Los dos expresidentes del Gobierno vuelven a estar de acuerdo, si primero lo estaban con sus críticas a Pedro y su deseo de que abandonara La Moncloa y el liderazgo del PSOE, ahora lo están en su apoyo sin fisuras al Estado de Israel que tiene de primer ministro de Benjamín Netanyahu. Lo explican mal y de forma cínica como corresponde a dos dirigentes políticos que han demostrado su capacidad para mentir cuando hace falta y para cambiar de amistades cuando han colocado sus intereses personales por delante del de todos los demás.
A Felipe González no le queda nada del “Isidoro” que se hizo con el poder en el viejo Partido Socialista y consiguió dirigir a este país durante más de trece años. Como experto “killer” político acabó con todos sus rivales de dentro y fuera del socialismo y hasta intentó dejar sucesor en ese “trono”, primero con Joaquín Almunia a costa de Josep Borrell, luego con Narcís Serra y José Bono para ayudar a Rodríguez Zapatero (por más que dejara a Alfonso Guerra y a Matilde Fernández el trabajo sucio en el interior del partido) para terminar con Alfredo Pérez Rubalcaba y Eduardo Medina frente a Pedro Sánchez, en estos -últimos ejemplos pasándose al ganador sin que le temblara el pulso. Abandonó la presencia política pero no la actividad económica de la que se nutre una gran parte de esa misma política.
A José María Aznar le ha ocurrido lo mismo por otros caminos. De aquel “váyase señor González” que repetía con la misma insistencia que ahora lo hace Núñez Feijóo para referirse a Sánchez, no queda ni una de sus entonces señas de identidad, el rotundo bigote que le hacía parecer de más edad y con el que se ganaba el respeto entre los suyos y sus votantes. Utilizó a Rodrigo Rato y a Jaime Mayor para luego elegir a Mariano Rajoy, al que consideraba más maleable y más proclive a seguir sus consejos. Le salió regular y tras intentarlo con Pablo Casado - para no hacer más larga la lista de damnificados - pensó que al lider salido de las Juventudes Populares se le tenía que acabar la suerte y que, tras analizar que ni Dolores Cospedal, ni Soraya Sáenz de Santamaría, iban a poder cumplir los requisitos mínimos de ganar unas elecciones , el mejor de los caminos era un “golpe” interno y allanar el camino al hombre que gobernaba en Galicia por mayoría absoluta, Alberto Núñez Feijóo.
Dicho y hecho. De nuevo las matemáticas no le ayudaron y la mayoría del Congreso, esos 176 escaños necesarios, se movían hacia el increíble y mentiroso Pedro Sánchez.
Con la guerra, la destrucción, el genocidio de Gaza tanto Gonzalez como Aznar han encontrado un punto en común con el que mantener su influencia. Muy lejos de la moral, la ética y hasta las resolucionesde
la ONU. Si Netanyahu asegura que no habrá Estado Palestino y se siente apoyado por USA todo lo demás sobra.
Si (
No(
