Con seguridad, la gran mayoría de los manifestantes, que pedían hasta la cárcel para el presidente del Gobierno y la convocatoria de elecciones generales, a un tiro de piedra de la sede del PSOE y en la meseta del Paseo del Pintor Rosales desde la que se domina ese viejo aprendiz de rio que es el Manzanares, no sabían dónde está la pequeña ciudad de Debod, en Egipto y mucho menos quienes eran los dioses a los que estaba dedicado: Isis, que representaba la magia, y Amón, que logró convertirse en el rey de los dioses. Cualquier comparación que se pretenda hacer con
Isabel Díaz Ayuso y
Alberto Núñez Feijóo, sería una mera coincidencia, pese a reconocer que la presidenta de la Comunidad de Madrid posee una considerable dosis de magia política y que el presidente del PP aspira a sentarse en el trono de La Moncloa.