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El Rey y las dos Cataluñas que se miran en el espejo
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El Rey y las dos Cataluñas que se miran en el espejo

martes 27 de febrero de 2018, 11:03h
El Rey ha comprobado en su visita al Mobile World Congress que en Barcelona conviven malamente los hijos de cuatro siglos: los que miran al futuro y los que se empeñan en mirar el retrovisosr

El Rey, quien ha convertido en sus casi cuatro años de reinado a Cataluña en la Comunidad más visitada - veinte veces - y más comentada en sus declaraciones y discursos, ha comprobado, en estos dos días de presencia en el Mobile World Congress, que en Barcelona conviven malamente los hijos de cuatro siglos: por un lado están los que miran al futuro y compiten por tener un lugar en el siglo XXI a través de la tecnología y la imparable mundialización de todas las relaciones humanas; y por otro aparecen aquellos que, tal vez asustados y desorientados, se empeñan en mirar y remirar en el espejo retrovisor de la historia los últmos cuatro siglos para reivindicarse en una independencia que nunca tuvieron.

El futuro está en las redes, en la conectividad, en los coches automáticos, en los móviles que sirven para manejar electrodomésticos, abrir y cerrar cuentas bancarias y pagar en los restaurantes. El futuro está abierto a seis mil millones de personas, a poder hablar, negociar, intercambiar, comprender y beneficiarse del conocimiento mútuo entre países que hablán y se entienden en más cien idiomas y no le ponen puertas a los que no piensan como ellos. Lo ha recordado para todos, al tiempo que defendía la permanencia del Congreso en Barcelona, José María Alvarez Pallete, uno de esos españoles que sin hacer ruido están modelando nuestro modo de vida.

Dónde no está el futuro es en la aldea, en el paraiso de lass estatuas de sal, en echar el cierre a lo que te enriquece y te hace prosperar. El futuro no está en inventar agravios y problemas y, de forma inmediata, no buscar las soluciones sino todo lo contrario. No está en multar a la lengua común, justo cuando estamos inventando la lengua común de las máquinas.

En el mañana están los que para defender su singularidad apuestan por hablar con los demás y ajustar sus exigencias a las exigencias del de enfrente; están lo que creen que la suma es mejor que la resta, que se gana cuando se apuesta por avanzar unidos, y que se pierde cuando se piensa en soledad y fuera de las rutas que ya mueven el mundo.

Felipe VI frente a Torrent y Colau; el futuro frente al pasado; lo nuevo frente a lo viejo; el respeto frente al ridículo. Lo que ha hecho el Rey es lo que debía hacer, sin entrar en opiniones personales, siguiendo al pie de la letra el papel que le asigna la Constitución. Lo que han hecho el presidente del Parlament y la alcaldesa de Barcelona es lo que no debían hacer, por más que se sientan republicanos y ambicionen la independencia para Cataluña. Los tres están en el mismo camino, pero la gran diferencia está en que el primero sabe por dónde va y cual es su meta, y los segundos andan dando tumbos sin oprden, ni concierto, en un si pero no, en un quiero pero no me atrevo.

En Barcelona, ante los representantes de la nueva civilización, la que ya estamos viviendo pese a que algunos parecen no enterarse, Felipe de Borbón ha demostrado que está preparado para estar al frente de un país que, como España, puede y debe ser importante en Europa y en el mundo: para los que aún no se han enterado, tenemos una de las grandes compañias de comunicación del planeta Tierra, sin duda la más importante de Europa, con la red de cables submarinos más importante del mundo, la que conecta dos Continentes y por la que cada día “viajan” miles de millones de voces, datos y sobre todo futuro; y con los acuerdos de cooperación y desarrollo con las tres gigantes de Estados Unidos, que responden al nombre de Google, Facebook y Microsoft. Se llama Telefónica.