Una investigación de la UNED, liderada por el catedrático Alejandro Higuera Matas, revela que las infecciones durante el embarazo y el consumo de cannabis en la adolescencia pueden aumentar el riesgo de desarrollar esquizofrenia. El estudio, que utiliza modelos animales para analizar cómo estos factores interactúan, muestra que solo aquellos expuestos a ambos elementos presentan alteraciones cerebrales relacionadas con la enfermedad. La 2 de TVE emitirá un programa especial sobre esta investigación titulado "En el umbral de la esquizofrenia". Los hallazgos subrayan la importancia de prevenir el consumo de cannabis en adolescentes, especialmente en aquellos con antecedentes de infecciones prenatales.
Una reciente investigación de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED), liderada por el catedrático Alejandro Higuera Matas, ha revelado que las infecciones durante el embarazo, combinadas con el consumo de cannabis en la adolescencia, pueden provocar cambios cerebrales que aumentan el riesgo de desarrollar esquizofrenia. Este hallazgo será abordado en un programa especial titulado En el umbral de la esquizofrenia, que se emitirá este fin de semana en La 2 de TVE.
El programa está programado para ser transmitido el viernes 25 de julio a las 09:30 h y nuevamente el domingo 27 a las 07:00 h.
A primera vista, una infección gripal durante el embarazo y el consumo ocasional de cannabis en la adolescencia podrían parecer eventos aislados y sin relación. Sin embargo, la investigación sugiere que ambos factores pueden converger en un mismo desenlace: un mayor riesgo de esquizofrenia. Higuera Matas explica que “el cannabis sí puede abrir una puerta a los trastornos psicóticos, pero solo en aquellos individuos con un riesgo especial, como aquellos que han sido expuestos a alguna infección durante su desarrollo prenatal”.
La conexión entre el uso del cannabis y la esquizofrenia ha sido objeto de numerosos estudios, aunque hasta ahora no se había logrado establecer una relación causal clara. Las preguntas persisten: ¿es el cannabis un detonante real de la esquizofrenia o actúa solo bajo circunstancias específicas?
Para esclarecer estas cuestiones, el equipo de Higuera utilizó modelos animales. Administraron THC, el principal componente psicoactivo del cannabis, a ratas adolescentes para observar si desarrollaban síntomas similares a los pacientes con esquizofrenia. No obstante, la clave radicaba en combinar este factor con otro más sutil: una infección durante el embarazo.
“Nuestra pregunta era si habría cambios cerebrales específicos en los animales expuestos al cannabinoide y a la infección que no se dieran ni en los animales expuestos solo a la infección o al THC”, resume Higuera.
Los resultados fueron sorprendentes. Solo aquellos animales que habían estado expuestos a ambos factores —infección prenatal y consumo de THC durante la adolescencia— mostraron alteraciones cerebrales claramente asociadas con la esquizofrenia. Estos cambios fueron detectables incluso antes de que aparecieran los síntomas conductuales típicos de los trastornos psicóticos. Además, eran alteraciones específicas, no observadas en grupos control ni en aquellos expuestos únicamente a uno de los factores.
La idea de investigar las infecciones prenatales como posible factor de riesgo para la esquizofrenia se origina en un estudio finlandés realizado en los años 80. Este análisis examinó si las madres de personas diagnosticadas con esquizofrenia habían estado expuestas al virus H2N2, causante de una pandemia gripal en los años 50. Esta línea investigativa abrió nuevas interrogantes sobre cómo ciertas agresiones durante el desarrollo fetal podrían dejar huellas duraderas en el cerebro.
Las técnicas empleadas por Higuera y su equipo, como la tomografía por emisión de positrones y análisis genético RNAseq, permitieron observar cómo la combinación de ambos factores genera alteraciones cerebrales únicas. Estas alteraciones afectan genes relacionados con la plasticidad sináptica y el metabolismo de neurotransmisores esenciales.
Las implicaciones prácticas son significativas. Aunque el cannabis no desencadena por sí solo la esquizofrenia, parece actuar como catalizador en cerebros ya vulnerables. “Esto abre una vía muy interesante para la prevención al permitirnos identificar a los individuos más vulnerables”, señala Higuera.
La investigación fue iniciada gracias a una Beca Leonardo, financiada por la Agencia Estatal de Investigación. Los hallazgos subrayan que no existe un único desencadenante para la esquizofrenia; más bien es resultado acumulativo de múltiples impactos ambientales durante momentos críticos del desarrollo.
Higuera enfatiza que estos datos deberían ser suficientes para contrarrestar la trivialización del consumo de cannabis entre adolescentes. Sugiere que “en un subgrupo especialmente vulnerable, el consumo de cannabis puede ser un agente causal desencadenante” y propone que las políticas preventivas deben enfocarse particularmente en jóvenes expuestos a eventos ambientales clave como infecciones prenatales.