Jueves 02 de octubre de 2014
Mentiras, muchas mentiras, con nombres y apellidos salpican las derrotadas filas socialistas gallegas. Han bastado cien días, los que han trascurrido desde la derrota en las elecciones gallegas, para poner al descubierto la farsa que el presidente José Luis Rodríguez Zapatero alentó desde su llegada a La Moncloa: a toda velocidad, como no podía ser de otra manera, el AVE a Galicia, cargado de promesas, acaba de estrellarse en su viaje hacia la cornisa cantábrica.
José Blanco, el duro de esta película, es el que ha abierto la caja de los truenos. El ministro gallego se ha destapado con una frase rotunda: “El gobierno, la Xunta de Galicia, el PP y el BNG sabían que los plazos no se podían cumplir”. El mensaje ha caído como una bomba de muchos megatones. José María Aznar había prometido la llegada del AVE para el 2010, pero lo dejó aparcado en Valladolid. A Zapatero se le llenó la boca diciendo que sería en 2012.
Y Ernesto Pérez Touriño, obediente, se lo creyó y repitió hasta la saciedad que en la primera docena del siglo los gallegos gozarían de este medio de transporte. Pero algo muy grave debe de suceder en las arcas del Estado para que Pepe Blanco, en principio el más interesado en cumplir esta promesa, como gallego y Ministro de Obras Públicas, tuviera que echar el freno.
Zapatero ha descarrilado solemnemente. Magdalena Álvarez, ya se sabía, cumplió su papel de comparsa. ¿Y Touriño? Sencillamente se creyó la película y se ha quedado con el culo al aire, hasta el punto de verse obligado a volver a la escena pública para rectificar a su jefe de filas: “Ni yo, ni mi equipo, tuvimos conocimiento de que estuvieran en revisión los planes del AVE”. Y para rematar exigió los 2.000 millones de euros que Zapatero le había prometido para finalizar la tarea. ¿Quién miente aquí? La única verdad es que el PP siempre dijo que no se cumplirían los plazos.
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