Si en las elecciones de 2019 Vox alcanzó su máxima representación, tanto a nivel nacional como autonómico y municipal, cuatro años más tarde comenzaba su descenso de forma imparable. De los 52 escaños en el Congreso pasó a treinta y tres, y lo mismo le ocurrió en Andalucia, en Madrid y hasta en Murcia. El PP dejaba el espacio del centro político y se lanzaba a arrinconar a su propia derecha, la que le había puesto las mayores condiciones para gobernar y que, incluso, había soñado con dejar a los populares en un segundo lugar.
Santiago Abascal tiene mayor protagonismo que Feijóo en USA, en Argentina, en El Salvador y en general en América Latina; también lo tiene dentro de la Europa de Giorgia Meloni y Víktor Orbán, pero el PP europeo es mucho más fuerte que el resto de las formaciones. El miedo de Feijóo en España hacia su derecha se ha trasladado a Alemania, a Polonia, a las Repúblicas Bálticas, incluso a la Francia de Macron y a la nueva Portugal donde la CHEGA de André Ventura ha logrado sobrepasar a los socialistas de Pedro Nuno Santos por dos escaños gracias a los votos del exterior.
Su actual papel político y su futuro es y será el de escudero de Feijóo y del resto de dirigentes del Partido Popular. No puede aspirar a más e incluso si el líder del PP consigue la mayoría absoluta, de la misma forma que lo han hecho Díaz Ayuso y Moreno Bonilla, a que un futuro gobierno de la derecha no le necesite, y que tan solo le ofrezca papeles de segundón para algunas votaciones concretas en proyectos de ley que incidan en la inmigración, la educación, los deseos independentistas y las reformas laborales.
El último ejemplo, que refleja el nerviosismo dentro de Vox y de su presidente es la presencia de Abascal ante las puertas de La Moncloa, como forma de protesta ante los escándalos judicializados que aparecen cada día en los medios de comunicación, y que apenas congregó a unas cuatrocientas personas; una forma de “adelantarse” a la convocatoria de Feijóo y el PP para el domingo ocho bajo el lema: “Democracia o mafia”.
De la misma forma que Pedro Sánchez y la dirección del actual PSOE está dejando sin espacio al Sumar de Yolanda Díaz y al Podemos de Ione Belarra, el PP que quiere salir con nuevas propuestas tras su Congreso de julio, mantendrá su convencimiento de que puede y debe arrinconar a Vox, en busca de una tranquilizadora mayoría absoluta en el Congreso. La incógnita durará hasta que no se convoquen elecciones y se emitan los votos, pero al margen de las cifras numéricas, lo seguro es que el papel protagonista lo tendrá Feijóo y en su después, si es que no consiguiera el Gobierno, lo tendrá el dirigente que le sustituya. Como consuelo, Abascal puede releer El Quijote y ver que Sancho tiene su propio espacio y su importancia bajo el cabalgar de Alonso Quijano.