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Elección de Casado: Aznar para atacar Rajoy para resistir
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Elección de Casado: Aznar para atacar Rajoy para resistir

sábado 11 de mayo de 2019, 12:02h
En un mes la estrategia del presidente del PP ha cambiado de forma radical. El 28 de abril quiso combatir a sus enemigos de la derecha en campo abierto, atacándoles con sus mismos argumentos. Era la opción de Aznar. Para el 26 de mayo se ha encerrado en el castillo a resistir. Lo que hizo Rajoy en 2015 y 2016. Por eso le ha buscado.

Pablo Casado necesita ganar a Albert Rivera. El Partido Popular necesita ganar a Ciudadanos. Los dos creen que la amenaza de Vox se ha diluido y que Santiago Abascal podrá condicionar algunos gobiernos pero no el sentido de las elecciones, y mucho menos el futuro de la derecha española.

Mariano Rajoy sobrevivió a las caídas electorales de 2015 y 2016 por una simple razón: ganó en ambas ocasiones. Perdió tres millones y medio de votos pero mantuvo el primer puesto con una diferencia sobre Rivera de cien escaños en la última de las dos citas con las urnas. Eso mismo es lo que va a intentar Casado: le ha ganado al líder de Ciudadanos pero con apenas nueves escaños y doscientos mil votos en el primero de los asaltos a vida o muerte. Si en el segundo es vencido será casi imposible que se mantenga en su puesto.

En siete años, los que van de la mayoría absoluta de 2011, con 186 escaños en el Congreso y casi once millones de votos, el PP ha pasado a 66 y apenas cuatro millones cuatrocientas mil papeletas en las urnas. 120 diputados menos, pero eso sí con dos victorias sobre todos sus rivales y una sobre sus directos competidores en el espectro de la derecha. Se temía en el partido tanto a Rivera como a Abascal. Desfondado el último, lo que quieren los populares es seguir en cabeza y que C´s no les deje en segundo lugar.

Esa batalla es muy parecida a la que ha mantenido el PSOE con Podemos y sus confluencias, incluida Izquierda Unida. La caída de votos y diputados entre 2008 y 2011 le llevó al hoy recordado y homenajeado en su muerte, Alfredo Pérez Rubalcaba a dejar su cargo de secretario general y volver a las aulas de la Universidad a enseñar Química. El 20 de noviembre de ese último año el duopolio político se mantenía y los dos grandes partidos sumaban 296 asientos en el Congreso.

El fin del bipartidismo cuatro años más tarde le supuso al PP perder 96 escaños para recuperar catorce seis meses después. Parecía Mariano Rajoy había conjurado que el peligro, que el poder lo iban a mantener en sus manos pero llegó la sentencia de la “Gurtel”, las declaraciones independentistas y las urnas en Cataluña, el cambio de postura en el PNV y la moción de censura a cargo de Pedro Sánchez. Nunca una moción había triunfado pero como en la canción de Bob Dylan, los tiempos han cambiado.

Si los populares en siete años han perdido 120 escaños, los socialistas habían perdido hasta el 128 de abril de 2019 ochenta y cuatro. Una diferencia importante a la que ha acompañado la victoria con tres millones de votos respecto al PP y más de cuatro sobre la otra izquierda, la que soñaba con adelantarles y que ha visto como se alejaban en el respaldo de los ciudadanos.

Al rescatar a Rajoy del Registro mercantil y devolverle al primer plano de la batalla política, con cambio también en los responsable de campaña, Pablo Casado quema el otro cartucho que le quedaba en la recámara. Las dos “almas” del PP puestas en juego en apenas un mes.

Primero la dura, la de la pelea a puñetazos. A ver quién golpea más fuerte, quién es capaz de representar mejor los intereses de la derecha española cuando ésta se siente amenazada por futuros y nunca puestos en práctica pactos de la izquierda.

Ahora la del juego de piernas sobre el ring. La de evitar el K.O.. La de sobrevivir para ganar a los puntos, la de lograr que los jueces, los ciudadanos españoles le den la mejor puntuación en esas cartulinas que son las papeletas electorales.

Si Casado logra que Rivera fracase y las siglas de C´s sigan por detrás de las del PP tendrá nuevas oportunidades manteniéndose al frente del partido. Si sucede al revés, la derecha española, ahora sí, tendrá un nuevo líder.