Entretienen al personal, llenan páginas impresas, pantallas de ordenador y de tabletas, promueven y alientan opiniones con escaso rigor y menos analisis objetivo. En seis meses y dos elecciones generales las encuestas han perdido toda su credibilidad, con jndependencia de quien las haga. Sobre todo cuando se presentan de forma màs tramposa aún ynos dicen que tienen un gran rigor por la muestra sobre la que han trabajado h que apenas sobrepasa las mil llamadas telefónicas. Si la palabra fraude no fuera muy fuerte para hablar de estos trabajos de encargo y de parte, la empleriamos muy a menudo.