El miércoles pasado el tribunal fijó la fecha de su declaración pero, de nuevo, la reanudación de los bombardeos sobre Gaza tras acusar a Hamas de haber roto los acuerdos de paz y haber atacado. Un batallón de ingenieros que estaba retirando las miles de toneladas de escombros que son la imagen más exacta de lo que ha ocurrido con la población palestina y los más de sesenta mil muertos como respuesta al ataque llevado a cabo contra los asistentes a un concierto en territorio de Israel matando en mil doscientos personas y secuestrando a otras doscientas, de las que aún quedan cadáveres por devolver a Tel Aviv.
La relación entre las investigaciones policiales, los sumarios mil, dos mil y cuatro mil que engloban los presuntos delitos de Netanyahu y los retrasos sufridos desde 2016 y sobre todo desde 2023 y 2025, a instancias del primer ministro y los dirigente empresariales que le apoyan en los medios de comunicación y en el Parlamento israelí, es imposible de evitar. La guerra contra el enemigo exterior que controlaba la Franja de Gaza, con la organización Hamas a la cabeza, le está sirviendo al “mejor amigo” de Donald Trump en la región para evitar sentarse ante un jurado.
Puede que la tregua - que no la paz en Gaza sobre los 20 puntos presentados por el presidente norteamericano - se rompa y que más muertos y destrucción dejen al propio Trump en una situación comprometida, justo cuando se dispone a entrevistarse en Budapest con Vladimir Putin en un nuevo intento de poner fin a la guerra en Ucrania. La posición de fuerza de La Casa Blanca se debilita ante sus socios europeos y los puros, el champán, las joyas y los presuntos favores económicos y empresariales que aparecen en los abultados sumarios que acorralan a Netanyahu, con más de trescientos testigos que están llamados a declarar, se conviertan en el eje de la hasta ahora imposible paz en el Donest, con Volodomir Zelensky encerrado en sus mil veces demandados misiles con los que atacar el territorio ruso.