RAUL HERAS

Cinco palabras del Rey Juan Carlos que deberían escuchar cuatro expresidentes

Raúl Heras | Lunes 07 de julio de 2025
Los cuatro expresidentes del Gobierno que están vivos tiene la memoria muy corta y la lengua muy larga. Son auténticos pirómanos que se pasan el día arrojando bidones de gasolina sobre los incendios políticos que protagonizan los dirigentes de los partidos, en especial dos de ellos, los que más deberían recordar y aplicarse las cinco palabras que el Rey Juan Carlos le dirigió al entonces presidente de Venezuela, Hugo Chàvez, durante la XVII Cumbre Iberoamericana celebrada en noviembre de 2007 entonces Santiago de Chile. Aquel : “ por qué no te callas” se convirtió en un clásico tras dar un millón de vueltas por las redes de todo el mundo.

Son explicables los furibundos ataques que protagonizan Aznar y Rajoy contra Pedro Sánchez, sobre todo cuando los sumarios sobre corrupción en la cúpula del PSOE han conseguido que el Gobierno se convierta en invisible. Poco o menos se sabe y aparece en los medios de comunicación sobre lo que hacen los 23 ministros, sus secretarios de estado, sus directores generales… titular tras titular y comentario sobre comentario la corrupción ocupa todo el espacio público hasta hacerse insoportable.

Es inexplicable la postura de Felipe González y aún más sus declaraciones y peticiones de abandono al actual inquilino de La Moncloa, salvo que las altas temperaturas estivales le hayan dañado las neuronas o el ingrediente de los intereses y temores personales le estén llevando al maximalismo de considerarse el archivero mayor de las esencias socialistas o liberales o socialdmócratas o cualquiera de los procesos de ósmosis que se le ocurran. En el caso de Rodríguez Zapatero sus tímidas posiciones de salvaguardia de Sánchez le llevan a decir menos de lo que necesita su sucesor y más de lo que debería dada su posición e intereses internacionales, incluida la Internacional Socialista, el Grupo de Puebla, los BRICS a los que Donald Trump acaba de conjurar como síntesis de todos los males, como si fuera de Brasil, Rusia, India y China la maldad no existiera.

El sentido del Estado está ausente en aquellos que detentaron el poder y en los que lo detentan o aspiran a detentarlo de la forma más inmediata posible. Apenas son un murmullo las propuestas sociales y laborales que salen desde la vicepresidencia segunda, más como defensa mirando a las futuras urnas que a la estabilidad económica real de las renta más bajas. El resto es una suma de catástrofes, desde los trenes a los aeropuestos, desde el campo a las empresas energéticas. Buscar un titular positivo hacia el Gobierno en los medios de comunicación requiere del mismo esfuerzo titánico que resultaría de buscar una aguja en nun pajar.

La Legislatura se acabará cuando lo decida el presidente del Gobierno pero nada de lo que está pasando va a cambiar; en todo caso veremos más bidones de gasolina echados al fuego. Los mínimos cambios que ha efectuado Pedro Sánchez en la dirección del PSOE ya no significan nada y apenas han pasado 48 horas. Están amortizados de cara a los ciudadanos e incluso de cara a los militantes del partido. Lo que debe cambiar es el Gobierno y de forma profunda. Es la débil e incierta baza que le queda al Presidente y Secretario General. A su izquierda está el acantilado de Sumar y la mitad de sus socios; a su derecha el abismo del PP y la inevitable conjunción con Vox y los disidentes internos del PSOE, al que se ve sentado entre los aplausos puestos en pie de sus camaradas, y a los que esperan los cambios y las citas electorales para abrazarse al que crean ganador.


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