sistema político italiano que se estructuró tras la II Guerra Mundial saltó por los aires. El bipartidismo imperfecto que se repartió el poder durante cincuenta años dejó paso a una investigación sobre cinco mil personas y a unas condenadas que afectaron a mil doscientas de ellas. La Democracia Cristiana de Aldo Moro (asesinado), Giulio Andreotti y Francesco Cossiga se deshizo; y el Partido Socialista de Sandro Pertini, Pietro Nenni y Bettino Craxi desapareció con este último huído a Túnez antes de ser detenido por corrupción. Hasta el Eurocomunismo que puso en marcha Enrico Berlinguer junto al francés George Marcháis y el español Santiago Carrillo tuvo que transformarse y cambiar de nombre.
El presidente del Gobierno y su “Comité de Salud Pública” sigue ofreciendo cabezas a la guillotina sin tener en cuenta que la afilada hoja sirvió para cortarle la cabeza al mismísimo Robespierre. Una vez que se instala en la plaza pública para deleite de los ciudadanos se convierte en un Moloch sediento de sangre. Para no viajar tan lejos y mientras la vieja Europa se inclina con reverencia ante uno de los sucesores de aquella Revolución que se trasladó al llamado Nuevo Mundo, podemos quedarnos en el último tercio del siglo XX cuando los sueños de los pobres de la Tierra eran aplastados por la gerontocracia del que presumía de ser la interpretación realista del marxismo teórico de dos burgueses alemanes.
La pelea a garrotazos entre Sánchez y Feijóo, con el resto de partidos en los rincones del ring, listos para arrojar la toalla si fuera necesario en el caso del presidente del Gobierno, sirven para que la Europa dispuesta a invertir quinientos mil millones de euros en Defensa se divierta con el espectáculo mientras que sus grandes ejecutivos se reparten ese inmenso botín. La sucia pelea entre los principales dirigentes de la política patria está impidiendo que España ponga en valor sus capacidades militares, su situación estratégica y la capacidad tecnológica de sus empresas. Otra de esas desgracias cíclicas que son muy del agrado de nuestros rivales a la hora de repartir dinero y posiciones de mercado. No aprendemos. Y el problema no se resolverá hasta que no se celebren nuevas elecciones y haya un nuevo Gobierno.
Nada fué nuevo en el Hemiciclo del Congreso. Por la mañana de este miércoles, 9 de julio, se iba a hablar de corrupción y todos lo hicieron. El guión las palabras, los adjetivos más duros, todo ya estaba dicho y escrito en los medios de comunicación desde hace semanas. Más de lo mismo en boca de los mismos. No existen otros temas, ni otras ambiciones. Cuchillos corvos en cada frase con los que intentar matar al adversario.
Los cuatro expresidentes del Gobierno que están vivos tiene la memoria muy corta y la lengua muy larga. Son auténticos pirómanos que se pasan el día arrojando bidones de gasolina sobre los incendios políticos que protagonizan los dirigentes de los partidos, en especial dos de ellos, los que más deberían recordar y aplicarse las cinco palabras que el Rey Juan Carlos le dirigió al entonces presidente de Venezuela, Hugo Chàvez, durante la XVII Cumbre Iberoamericana celebrada en noviembre de 2007 entonces Santiago de Chile. Aquel : “ por qué no te callas” se convirtió en un clásico tras dar un millón de vueltas por las redes de todo el mundo.
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