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    27 de julio de 2024

Tur Torres

Sin las redes sociales y su expansión incontrolada e incontrolable sería inútil intentar explicar la existencia de Alvise Pérez y su éxito en las pasadas elecciones europeas. Tres diputados para una formación que tomó el nombre de una frase que bien podía ser el estribillo de un perreo musical, pero no. La fiesta no se ha terminado, apenas está en sus inicios.
La esposa del presidente del Gobierno, Begoña Gómez, nos ha dejado a todos, al juez el primero, con un palmo en las narices. Iba a someterse a las preguntas del magistrado y ha optado por negarse a declarar. Podía hacerlo y con el consejo de su abogado, Antonio Camacho, lo ha hecho. Dentro de la Ley, por supuesto.

Termina la cumbre de Washington de la OTAN mientras los pacos entre Rusia, China, Iran y Corea del Norte crecen. Habrá más ramas y más destrucción. Más dolor y más imágenes de la barbarie. Los dirigentes políticos por un lado. Y los ciudadanos por otro. Mensajes y noticias verdaderos y falsos, cada vez menos comprensibles, pero igualmente dañinos. Así pasen otros miles de años, que parece que nada cambia y todo está escrito.

Primero fue el presidente del Senado, después la presidenta del Congreso. Ambos obedecían las órdenes de sus dos jefes, Alberto Núñez Feijóo y Pedro Sánchez. Uno y otra se declararon la guerra institucional desde el primer momento. Si Pedro Rollán cambió el Reglamento del Senado para acosar al Gobierno y retrasar todo lo posible las iniciativas legislativas que salieran del Consejo de Ministros, desde la amnistía a los Presupuestos Generales del Estado; la presidenta del Congreso ha aprovechado la puerta de atrás de la Ley de Paridad para tener manos libres en el aumento del gasto público. De trampa legal a trampa legal y que decidan los tribunales, que ese va a ser, de nuevo el camino.
Hoy, 19 de junio , se cumplen los diez años de llegada al trono de Felipe VI. De había anunciado unos días antes y se formalizaba y así aparecía ante los españoles con un gran abrazo entre Juan Carlos I y su hijo. La Institución por encima de los afectos familiares. Siempre había sido así y así se mantenía bajo la mirada de la persona que más ha hacho por la estabilidad dinástica, la Reina Sofía, capaz de aguantar y asumir el difícil e ingrato papel de consorte.
Demasiadas derrotas sucesivas, demasiadas voluntades defraudadas, demasiadas venganzas personales, demasiadas restas bajo el pomposo e inútil nombre de Sumar han obligado a Yolanda Díaz a dejar su cargo de coordinadora de la coalición de pequeños partidos de la eterna y dividida izquierda que tuvo su origen en el PCE que regresó a la vida política española de la mano de Santiago Carrillo, primero, y Julio Anguita después, ya como Izquierda Unida. Nunca un nombre estuvo más en contradicción con su esencia interna. Yolanda, siempre vestida de blanco, tanto para anunciar sus intenciones de llegar a ser la primera presidenta de España como para anunciar su huída del cargo orgánico interno, pero, eso sí, sin renunciar a su puesto gubernamental de vicepresidenta.
El presidente francés no ha esperado a los resultados oficiales. Al primer sondeo de las urnas se ha rendido y ha anunciado que disuelve el parlamento y convoca elecciones para el próximo 30 de junio, en primera vuelta, y para el 7 de julio, en segunda si fuese necesaria. La debacle de su formación ha sido rotunda. La sociedad francesa le ha dado la espalda, harta de sus continuos cambios en política exterior y su repetida defensa de entregar más armas a Ucrania hasta que Zelensky venza a los rusos.
Pasa el tiempo y los errores que cometió el entonces presidente de la Generalitat, Artur Más sigue persiguiendo a los actuales dirigentes del nacionalismo catalán, tanto a Puigdemont como a Junqueras y al resto de políticos que intentaron seguir el sendero que había marcado el hombre que había sucedido a Jordi Pujol al frente del Gobierno autonómico.

Insiste el presidente del PP en exigir a Pedro Sánchez que convoque elecciones generales cuando aún no ha pasado un año de las últimas. No quiere esperar tres años pero las prisas son malas. Al PP le interesaría que los españoles acudiéramos a las urnas, sobre todo si dentro de trece días gana las europeas aunque sea por un escaño. Su problema es que al otro lado, en La Moncloa, Pedro Sánchez no quiere repetición electoral y espera que los años hagan el trabajo de desgaste y cansancio que producen cinco manifestaciones en las calles de Madrid en apenas seis meses. Las encuestas, las privadas y la pública del CIS, hacen su papel de incentivar el voto, más que en auscultar de verdad la voluntad de elección de los españoles.
Los presidentes y jefes de gobierno de los 27 países del euro, junto a los máximos responsables del BCE, Christine Lagarde y Luis de Guindos, están convencidos - guerra de Ucrania por medio - de que urge relanzar la Agenda del Crecimiento basada en la utilización de instrumentos financieros para tecnología e infraestructuras
Grababa hace noventa años el argentino Carlos Gardel una de las canciones más inolvidables de la música en español. El cantante la compuso junto al poeta Alfredo Le Pera un año antes de morir y al oírla se puede descubrir en ella que encaja a la perfección con la moderna y democrática historia de la Monarquía española. En “Volver” están nuestros cuatro Reyes actuales, los padres, el hijo y la nuera. Apenas cuarenta y tres versos en los que oír: “que es un soplo la vida/ que vente años no es nada/ que febril la mirada/ errante en la sombra, te busca y te nombra".
Desde su “exilio” en lo que llama la Cataluña Norte, el ex president justifica la derrota del independentismo en dos motivos, la abstención y la división que representan tanto la ERC como la Cup. Su crítica al españolismo, con el PSC a la cabeza, unido a las palabras de Pere Aragonés de “ pasar” a la oposición, colocan al futuro de Pedro Sánchez y su Gobierno en dificultades. Si llevan sus amenazas al Congreso la actual Legislatura estará muy debilitada.
Dentro de tres semanas ,en el estadio de Wembley, el Real Madrid intentará ganar su decimoquinta Copa de Europa, lo que niingún otro club de futbol ha hecho y es muy difícil que lo consiga. El secreto del éxito está en los jugadores, en el entrenador, en los aficionados que empujan y empujan desde las grandes del estadio Bernabeu pero por encima de todo ello lo que aparece es la estructura empresarial que ha montado un ingeniero de Caminos, Canales y Puertos, que quiso dedicarse a la política desde las urnas electorales, hasta que descubrió que la gran política, la de verdad, la que define la imagen de un país se puede hacer y se hace desde un palco, convertido en uno de los grandes despachos del poder. Lo era con Santiago Bernabéu y dejó de serlo hasta que llegó Florentino Pérez, al que como presidente de un súper grupo empresarial no le tiembla la mano cuando cree que debe cambiar de equipos directivos. Los amigos son otra cosa.
El presidente francés escondía bajo su apariencia de diletante francés y heredero de la “gauche divine” de los años sesenta y setenta del siglo pasado, de liberal económico a ultranza y defensor de la convivencia y el idálogo, en un auténtico killer global, defensor de la intervención directa de la OTAN en Ucrania, de defender la presencia francesa en el Africa Subsahariana, para terminar ofreciendo a la vacilante Europa las bombas nucleares que posee su armamento. Tiene un problema creciente con los millones de creyentes musulmanes, de primera, segunda y hasta tercera generación en sus ciudades, barrios y calles, pero es incapaz de resolverlo. A la España de Pedro Sánchez le ofreció un abrazo mientras intentaba robarle su protagonismo en Marruecos.
Un día después de la proclama de Pedro Sánchez desde las puertas de La Moncloa, queriendo transmitir la necesidad de una moralización de la vida pública a través del control social ejercido desde el poder político, se echa en falta la definición de la realidad. Estamos en el siglo XXI, con nuevos conceptos de matemática social a los que podemos incorporar la figura ilustre de Euclidis y sus premisas dimensionales, tal vez más prácticas que las divisiones del poder del barón de Montesquieu.
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