Jueves 02 de octubre de 2014
El Viejo Puente que unía el palacio con el despacho de los Medici en la Florencia de Miguel Ángel y Leonardo permanece colgado sobre el Arno, mudo testigo de paseos y carreras, de amores y de odios, de luchas por el poder y de conjuras y traiciones para conseguirlo. Mirarlo desde la distancia en una tarde de tormenta o desde uno de los restaurantes que jalonan su ribera mientras el sol se pone entre sus arcos, es asomarse a una parte de la historia de Europa, a aquellas ciudades convertidas en estado que se resisten al olvido. Florencia como punto de partida y regreso para llegar a Siena, a Pisa, a Monteregione, a San Giminianno, con la Toscana y sus cipreses como guerreros o santos.