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Sánchez gana otro asalto y Feijóo le sigue
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Sánchez gana otro asalto y Feijóo le sigue

martes 12 de junio de 2018, 22:39h
Los dos han quedado en verse este verano dentro de la ronda que el nuevo inquilino de La Moncloa va a hacer con todos los presidentes autonómicos. Puede que para entonces el político gallego sea también el presidente del PP. Dicen en Madrid que quiere mantener las dos presidencias por lo menos hasta las elecciones de junio 2019. Mientras, más lísto que sus compañeros, se ha sumado a la iniciativa de acoger a los refugiados del “Aquarius”. Olfato político tienen los dos.

Si el Partido Popular conservase el gobierno ninguno de los 629 refugiados que están en su interior huyendo del hambre y la guerra que destruye sus países estaría pensando en llegar a España. El Gobierno de Mariano Rajoy hubiese mirado para otro lado de la misma forma que lo han hecho el resto de países de la “solidaria” Europa ante la negativa del nuevo gobierno italiano de dejar que el Aquiarius y su “carga” de niños, mujeres y hombres atracase en alguno de los puertos de su país. Puede que la decisión del presidente Sánchez de ofrecer el puerto de Valencia sea una decisión propagandística - tal y como se ha apresurado a señalar el portavoz parlamentario del PP, Antonio Hernando, preso de su conocido fervor anti todo lo que no sea su partido - pero era igualmente necesaria si la decisión proviene de una justa creencia en la solidaridad entre los pueblos.

El nuevo gobierno ha obrado bien y a tiempo. Tan es así que ya ha desatado un cambio en el Viejo Continente que se va a tener que replantear de verdad sus relaciones con el Tercer Mundo que tiene al otro lado del Mediterráneo. Los primeros que lo han comprendido en nuestro país son aquellos que perciben y “huelen” el cambio de los tiempos, la transformación de la acción pública, el otro sentido de la política que se ha hecho presencia con la moción de censura y el cambio de presidente en La Moncloa. El gallego y presidente con aspiraciones nacionales Núñez Feijoo y el malagueño alcalde Francisco de la Torre, ambos del PP y los dos con una larga lista de victorias electorales en su haber, no lo han dudado ni un momento: en su comunidad y en su ciudad están dispuestos a acoger a una parte de los que navegan a bordo del barco. Lo ha hecho, por supuesto, la alcaldesa Carmena sin dudarlo, así como el presidente valenciano Ximo Puig, pero se les suponía esa acción igual que se le supone el valor a los toreros.

Los tiempos a los que cantaba Bob Dylan ya han cambiado y algunos no se han dado cuenta. Sánchez no ha llegado a La Moncloa por sus méritos desde la oposición, lo ha logrado tras vencer a una gran parte de la vieja España, una que sigue estando en su partido y en muchos más sitios, y que parece que se quiere aposentar en el PP para los próximos años. No lo va a conseguir pues el instinto de supervivencia de las grandes organizaciones que han protagonizado la vida política española durante los últimos cuarenta años es muy fuerte, y sus estructuras aún más. Se siguen equivocando una parte de sus dirigentes pero su tiempo se está acabando, se hayan dado cuenta o no. Feijoo lo ha visto y se ha puesto enfrente de su portavoz nacional y de algunos miembros de la dirección. En Galicia se sienten los vientos enseguida y desde Santiago de Compostela quiere que le lleven a Madrid dentro de cuarenta días.

Hasta ahora y con desigual suerte hemos oído a los nuevos ministros hablar de sus planes para los próximos meses. Corrijamos: les hemos oído hablar sin decir nada, las consabidas frases cargadas de buenas intenciones y poco más. Desde la vicepresidenta a la portavoz han hecho el ruido que se presumía pero desafinando incluso.

El presidente se reserva para el gran momento, que todo indica se va a producir en el escenario europeo en pocas semanas. Con su decisión sobre el Aquiarius ha dado una pista a sus homólogos del Viejo Continente: no va a ser el último de la fila, ni el convidado de piedra, ni menos aún el chico de los recados de Merkel o Macron. Tiene decidido que ese papel se lo han ganado Rajoy y Rivera y les va a dejar que cumplan con esos papeles. Si durante meses se ha recorrido las capitales de la UE en silencio cree que, al igual que ha hecho en España, puede hacerlo a nivel continental, sobre todo viendo que los grandes dirigentes de la socialdemocracia ya se fueron. La ambición del hombre que regresó de entre los muertos vivientes de su partido para ganar a todos no tiene límites. Se los tendrán que poner los mismos que le han ayudado a conquistar el poder en una última batalla de diez días.