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Un Ave Fénix llamado Esperanza Aguirre

jueves 02 de octubre de 2014, 12:47h
Hace un año Esperanza Aguirre anunciaba por sorpresa que dejaba la presidencia de la Comunicad de Madrid y su acta de diputada en la Asamblea madrileña. Lo hacía con lágrimas en los ojos por su deseo de dejar la " primera línea de la política" , pero no la política, que para ella es una pasión que la consume de la misma forma que el fuego consumía al Ave Fénix, para resucitar desde sus cenizas. Con una diferencia respecto al ave mitológica: la ex presidenta no ha esperado 500 años para regresar.

La " líderesa" se marchó por cansancio, dedicación familiar, enfermedad, estrategia política, salvaguarda de su imagen durante la crisis, impaciencia, miedo... solo ella sabe la razón profunda del abandono. Lo que sabemos los demás es que a las 24 horas de marcharse ya se había arrepentido, y la primera en darse cuenta fue la propia secretaria general del Partido Popular, Dolores de Cospedal, durante la conversación telefónica que mantuvieron con Aguirre a punto de volar con unas amigas hacia la isla de Ibiza.

Durante estos doce meses la expresidenta no ha parado de aparecer en los medios de comunicación con declaraciones "liberales" que cuestionaban las medidas del gobierno para combatir la crisis y que dejaban a Mariano Rajoy como un líder demasiado blando para afrontar los problemas territoriales que planteaba y plantea Cataluña, y demasiado obediente a los dictados de la Alemania de Angela Merkel, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario como para abandonar los principios del partido y las promesas electorales y atacar con más y más impuestos a la base electoral del PP, la clase media.

Aguirre no está de acuerdo con casi nada de lo que está pasando y lo dice en todos los altavoces que se le presentan. Asegura que no desea la alcaldía de Madrid, pero a renglón seguido asume que es uno de esos puestos " golosos" con varios aspirantes. Dice que puede que deje la presidencia del partido pero en el horizonte inmediato hay demasiadas elecciones y demasiadas listas a elaborar.

Juega con los tiempos y las ambiciones con la frescura y la libertad de quien no tiene que justificar su gestión actual ya que tan sólo gestiona el partido en la Comunidad de Madrid, no las cuentas del gobierno pese a haberlo dirigido durante nueve años y habérselo " cedido" a su mano derecha con más de regalo envenenado que de obsequio amistoso.

Si en el pasado a su compañero y " enemigo íntimo" , Alberto Ruiz Gallardón, se le consideró el " verso suelto" del PP, y ella fue una de sus más acérrimas críticas, ahora cumple con ese papel y no duda en chocar casi con todos los dirigentes populares, desde Rajoy a Ignacio González, pasando por ministros, presidentes autonómicos y dirigentes del partido.

Ella es única, singular, atrevida, provocadora, inconsciente, populista y dice que hasta liberal.

Unos creen que mantiene sus aspiraciones a dirigir a los populares y a sentarse algún día en el palacio de La Moncloa y que, por esa razón, pide y pide más democracia interna, apertura de las listas electorales y hasta primarias para elegir a los líderes, única forma para eludir el poder burocrático y cerrado de las organizaciones políticas. Otros creen que es una forma de defender su futuro al frente del PP madrileño atacando a los que pueden descabalgarla de ese puesto, que lo que hace es una campaña continua entre la población en busca de una imagen de inconformista que no tuvo durante sus mandatos en el gobierno.

Y otros, al margen de conspiraciones mayores en busca de rupturas casi imposibles y gobiernos de concentración que exigirían el desplome de todas las instituciones del país, lo que ven en el comportamiento de Esperanza Aguirre es una petición camuflada o vestida de permanente incordio interno: que Rajoy la haga embajadora, que pueda colocar en su currículum esa palabra junta a la de presidenta y ministra.

Mientras cualquiera de esas cosas sucede, la ex presidenta de la Comunidad de Madrid, la ex presidenta del Senado, la ex ministra de Educación, la ex concejala del Ayuntamiento de Madrid seguirá con su campaña de imagen hacia ese futuro que tal vez ni ella misma sea capaz de definir dentro de sus ambiciones.

Al igual que el Ave Fénix que relataran los sacerdotes egipcios de Heliopolis y hasta el propio Papa Clemente," su plumaje político es rojo, anaranjado y amarillo, con fuerte pico y garras". Bien es cierto que esa imagen de ferocidad y agresividad " eternas" las compensaba con sus lágrimas, que eran curativas.