23/09/2011.- La moción de censura que ha desalojado al popular Juan Ramón Díaz de la alcaldía de Griñón podría ser simplemente la antesala de otros cambios más importantes que actualmente se cimentan en los ayuntamientos de la región.
Los gobiernos minoritarios que presiden no pocos regidores del PP, partido que ha copado literalmente los consistorios madrileños aunque en algunos casos de forma precaria, están abocados a sufrir a lo largo de esta legislatura no pocos quebrantos al socaire de unos partidos independientes convertidos en fiel de la balanza de la política municipal. El relevo que se ha producido en Griñón es un claro síntoma de la inestabilidad y del riesgo al que se enfrentan algunos de los munícipes de Esperanza Aguirre a la hora de mantener el bastón de mando.
El escaso margen de maniobra, fundamentalmente económico (el reparto de prebendas es realmente difícil sin suelo ni viviendas que repartir), que tienen los regidores populares para negociar con los líderes de muchas de estas formas independientes es lo que está confiriendo a estos gobiernos locales en minoría su carácter de temporalidad. Una baza política que desde luego el PSOE no está dispuesto a dejar pasar de largo, por lo que sus alianzas para recuperar algunos emblemáticos ayuntamientos pueden ser tan sorprendentes como la suscrita ahora en Griñón, municipio en el que, curiosidades de la vida, los socialistas comparten la concejalía de Urbanismo- regida por una comisión- con un independiente.
Griñón es la punta, por tanto, del iceberg de otros muchos cambios que se pueden producir en los próximos meses, el más significativo, sin duda, sería de llegar a producirse el vuelco político de Getafe. Por ahora es sólo un rumor que va cobrando fuerza en el establishment político getafense, insistente en las últimas semanas en volver a situar a Pedro Castro, ex alcalde de este municipio, al frente de este Consistorio, merced a una moción de censura que, dicen, podría estar fraguándose ya contra el actual
regidor, el popular Juan Soler.
La vuelta de Castro, que durante veintiocho años detentó la vara de mando de esta localidad, tendría que estar precedida sí o sí de un definitivo cambio de rumbo de alguno de los dos ediles de UPyD, una formación que con su abstención en la sesión de investidura posibilitó la llegada del partido de Esperanza Aguirre a la ansiada alcaldía de Getafe, aunque con los problemas que arrastra todo gobierno en minoría.
Los rumores apuntan a que alguno de los dos representantes municipales de Unión Progreso y Democracia no estaría muy conforme con el ejecutivo de Soler y, por tanto, no descartaría brindar ahora su apoyo a Castro. De producirse una ruptura en UPyD, el único impedimento que los socialistas habría de sortear para rubricar el acuerdo es el pacto antitransfuguismo, invalida cualquier alianza con un dirigente que haya abandonado las filas por las que se presentó a las elecciones, aunque en la realidad éste haya sido no pocas veces obviado cuando de alcanzar el poder se trataba.
Para que pudiera fructificar esta todavía hipotética moción de censura, los socialistas
tendrían que tener también como aliados a los cuatro ediles de Izquierda Unida, algo que se da por descontado, aunque en los últimos meses se haya producido un más que evidente distanciamiento entre los dirigentes de ambas formaciones políticas.
Cogido también con alfileres está el gobierno del PP de Leganés, cuya supervivencia
depende de hacia donde incline la balanza el partido independiente local, Uleg.
Ver sucumbir alguno de los gobierno de estos municipios sería un duro revés para Aguirre, que prácticamente desde que llegó a la Comunidad de Madrid y a la presidencia regional de su partido se propuso conquistar los ayuntamientos del entonces llamado cinturón rojo madrileño. Sus sueños se han visto cumplidos, pero sus alcaldes estarán cuatro años caminando por la cuerda floja, pendientes de que unos partidos valga la redundancia independientes, nacidos en casos como el de Griñón de escisiones del propio PP, no decidan tumbarlos.