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La mística blanca Torre de Babel construída por Florentino Pérez
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La mística blanca Torre de Babel construída por Florentino Pérez

domingo 29 de mayo de 2022, 22:57h

Puede que sólo un ingeniero de Caminos, que quiso ser político y aceptó convertirse en millonario, estuviese dotado para hacerse con el poder total en el Real Madrid y disputarle la gloria histórica a Santiago Bernabeu. Se llama Florentino Pérez y es el místico del siglo XXI que ha sido capaz de unir en su propia Torre de Babel a un entrenador y once jugadores, de nueve nacionalidades distintas, para conquistar París.

Para ser ingeniero de Caminos se necesita capacidad intelectual, ambición, paciencia y constancia. Disposición para el sacrificio de estar más horas que los demás ante los libros de texto y las explicaciones de los profesores. Tener una meta pero ser lo suficientemente flexible y rápido para cambarla. Ser duro con uno mismo para serlo aún más con los demás. Aprender rápido, buscar los mejores ejemplos y utilizar con sabiduría las armas que se tienen al alcance. Florentino quiso ser ministro y hasta presidente del Gobierno desde un centro liberal que creía imbatible. Comprobó lo contrario, se convirtió en empresario, y se sentó en el palco para ver mejor la representación teatral de la vida pública.
Con todo ello el presidente del Real Madrid ha conseguido llevar a las vitrinas del club la catorceava Copa de Europa, algo que parece tan imposible de conseguir por otra entidad deportiva como superar en el mundo del tenis los trece Roland Garros que tiene Rafa Nadal, ese mallorquín aquejado de mil males que no se cansa de romper con la lógica y que ha llegado a París para igualar las hazañas de su equipo de futbol. Los dos partían de trece.
Un entrenador italiano tan discreto como tolerante, tres jugadores brasileños cargados de magia negra, dos franceses de encarnan a la perfección la imagen de su país en este siglo, un belga gigante que se parece a las inexpugnables murallas de Troya ante unos adversarios que no encuentran a un Odiseo capaz de imaginar un caballo lleno de avispas, un alemán con mentalidad de delineante y dos tirachinas de sus piernas, un austriaco salido de un lejano país, un uruguayo dotado de tanta fe como resistencia, un croata mitad brujo mitad soldado y… un español de treinta años llamado Daniel Carvajal, nacido en Leganés, esa España de los cinturones industriales que sacaron a este país de la miseria heredada de nuestra propia guerra. Y que tras veinte años en el club al que llegó para subir por la difícil escalera del éxito puso la primera piedra de la Ciudad Deportiva junto a uno de los mitos eternos del madridismo, Alfredo Di Stéfano. Es el único español en esa Torre de Babel y se merece más de un homenaje.
Con esos mimbres de base el equipo blanco ha eliminado a todos los super clubs europeos que se alimentan de los pozos sin fondo del petróleo árabe. Uno tras otro, cuando la lógica quería demostrar lo contrario. MIlagros de supervivencia que se superponían y dejaban que el Madrid de los sueños nunca rotos caminar a hacia el barrio parisino de Saint Denís, allí donde están enterrados los Reyes franceses, para demostrar que la fe siempre es capaz de mover montañas. El Liverpool en el que nacieron los Reyes de la música moderna, los escarabajos de oro del Pop británico, quiso siempre y no pudo. Tendrá que esperar.
Santiago Bernabeu construyó un mito deportivo para el siglo XX en una España que estaba a la cola de Europa en casi todo; Florentino Pérez lo está construyendo para el siglo XXI con la misma paciencia, la misma dedicación, idéntica sabiduría. Si el hombre que tenía una barquita en Santa Pola para navegar por las orillas del Mediterráneo, su hoy sucesor, que tiene un yate con nombre de mujer, le va a homenajear con el mejor y mayor de los templos del futbol que habrá en la Europa que, hoy también, mira a España con el amargo desdén de una superioridad inexistente.
Los agujeros negros, el lado oscuro que tenía el licenciado en Derecho, nacido en Almansa, simpatizante de la CEDA en los años treinta, exliado en Francia y que combatiría como cabo a las órdenes del general Muñoz Grandes para derrotar a “los rojos” hasta 1939, tiene en el ingeniero de Caminos, Canales y Puertos, nacido en Madrid, simpatizante de la UCD, organizador del Partido Reformista y presidente sin oposición real de dos imperios al mejor de sus sucesores posibles.
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