De los siete miembros de la Comsión constitucional, tres pertenecían al partido gobernante, la UCD: Gabriel Cisneros, Miguel Herrreo y José Pedro Pérez Llorca; uno representaba al PSOE, Gregorio Peces Barba; otro al PCE, Jordi Solé Tura; potro a Alianza Popular, Manuel Fraga, y en representación de las minorías nacionalistas de Cataluña y Euskadi estaba Miguel Roca, el único que sigue con vida y puede recordar con precisión los largos debates que protagonizaron para conseguir un texto que, con el tiempo, se ha ido quedando obsoleto y necesita cambos.
Ni el que redactaron era un dechado de perfección constitucional e incluso legal, para impedir las transformaciones que se han hecho a lo largo debates estos 47 años y que lo han ido pervirtiendo sobre todo desde las 17 autonomias y sus respectivos Estatutos. Modificar, si; destruir,no. La historia real de España, sin partidismos y sin ensoñaciones debería mantener las vigas maestras y cambiar las que el tiempo ha dejado inservibles. La España de hoy no es la de 1978, pero no puede ser ni la de 1931, ni la de la Leyes Fundamentales del franquismo. Si desde la Monarquía incipiente a la República añorada se fue generoso y realista, volver a reabrir las heridas cicatrizadas sería el mayor de los errores.