26/04/2010.- Si no es el más hablado desde luego que es el idioma en el que mejor se escribe del mundo.
El español de castilla, el español de Cervantes, es un idioma perfecto para expresar todo tipo de sentimientos con multitud de matices, y tan es así que es también el idioma en el que mejor se insulta, lo cual no es ninguna chorrada, porque podemos permitirnos unos desahogos a los que no tienen acceso los que hablan otras lenguas más limitadas.
Hasta los que reniegan del español, nos lo dicen en este idioma, porque por más que se empeñen en distanciarse de algo tan bello y expresivo como son las palabras de una cultura milenaria que se ha extendido más allá de los confines de la tierra, no consiguen ser eficaces y expresar en sus lenguas su cabreo con fonemas que suenen tan bien como los nuestros.
No está en peligro el español, aunque en algunos sitios, como en Cataluña, multen a quienes rotulan sus negocios en una lengua que es la tercera que mas personas habla en el mundo.
Este idioma, que ha invadido culturalmente multitud de países sin que se le resista ninguna frontera, es un lujo y un privilegio para todos cuantos se comunican con palabras como las que en este momento empleo yo y lee usted, y lo más curioso es que, de cada diez personas que hablan la lengua de los grandes escritores que en el universo han sido, solo una reside en España y las otras nueve disfrutan de esta riqueza lingüística en América o en otras partes del mundo.
Por eso escritores de esa América hispana se hacen acreedores al Premio Cervantes, como ha sido el caso del mejicano José Emilio Pacheco, que acaba de recibir este galardón.
Luchar contra las lenguas, prohibir la libre expresión o querer imponerlas es un esfuerzo inútil. Todos los idiomas enriquecen, todas las lenguas sirven para expresarse y para comunicarse, pero, tengo para mí, que el español no tiene quien le supere en riqueza de vocabulario, en variedad de expresiones, en multitud de matices y en capacidad de expresar sentimientos