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Las tres cosas que comento y las tres que olvid� Felipe VI

jueves 25 de diciembre de 2014, 13:29h

El primer discurso navideño del Rey fue un buen discurso. Creíble en la forma, contundente en el fondo. Dicho con energía, bien gesticulado cuando el mensaje lo requer�a. Hay que decir que Felipe VI lo hizo bien, cumpli� en el dif�cil papel que le tocaba representar ante una España que estaba dispuesta a escuchar, a comprender y a exigir en partes iguales. Estuvo mal y hasta muy mal la realización, el cambio de planos fue un desastre, lento, sin ritmo, cortando el a veces poderoso discurso del monarca. Y lo mismo cabe decir del escenario, que mas parec�a de una obra teatral de bajo presupuesto que el sal�n, que el hogar navide�o del ciudadano Rey.


Vayamos a lo sustancial, a lo dicho y a lo olvidado; de lo que se habl� y de lo que no se dijo; de los compromisos y exigencias para todos y ante todos y de las ausencias que dejaron un hueco, un agujero por el que colarse las cr�ticas, que siendo necesarias no deben ni imponerse, ni oscurecer una comparecencia ante los espa�oles que despertaba mucho mayor inter�s que las ultimas de Don Juan Carlos y que se sald�, para mi, con un sobresaliente.

Felipe result� cre�ble, comprometido, cercano desde el primer momento. Se dirigi� a todos los espa�oles de frente, con palabras que entraron en los grandes problemas del pa�s y en las que puso el foco de atenci�n para exigir a todos, empezando por la propia instituci�n a la que representa y a los poderes p�blicos que emanan de los partidos pol�ticos un regeneraci�n y una ejemplaridad que devuelva la necesaria confianza que deben tener en ellas los ciudadanos.

El Rey centr� su discurso en tres grandes temas: la corrupci�n, contra la que pidi� actuar con contundencia y sin medianas tintas; el paro, al que calific� de insoportable y sobre todo entre los m�s j�venes; y Catalu�a y la Constituci�n de 1978 a las que uni� de forma indisoluble en su intento de mezclar la unidad y la diversidad de una Pais y una naci�n como Espa�a. En los tres temas se mostr� firme en sus convicciones, decidido en su papel, buscando la complicidad de los ciudadanos, intentando que sus palabras llegaran a los hogares como un compromiso necesario para devolver la credibilidad a aquellos que nos gobiernan y que, por ello y por ser elegidos de forma democr�tica, tienen que tener y trasladar al resto unas conductas ejemplares.

Defendi� nuestro estado de derecho salido de la Constituci�n del 78, defendi� su mantenimiento, defendi� el papel que ha jugado en nuestra convivencia en paz y en libertad durante estos a�os. Defendi� la igualdad de la ley para todos y defendi� a la mayor�a de los representantes p�blicos por su honestidad y su trabajo. Y defendi� - y aqu� est� la primera de las cr�ticas que caben hacerle, el primer olvido notable hacia esos mas de cuatro millones de espa�oles que est�n en el paro y los dos millones en peligro de exclusi�n social - la mejora de la situaci�n econ�mica en un claro gui�o de complicidad hacia el gobierno, algo que sin duda habr� agradecido y mucho Mariano Rajoy.

Su primer gran olvido tuvo nombre y apellidos: Cristina de Borb�n. Era la menci�n o la ausencia je mas se esperaba y ah� le falt� a Felipe VI el valor, el coraje, la intenci�n de mencionar a su hermana o reivindicar para la monarqu�a el necesario papel ejemplar que reclam� para todas las instituciones. Pudo haber incorporado unas breves palabras cuando abord� el tema de la corrupci�n y el necesario combate contra ella, junto al correspondiente compromiso de todos : simplemente a�adiendo " con la Corona al frente". Se habr�a entendido el mensaje y habr�a resultado mayor y m�s claro su compromiso.

El segundo " olvido" notable estuvo en su referencia a la Constituci�n, a la,je convirti� casi en un fort�n de leyes inexpugnable cuando desde toda Espa�a y desde todos los sectores sociales, econ�micos y pol�ticos se pide su reforma, su puesta al d�a. La superaci�n de las condiciones en que naci� en 1978 bien merec�a un reconocimiento y una apertura a los cambios que la Espa�a de hoy necesita. Y junto a esa puerta de futuro haber tenido un reconocimiento a la labor de su padre y antecesor en el trono. Se habr�a entendido esa menci�n, ese elogio medido, esa cita en la que incorporar a su madre, y no ese plano televisivo de una fotograf�a desdibujada y metida con calzador en una realizaci�n, insisto, muy mediocre y falta de alma. Justo lo contrario de lo que tuvieron las palabras de Felipe VI.

El tercer olvido tuvo mucho que ver con la excesiva atenci�n que prest� a Catalu�a y a la necesidad de que permanezca en a Espa�a para bien de todos. Desaparecieron 16 autonom�as, desaparecieron casi cuarenta millones de espa�oles que en ese momento se pudieron sentir injustamente olvidados, cuando sus problemas reales son iguales que los de aquellos que viven en las cuatro provincias catalanas. Carg� demasiado las tintas, coloc� a los nacionalistas e independentistas de Catalu�a en un lugar de privilegio frente al resto.

Para cerrar este comentario de madrugada: Felipe VI ha comenzado con buen pie. Que dure por el bien de todos, que ya se sabe que en �poca de conturbaci�n es mejor no hacer mudanza.

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