Fin de fiesta a la sombra de la Justicia

Los dos grandes clubs son los que más se gastan cada temporada en el futbol español, con enorme diferencia respecto al segundo que es el Atlético de Madrid. Su meta cada año es ganar todo en todas las competiciones y algunas veces hasta lo consiguen: basta con repasar los años de Guardiola en el Barça e incluso los de Luís Enrique. Los blancos lo tienen peor en esas estadísticas.

En las próximas 48 horas tendremos los resultados: muy flojos para el cierre de una etapa en la Ciudad Condal y no sólo por la marcha de su entrenador y la más que previsible llegada de Valverde como sustituto. La Justicia ha aparecido para marcar la temporada de negro con el encarcelamiento del expresidente Rosell y la confirmación de la condena a Messi. Y vamos a ver qué pasa con el Madrid. Si consigue el gran trofeo europeo podrá presumir de su mejor temporada en muchos años. Si se lo lleva la "Vieja Señora" de Buffón y compañía las palabras de Florentino Pérez de tener al mejor entrenador del mundo y al mejor jugador del mundo se quedarán bastante vacías de contenido.

Y hay más, que puede ser mucho más en lo bueno, con esa gran ballena en que se va a convertir el Santiago Bernabeu y que será uno de los referentes de la ciudad para las próximas décadas, con las polémicas reformas urbanísticas que van a tener que hacerse, todo incluido; pero también en lo malo si las acusaciones de la inspección de Hacienda sobre Cristiano Ronaldo se convierten en una réplica del caso Messi pero multiplicado por dos.

La sombra de la Justicia es hoy muy alargada en nuestro país. Ha llegado al deporte de élite y a las grandes estrellas del futbol pero no conviene olvidar que las sospechas de manejos en la trastienda de los encuentros, con compras de partidos y de jugadores aparecen con enorme frecuencia en los medios de comunicación.

Termina una temporada y con ella desaparece uno de los referentes del futbol en la Capital del Reino, el estadio del Manzanares, que condena al olvido al que fue su constructor y presidente, Vicente Calderón, cambiado su nombre por el de uno de los potentados chinos que han aterrizado en el desorbitado universo del balón hispano - algo que por cierto han impedido que se repita en China por su gobierno - y que junto a sus colegas árabes inyectan el dinero que se necesita para intentar ofrecer cada año el más difícil todavía. Un ejemplo: 45 millones de euros por un fichaje en diferido de un jugador brasileño de 16 años que puede convertirse en un gran figura. O no, que diría don Mariano Rajoy.