29/05/2025@12:24:07
Sentarse en un palacio construido a la sombra de la Inquisición, y en el que durante más de trescientos años se tejieron y destejieron todo tipo de conspiraciones que incluían el asesinato como arma de escalar hasta el poder y luego mantenerlo, es como sentarse en una butaca de cine para ver una película de Wes Craven, Darío Argento o Guillermo del Toro. El último en descubrirlo ha sido Juan Manuel Moreno Bonilla, el hombre sin atributos, el antihéroe, el político que parece sacado de la novela inacabada de Robert Musil y que habita entre las dos destemplanzas que definen a Sevilla y Andalucía.