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Sánchez y la búsqueda del tiempo perdido

Sánchez y la búsqueda del tiempo perdido
viernes 17 de octubre de 2014, 13:34h

El secretario general del PSOE está buscando en el pasado su particular triunfo en el futuro. Como si de un personaje de Proust se tratara este jueves, 16 de octubre de 2014, se ha puesto a escribir su propio relato del tiempo perdido, escogiendo como compañeros de cartel a Felipe González y a Alfonso Guerra, los dos grandes símbolos - todavía - de un socialismo hispano que vivió sus años de gloria en los últimos estertores del siglo pasado.

Pedro Sánchez quiere que el espacio temporal que hay entre 1996 y 2014 se olvide, que los suyos y los que alguna vez les votaron pierdan la memoria de Joaquin Almunia, de Jose Luis Rodríguez Zapatero y de Alfredo Pérez Rubalcaba, los tres secretarios generales que hay entre el mitificado González y el mismo.

Aprovecha los cuarenta años que existen entre el histórico Congreso de Suresnes de octubre de 1974 y nuestros días para reivindicar la forma y el fondo de actuación política que llevó a su partido al poder ocho años más tarde. Quiere identificarse con Felipe para convertirse en Pedro y dejar el Sánchez a un lado de la misma manera que logró el político sevillano hacer con su Gonzalez. Cercanía en el nombre, con el riesgo que tienen las copias: ser un sucedáneo que no convenza a los que quieren algo nuevo y que hoy, a lo que afortunadamente parece, son la inmensa mayoría.

Con siete años de edad es más que difícil que el acelerado secretario general del PSOE fuese consciente de lo que significó para su partido el abandono del marxismo que logró Felipe con su " abandono y regreso triunfal" en los dos Congresos que los socialistas celebraron en mayo y septiembre de 1974, cuando la formación se reafirmaba como segunda fuerza política tras la UCD de Adolfo Suárez gracias a sus 121 escaños en el Congreso. Hoy tiene diez menos y una proyección de futuro mucho más difícil de la que tuvieron sus antecesores.

Es también posible que apenas recuerde, si es que la memoria del alcanza en esos temas, lo que significaron en aquel tiempo pasado y hasta parece que perdido, Luis Gómez Llorente, Pablo Castellano, Enrique Tierno y hasta José Federico de Carvajal, que no tuvieron la osadía o las agallas suficientes para haber dado el paso y disputarle a Felipe González la secretaria general que abandonó durante cuatro meses. Bien es cierto que el hoy consejero de varias compañías multinacionales había dejado a Alfonso Guerra para que le cubriera las espaldas.

Si Gonzalez abandonó el marxismo por la socialdemocracia, Sánchez tendrá que abandonar la vetusta y anquilosada socialdemocracia europea por el liberalismo, que a lo que parece es el espacio en el que tendrá que dirimirse el poder contra el PP de Mariano Rajoy. El resto del espectro político está ocupado y muy ocupado. Eso o reinventar el socialismo de rostro amable y cercano, de la misma manera que el capitalismo se está reintentando volviendo y queriendo que la sociedad vuelva a los orígenes de la lucha de clases, algo que se nos antoja más viejo que el Matusalén que aparece en los textos bíblicos.

Es muy difícil que de la mano de González y Guerra pueda el socialismo español escribir su futuro. Los dos sevillanos tuvieron su momento, su papel, su gloria, pero desde 1996 han protagonizado de diferente forma un largo adiós. Felipe yendo a la empresa privada y a ganar dinero con sus enormes y bien alimentados contactos internacionales. Alfonso permaneciendo en el Congreso como el último mohicano y escribiendo sus interesadas y partidistas memorias. Uno y otro incapaces de comprender lo que significa el siglo XXI y los equilibrios de poder que se están produciendo a nivel mundial, y por supuesto en la Europa del euro y en España. Su sabiduría, que no se les puede negar, pertenece al siglo XX.