Primera verdad incuestionable: Si el BBVA y el Sabadell se fusionan habrá cierre de sucursales que afectará a los actuales clientes de los dos. Es lo lógico, no tendría sentido mantener las mismas oficinas y ni siquiera en los lugares más distantes entre las actuales oficinas . Habrá un cierre masivo que perjudicará a todos los clientes, a los industriales, a los comerciales, a los personales, a todos. Es un proceso que ya se ha vivido en España y se seguirá viendo, por la estulticia de las autoridades financieras europeas y la falta de energía por parte del Gobierno y del Banco de España. Se fusiona por un lado y se abre por otro.
Segunda verdad incuestionable: Habrá despidos, muchos despidos, camuflados muchos de ellos de bajas voluntarias y jubilaciones forzosas que cargarán aún más los gastos de la Seguridad Social y de las pensiones, con lo que el resto de los españoles les estaremos ayudando, sin querer, a unos gestores que seguirán cobrando salarios, bonus y generosidades sin límites antes, durante y después de dirigir la entidad financiera. Los sindicatos, los inexistentes sindicatos, se mostrarán tan ineficaces y faltos de voluntad como hasta ahora. Sus mérito estará en minimizar el desgaste pero sin entrar en el fondo del problema, ese aspecto lo dejan a la implacable evolución del mercado.
Tercera verdad incuestionable: Se creará otra entidad financiera “demasiado grande para caer”, otro gigante bancario que, según avance la crisis global del sistema por la aparición de otros actores tecnológicos que cubran una parte de las necesidades de los ciudadanos a la hora de comprar productos de uso diario, ya sea para el hogar o para el funcionamiento de las pequeñas empresas, terminarán pidiendo y obteniendo ventajas fiscales y prestamos del BCE, del FMI o de cualquier otro conglomerado con el que se tapan las crisis. Se argumentará que la defensa del Sistema obliga a aceptar lo que se le impide a cualquier empresa de menor tamaño.
Las mentiras que se han acumulado sobre las ventajas e inconvenientes de las fusiones bancarias, de cara a tener menos ofertas mientras la demanda ciudadana aumenta, son muchas y responden al premeditado plan de control sobre la sociedad, no para evitar el uso del dinero negro o la evasión de capitales, que puede hacerse de una forma muy sencilla pero imposible de ejecutar: la desaparición de los paraísos fiscales, en los que por cierto operan la inmensa mayoría de las entidades financieras.
La existencia de un problema añadido, en este caso, que es el del nacionalismo político, no tiene solución, tan sólo se puede administrar o conllevar, si le hacemos caso a don José Ortega y Gasset, que no era precísamente un tarugo a la hora de pensar y buscar soluciones para la mal cosida España