Fueron 202 los escaños que consiguió el PSOE de Felipe González el 28 de octubre de 1982. Han pasado 43 años y los socialistas de Pedro Sánchez siguen en el centro de los escándalos, con una estrategia por parte de la derecha política, que dice y hace todo lo que puede siguiendo el llamamiento de José María Aznar; y una derecha judicial que existe y no dice pero hace a través de los distintos sumarios que siguen abiertos. Los que imlican a dirigentes y ex dirigentes del PSOE son de largo recorrido y pasarán años antes de que puedan llegar a juicio y tener una sentencia; los que afectan al PP aparecerán para ser contados de nuevo en las vistas orales en un par de meses. Si los dos grandes partidos se empeñan en mantener las guerra de destrucción los ciudadanos presenciarán el peor de todos los espectáculos políticos de nuestra democracia: el lanzamiento desde los dos lados de la trinchera ideológica de misiles con una palabra en su costado: corrupción.
El presidente del PNV quiere dejar resuelto el problema de su sucesión antes de la Asamblea general del partido, que se celebrará a finales de marzo. Su candidato es el portavoz en Madrid, Aitor Esteban, quien ya ha dicho que para él “sería un honor presidir el partido” en el que milita desde siempre. Si Andoni Ortuzar consigue su objetivo, que es impedir que el ex-lendakari Iñigo Urkullu ocupe su cargo, lo anunciará en los tres próximos días. Tiene todo a su favor pero si ve las dificultades puede que de marcha atrás y se vuelva a presentar.
Los que se extrañen de lo que está pasando en Cataluña con la pretensión de Carles Puigdemont de volver a la presidencia de la Generalitat por encima del ganador de las elecciones, y las dudas internas de la Esquerra Republicana entre el pactista Junqueras y la intransigente Borrás, es que se olvidan que esa carrera - en la que también están sus homónimos vascos - comenzó desde el primer minuto de la aprobación de la Constitución de 1978, nacida para durar cien años y que se ha ido pervirtiendo y deteriorando durante estos 46 años de existencia. A la fábula de la libere y la tortuga hay que incorporar al gato, la mejor expresión hope del poder judicial frente a los otros dos poderes. A la amnistié ya la tiene entre sus afilados colmillos.
Es muy difícil que el Partido Popular pierda las elecciones del próximo domingo en Galicia pero es posible que pierda el Gobierno de la Xunta. Lo que ya es seguro es que los socialistas gallegos seguirán como tercera fuerza y que no tendrían más opción que apoyar al Bloque Nacionalista Galego si se diera la circunstancia de que entre las dos formaciones llegaran a sumar 38 escaños en el Parlamento. Galicia se ha convertido en la tercera base sobre la ya se asienta la España Federal.
Hoy, aceptemos sin reservas que fueron los vascos y miembros de ETA, Jesús Zugarramurdi, José Miguel Beñarán y Javier Larreategui los que mataron el 20 de diciembre de 1973 al entonces presidente del Gobierno, Luís Carrero Blanco; y aceptemos de la misma forma que fue la ex militante del PCE, Eva Forest, la que les ayudó desde el principio con el alquiler del piso bajo en la calle madrileña de Claudio Coello hasta su huida a otro piso en la localidad de Alcobendas, antes de cruzar la frontera y llegar a Francia un mes más tarde. Lo que llevamos sin saber 50 años más tarde quién o quienes les ayudaron para impedir que el franquismo se perpetuara.
Puede que en unas horas o unos días Carles Puigdemont consiga que Pedro Sánchez le haga saber a su enviado especial y secretario de Organización del PSOE, Santos Cerdán, que debe firmar lo que el ex presidente de la Generalitat y huido de lujo en Waterloo le ponga sobre la mesa. El presidente en funciones puede que consiga esos siete votos que necesita en el Congreso para mantenerse al frente del Gobierno, pero será tan sólo uno de los seis contratos, de mayor o menor enjundia que debe firmar para conseguir su investidura e iniciar una Legislatura que resultará inútil por estar muerta.
La representación oficial del pacto entre Pedro Sánchez y Yolanda Díaz tenía mucho de teatral y poco de política. Pensar que el líder del PSOE y presidente en funciones y la líder de Sumar ( que no de Podemos ) y vicepresidenta empeñada en que cada una de sus intervenciones públicas trasladen más a sus oyentes sus evidentes carencias formativas, iban a avanzar en el laborioso pacto de investidura que debería celebrarse a mediados de noviembre, era y sigue siendo una pesadilla en la que, en el centro de la misma, aparecen cogidos de la mano los nacionalistas catalanes y vascos.
Era sólo cuestión de tiempo y ese tiempo ha llegado. La Constitución que se aprobó por una aplastante mayoría de españoles en 1978, hasta convertir esa fecha en un mito democrático, está gangrenada y lo que deben hacer los dirigentes políticos es elegir el mejor camino para curarla y evitar que, con mayor o menos dignidad, acabe en el cementerio. Ha cumplido con creces la misión que le encomendaron sus “siete padres” oficiales (Manuel Fraga, Miguel Herrero, Gabriel Cisneros y Juan Pedro Pérez Llorca, por la derecha; Gregorio Peces Barba y Jordi Solé Tura, por la izquierda; y Miguel Roca por la entonces moderada derecha catalana): sentar las bases para una Transición que convirtiera a España en una Democracia.
En el fondo de la elección de la presidencia del Congreso y de la Mesa del mismo están los viejos tres problemas sin solución que se repiten en España desde hace noventa años. En el laberinto del Hemiciclo, la única salida viable para evitar elecciones está custodiada por el Minotauro Carles Puigdemont, de ahí que hasta desde el PP, por boca de Bendodo le hayan echado un mini piropo electoral. Los nacionalistas quieren visibilizar su poder en lo más alto y dada la “imposibilidad” de que un diputado de Junt o de Esquerra presida el Congreso, surge la duda: ¿aceptaría Puigdemont a un presidente de la Cámara del PNV a cambio de darle su apoyo a Pedro Sánchez?.
Lo ha vuelto a hacer. El lendakari vasco, Iñigo Urkullu, que mantiene la misma línea que trazaron sus antecesores en el Gobierno, pide más independencia para Euskadi y utiliza a Europa para no tener que pasar por nngún Refreréndum, ni por ningún cambio constitucional. A diferencia de los dirigentes catalanes del independentismo, como Puigdemont o Aragonés, el representante del PNV sabe que el mejor de los caminos es “pasar por encima”, dejar a un lado a España y pedir que Europa se articule en torno a las regiones y territorios con identidad propia.
Cree que los beneficios de la banca confirman lo "adecuado" del gravamen diseñado por el Gobierno y pide a los bancos que sean "parte de la solución" para poder "capear" la subida de los tipos
Le bastaron ocho versos a Antonio Machado para hacer un retrato de España. Hace 110 años de aquella fotografía hecha en palabras de la que nuestra clase política no para de hacer copias. La misma España que muere y mata, y la misma España que bosteza mientras unos pocos insisten en ponerle color de sangre a las dos mitades que, con calculado precisión, buscan helar el corazón de los españoles. Unas palabras y una guitarra que deberían sonar en el Congreso.
Fueron 202 los escaños que consiguió el PSOE de Felipe González el 28 de octubre de 1982. Han pasado 40 años y los socialistas de Pedro Sánchez siguen en el centro del espacio político. Subidas y bajadas hasta llegar a este 2022 en el que su principal adversario, el PP de Alberto Núñez Feijóo, cree que en la siguiente cita electoral tiene la victoria asegurada. Para gobernar no basta con ganar en las urnas, se tiene que lograr la mayoría en el Congreso.
"Creo que conviene que en esta ocasión no se separen debates cuando hay comunidades autónomas que están propiciando y pidiendo esas rebajas fiscales a los que más tienen"
Ya han probado el amargo saber de la derrota ( PSOE y Unidas Podemos ) y el nectar de la victoria ( PP ) en Madrid, Castilla y León y Andalucía. La siguiente “desgustación” será en mayo del año que viene, y el gran banquete, el de las elecciones generales, no tiene fecha fija, dependerá de la voluntad de ese “cocinero político” que es Pedro Sánchez. Los platos- las promesas- se conocen y tendrán que presentarlas desde la derecha a la izquierda pasando por los nacionalistas.
Al acto no han acudido Aragonès, Urkullu, Ayuso, Revilla ni Abascal ni Arrimadas
Seguro que existe un enamorado/a del cine en el complejo de La Moncloa. Sólo desde el conocimiento profundo del séptimo arte español se puede haber dejado para el regreso de las vacaciones, allá por el mes de octubre la solución de los enredos políticos, económicos y estructurales de este país, con sus protagonistas de sainete hispano y sus dos finales posibles que desembocarán, como ocurrió con el film del director valenciano ( que habría cumplido 101 años en este inicio del verano) , en un fracaso tan previsto como cantado desde la oposición interna y desde los “guardianes europeos”.
Convertir a Indra en la más poderosa arma de futuro de este país es una tarea que exigiría un Gobierno muy fuerte, muy cohesionado y con diálogo y explicaciones sobre el objetivo a conquistar con la oposición. Pedro Sánchez quiere pero cada paso que da es un paso hacia atrás.
Si en lugar de Rabat la escena de 35 minutos con Pedro Sánchez y Mohamed VI de protagonistas se hubiese rodado en Casablanca en lugar de Rabat, el presidente del Gobierno español le hubiese podido decir al rey de Marruecos la misma frase que le dice el cínico, descreído pero honesto con sus amores, Rick, al también cínico, descreído pero honesto con sus amores, el gendarme francés :” presiento Louis que este es el inicio de una hermosa amistad”.
Plantea la posibilidad de que Madrid haga esa política para "luego exigir financiación autonómica al Estado" y compensar su menor ingreso. El presidente de Aragón, Javier Lambán, a su salida de esta reunión en Ferraz. En este punto, el dirigente socialista ha pedido que se eviten debates que, según ha dicho, "supongan criticar las políticas de otros compañeros"
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Tiempo de guerras sucias en la política, de resoluciones judiciales e investigaciones de las fuerzas de seguridad y de alianzas y cambios en las grandes empresas que marcan la posición de España en dos sectores tan estratégicos como son la Defensa y las Telecomunicaciones, con Indra y Telefónica en el centro de la tela de araña que explica una buena parte de la posición de Pedro Sánchez dentro de le OTAN y la necesidad de invertir el 5% del PIB, sin que se pueda dejar a un lado otra de las grandes bazas con que cuenta España de cara a Estados Unidos y las exigencias de Donald Trump, la base de Rota, pieza esencial para que los bombardeos de la aviación norteamericana sobre Iran hayan tenido lugar, al igual que lo tiene para el despliegue naval de sus buques de guerra. La Casa Blanca necesita mantener Rota y Moncloa necesita una buena relación con Estados Unidos. Al margen del color del partido que ocupe la presidencia del Gobierno.
La presidenta de la Comunidad de Madrid vuelve a tomar la delantera a su jefe político. Mientras Alberto Núñez Feijóo y su equipo de confianza se plantean qué hacer ante el ciclón político que ha llegado a la Casa Blanca, Isabel Díaz Ayuso ha felicitado a Donald Trump por su llegada a la presidencia de Estados Unidos y le ha dicho que en Madrid tiene su “segunda casa” frente a ese BRICS encubierto que según Trump es Pedro Sánchez. No se trataba de una equivocación o de un error grosero en la política internacional. En washngtón saben muy bien que los BRICS son Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, juntos pero no revueltos en sus intereses y situaciones internas, la intención de colocar en ese espacio global a España es una amenaza a tener en cuenta.
En las elecciones autonómicas de 2020 la mitad de los vascos que tenían derecho a votar se quedaron en casa. Cuatro años antes acudieron a las urnas un diez por ciento más. Este próximo 21 de abril veremos si sube o baja el porcentaje del evidente desencanto electoral de los ciudadanos de Euskadi por su propio gobierno. Sumemos a esa realidad matemática la desigualdad que existe entre las tres provincias a la hora de lograr un escaño en el Parlamento autonómico: en Alava se consigue un asiento con cinco mil votos, en Guipúzcoa se necesitan diez mil y en Vizcaya dieciséis mil. Es otra de las incongruencias que tienen las leyes electorales en España. No todos los votos son iguales.
El balance de este año que acaba de hacer el presidente del Gobierno sólo podía ser uno y así ha sido: su mirada al vaso llamado España no puede estar más lleno, nada de medias tintas. Todo lo conseguido, pese a la mala situación europea, a la herencia recibida de los gobiernos del PP, y a dos guerras como las de Ucrania e Israel, se ha debido a las buenas decisiones tomadas por el Ejecutivo. En contra de las zancadillas, los ataques y la poca fe que tiene la oposición en las capacidades de los españoles. Sánchez diez, Feijóo cero.
Cambios en el Gobierno a la espera de más cambios en diciembre con la salida de Nadia Calviño y la subida de Escrivá para frenar las exigencias de Yolanda Díaz; cambios en la dirección del PP con más poder para Cuca Gamarra, Miguel Tellado y Carmen Fúnez y mucho menos para Elias Bendodo; cambios en los candidatos del PNV con la retirada obligada de Iñigo Urkullu, y de Bildu con la renuncia de Arnaldo Otegui. La Legislatura acaba de comenzar y ya se ve que va a ser más dura que la anterior, por lo menos hasta el “superjunio” de 2024 con sus tres elecciones.
A la cita han faltado no solo sus abuelos, los reyes eméritos y el resto de familiares (se ha prohibido su asistencia), sino también tres ministros: Irene Montero, Ione Belarra y Alberto Garzón, así como los representantes de ERC, Junts, EH Bildu, PNV y BNG y tres presidentes autonómicos
Ni el presidente del Gobierno en funciones, ni el líder de la oposición, también en funciones, podrán aguantar cuatro años de Legislatura en las condicione de desmembramiento político que existe en los partidos españoles. Pedro Sánchez puede conseguir los votos necesarios para lograr la investidura pero no podrá estar gobernando bajo la presión constante de miembros de su propio Consejo de Ministros y del resto de los partidos que le hayan apoyado. Lo mismo cabe decir de Alberto Núñez Feijóo, obligado a cambiar de equipo tanto si se convocan de nuevo las elecciones como si tiene que estar cuatro años de oposición.
Miramos tanto lo que dicen y hacen los independentistas catalanes, ya sean de Junts o de ERC que no nos fijamos en el partido que, con un sólo movimiento, llevaría al nacionalista vasco, Aitor Esteban, a la presidencia del Congreso; y al popular Alberto Núñez Feijóo a la presidencia del Gobierno. Los 5 escaños que tiene el PNV en la Cámara le bastarían al PP para conseguir lo que tanto están buscando. Al fin y al cabo fue el mismo PNV el que quitó a Mariano Rajoy de La Moncloa el que ahora puede llevar a ese mismo palacio al otro gallego convertido en su sucesor.
Terminada la Liga de futbol y las diferentes Copas que permiten títulos y llenan las arcas de los clubs, esos otros clubs que son los partidos han decidido alargar la lucha por el título de presidente del Gobierno. Como en el futbol hay d os favoritos, Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo, pero puede que, como ha pasado en la última jornada de la competición futbolística, ambos tengan que esperar hasta el último recuento e incluso hasta la última negociación, una vez el árbitro - que son las urnas - haya pitado el 23 de julio el final del partido.
Empeñados en destruirse como formación política y apoyo de un posible gobierno con el PSOE de Pedro Sánchez, tanto la dirección de Podemos como el difuso universo de Yolanda Díaz, deberían ser conscientes de que si su electorado abandona las urnas, por cansancio de sus enfrentamientos, lo pagarán muy caro a la hora de obtener representación en las instituciones, ya sean Autonomías, Ayuntamientos o el propio Estado.
No son muchos sus votos, ni los escaños que consigue en el Congreso de los Diputados, apenas seis durante los últimos cuarenta años, pero el PNV de hoy, con Iñigo Urkullu y Andoni Ortuzar, al igual qu el de ayer con Xabier Arzalluz y Carlos Garaicoechea, es uno de los partidos indispensables para la estabilidad de España y para muchos de los gobiernos de la Democracia. Son capaces de moverse con enorme rapidez para poner y quitar a presidentes y siempre conseguir unos buenos réditos económicos. Más que cartas lo que utilizan son hojas de cálculo.
Ganada la moción de censura en junio de 2018, y antes de convocar las elecciones generales a las que se había comprometido, Pedro Sánchez se encontró con de esos regalos políticos que hacen la vida más fácil a quien tiene el poder. En mayo de 2019 nueve autonomías y la mayor parte de los grandes Ayuntamientos pasaron a estar gobernados por la izquierda. Hoy la situación ha cambiado y la Legislatura depende de los resultados en esas joyas del poder.
Si miramos el futuro de nuestra democracia y de quienes la representan en los distintos escenarios del poder, conviene echar un vistazo a ese pasado que justifica lo que ya han hecho y pueden volver a hacer los líderes, desde Sánchez a Feijóo pasando por Aragonés, Abascal, Díaz, Montero y hasta desde la sombra, Pablo Iglesias. Ahí está la baza oculta del líder del PSOE, junto a la hucha de 160.000 millones de euros que le va a proporcionar la Unión Europea, el egoísmo de las urnas.
En Euskadi, el Gobierno del PNV con Iñigo Urkullu al frente, quieren hacer lo mismo que está haciendo en Cataluña el Gobierno de ERC de Pere Aragonés, colocar al euskera como única lengua vehicular y marginar a ese español que volvemos a llamar castellano. El idioma se convierte en la mejor de las armas para deshacer lo que se ha ido haciendo, a trancas y barrancas, durante 500 años, ese territorio de encuentros que es España. Una ceguera histórica de la que en algún momento se arrepentirán los hoy representantes de la dividida izquierda.
Hace apenas cinco años, sin solución de continuidad los nacionalismos catalanes y vascos pasaron de Escocia a Canada pasando de vez en cuando por el norte de Italia y cerrando los ojos a lo sucedido en centroeuropa cuando de lo que eran Yugoslavia y Checoeslovaquía surgieron ocho países. Sus dos presidentes no olvidan la hoja de ruta y esperan, como siempre, su oportunidad.
Todas las medidas anunciadas por Pedro Sánchez en el debate sobre el Estado de la Nación contienen mucho ruido pero recogerán pocas nueces. La izquierda de Yolanda Díaz y la derecha nacionalista de Urkullu y Aragonés las aplauden con más o menos ganas. Saben que los nuevos impuestos a las eléctricas y los bancos serán aplaudidos por los ciudadanos, pero también saben que serán éstos los que terminarán pagándolos.
No era el único, ni el primero, ni eran azules, rojas o tricolores las lápidas que los tapaban. Recordar aquellas confidencias de los años en los que el protagonista se sentaba en el trono de La Moncloa puede que sirva para que la tentación de imitarle desaparezca. O que se establezca una lucha para ver quién la tiene más larga .
En un acto con empresrios en Vitoria-Gasteiz ha reprochado al PNV haber "cogido el gusto" a subir impuestos
Diez años después diecisietes presidentes de las 17 Comunidades autónomas se vieron las caras con el presidente del Gobierno, uno menos con el Rey Felipe VI, el de Cataluña, en un nuevo gesto de grosería política que no tiene, ni tendrá castigo alguno. Se buscaba una foto y se logró.
La negociación de los Presupuestos se ha convertido en una parodia del final estruendoso de las tragaperras escupiendo millones de dólares en la tercera parte del “remake” Casino Royal
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