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Sin ruido y sin tambores en Cataluña

jueves 02 de octubre de 2014, 12:47h
El presidente del Grupo Planeta, de Antena 3 y de Onda Cero ha hecho en tres frases la mejor radiografía de la batalla independentista en Cataluña. Primero ha dicho que se trata de una aventura imposible. En segundo lugar ha señalado que se ha producido una fractura en la sociedad civil catalana. Y para cerrar ha pedido que el futuro se negocié sin ruidos y sin tambores. José Manuel Lara habla como empresario comprometido con su país, con mas libertad o más valor que otros, y sin miedo a las presiones que puedan intentar los políticos de uno u otro signo. Conoce a la Cataluña del dinero y a la Cataluña de la clase media. Sabe que sin el resto de España los catalanes lo pasarían mal, con un retroceso en su nivel de vida, al igual que es consciente de que Cataluña es entre esas 17 partes en que se dividió España más singular que otras, sin que la diferencia signifique preeminencia ni fueros especiales.

Al igual que otros empresarios y financieros de nuestro país olvida que la clase política tiene sus propias reglas y que sus movimientos y objetivos difieren muchas veces de los del resto de los ciudadanos. La capacidad legislativa y la capacidad coercitiva pesan y mucho a la hora de enfrentarse al poder de los partidos y sus dirigentes, máxime cuando en la actual situación de crisis económica, política y social se trata más de puestos de trabajo que de ideologías. Bienvenidas sean sus palabras y sus posiciones claras y públicas respecto a las intenciones y deseos de Artur Más, Oriol Junqueras y compañía, pero le recordaría a él que es hombre de libros y lecturas dos frases de Pio Baroja, un vasco descreído y ateo hasta el final de su vida, que se sentía muy español por ser precisamente vasco: " si quieres hacer algo en la vida, no creas en la palabra imposible. Nada hay imposible para una voluntad enérgica". Y esa voluntad, que aparece dudosa en el ámbito de CiU, no lo es en el de Esquerra Republicana, algo que ha llevado a ese 71 por ciento de catalanes a desear y pedir un referéndum en el que decidir acerca de su propio futuro. Tal vez porque como también decía el autor de " Libertad frente a sumisión" : " A una colectividad se le engaña siempre mejor que a un hombre".

Don Pío, con cuyo ataúd cargó Camilo José Cela camino del cementerio, se pateó las tierras de España para terminar escribiendo más de cien novelas y cuentos en sus 84 años de vida. Un gran retrato de la España que pasó del siglo XIX al XX entre monarquías, abdicaciones, pronunciamientos militares, repúblicas, guerra civil y dictadura que son la base, buena y mala, sobre la que hemos asentado nuestra actual democracia, a la que tantos y con tanta prisa quieren cambiar sin tener muy claro el modelo resultante, y con el peligro de terminar por cuartear de forma imparable e irremediable una historia de 500 años en los que ha habido de todo y para todos los análisis pero que ha tenido en la unidad final de esta España Nuestra el mejor y más eficaz de los salvoconductos para caminar por el mundo.

Todos los personajes de Baroja reflejan su pesimismo y su falta de fe en el ser humano, por mas que éste se enfrente a su realidad e intente vencerla, algo que es perceptible en los españoles de este tiempo que estamos viviendo. Los protagonistas de la ficción literaria barojiana combaten con pasión pese a saber que serán derrotados, lo mismo que sienten aquellos que salieron a las calles a manifestarse contra los recortes, lo mismo que sienten esos cinco millones largos de parados, lo mismo que sienten los pensionistas a los que se les recortan sus exiguas prestaciones, lo mismo que sienten los estudiantes ante siete leyes que cambian su futuro y sus esperanzas, lo mismo que sienten 45 millones de ciudadanos cuando ven que sus representantes políticos se enzarzan en sus luchas internas y externas sin que entren muy a fondo en su mundo de privilegios para renunciar a ellos.