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Estados Unidos y China le cambian el paso a la economía mundial

Por José Manuel Pazos

Norteamericanos y chinos han decidido cambiar sus estrategias económicas y empezar a favorecer el crecimiento de los salarios y que estos tengan mayor peso en el PIB. Sin embargo, esto no se puede hacer de la noche a la mañana, por lo que se espera que la economía mundial atraviese en los próximos meses por un crecimiento más moderado.

"Nuestro país está en medio del cambio de estrategias de China y Estados Unidos". Quién así se expresa es el ministro de Economía brasileño, Joaquim Levy, en vísperas de su visita a España. Todos estamos en medio de ese cambio de estrategia, podríamos decirle. De hecho, el mundo en general y los mercados financieros en particular llevan un largo periodo acusando tal cambio de estrategia y las consecuencias sobre cada uno, dependen de la situación propia.

Siempre es lo mismo, de modo que como argumento resulta pobre asociado a una personalidad política de 53 años, exquisito en las formas -según relata el diario que lo entrevistó- y formado en la muy liberal escuela de Chicago. Nadie podrá decir que este cambio de estrategia resulta novedad alguna. Los norteamericanos anunciaron en mayo de 2014 que iban a acabar con la política de QE. Han pasado dieciséis meses y quizá el primer alza de tipos tenga lugar este mes y ni siquiera es seguro. El FMI pretende que esperen y tiene toda la pinta de que esperarán.

Un cambio de estrategia que afecta a las dos mayores economías del mundo no surge de la noche a la mañana, de modo que no pueden sus consecuencias considerarse una sorpresa
En cuanto a los chinos, llevan ya mucho tiempo con lo suyo. Antes o después una economía en desarrollo tiene que pasar de basar su crecimiento en la industria y en la exportación para apoyarse en el sector servicios, más intensivo en empleo. No es posible sostener el crecimiento necesario para mantener la creación de empleo que exige el desarrollo demográfico de China en ser la fábrica de los países desarrollados. Estos, además de tener sus propios problemas, no crecen en población como para justificar una demanda creciente.

China se adapta y lo hace centrando su esfuerzo en mutar hacia un modelo económico en el que los servicios ocupen el lugar que actualmente ocupa la industria. Esto no se consigue en diez días, y además de un fuerte desarrollo de infraestructuras, precisa de mayor capacidad de demanda interna, que a su vez exige de mejores salarios. Es un proceso en curso que explica el menor interés diferencial de Occidente en seguir invirtiendo en China, que, sin embargo, no puede permitirse un rápido deterioro de su capacidad exportadora. La devaluación del yuan anunciada este verano busca contrarrestar la acusada depreciación de multitud de divisas emergentes -Brasil, Rusia, Corea, Turquía, Sudáfrica-, que en parte acusan la moderación que implica el menor crecimiento chino, pero también la depreciación del euro, principal mercado de exportación para China.

China se adapta y lo hace centrando su esfuerzo en mutar hacia un modelo económico en el que los servicios ocupen el lugar que actualmente ocupa la industria
Un cambio de estrategia que afecta a las dos mayores economías del mundo no surge de la noche a la mañana, de modo que no pueden sus consecuencias considerarse una sorpresa, aunque al mismo tiempo nadie sea indiferente. Una consecuencia de este cambio es un crecimiento mundial más moderado, de modo que la economía global afronta un periodo de sobrecapacidad productiva en el que resultará difícil que se registren tensiones generales en los precios.

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La estrategia norteamericana y china pasa por favorecer el crecimiento de salarios y la participación de estos en el PIB, pero tal desarrollo tiene un límite. La capacidad de las empresas de absorber mayores salarios está condicionada por esa sobrecapacidad productiva, y si la economía mundial precisa de una mayor participación de los salarios en el crecimiento mundial, los mercados financieros exigen beneficios para alimentarse. Con sobrecapacidad ni es posible un gran incremento salarial, ni su traslado a los precios. Por eso las bolsas sufren, porque no será fácil incrementar los beneficios. Tampoco subirán mucho los tipos de interés y por eso es por lo que el G-20 trata de evitar que se produzca una guerra de divisas. Hasta ahora, nada inesperado, ni nada anormal.