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Blitzkrieg en Polonia dos

jueves 02 de octubre de 2014, 12:47h


Comparar a Cataluña con Polonia y a los catalanes con los polacos vuelve a tener sentido tras dos siglos de búsqueda del origen del término. Da lo mismo que sea por la situación de la nación sin territorio y con lengua propia o por el comercio que existió entre ambos a finales del siglo XIX. En Munich, donde Hitler inició su ascensión al poder, las Panzer Divisionen del Bayern aplastaron en una auténtica " Blitzkrieg" ( guerra relámpago) a las mermadas y desorientadas fuerzas " polacas" del Barça.

Con cada minuto del partido la memoria me llevaba a la historia del inicio de la II Guerra Mundial, con la invasión de la Polonia real por el ejército alemán. Juup Heinckes me pareció el general Franz Halder, que fue quien diseñó el ataque del 1 de septiembre de 1939, con su movimiento rápido de blindados: Muller y Gómez, su potencia de fuego y la aplicación brutal de la disciplina de los dos cuerpos de ejército en que se convirtieron los extremos Roben y Ribéry, émulos de los generales von Rundatedt y von Bock que atacaron las defensas a una y otra vez a semejanza de lo que hicieron la Wehrmacht y la Waffen SS, amparados en su velocidad y en una descarga continuada de " bombas" sobre el centro del área que propiciaron dos o tres manos de penaltis no señalados, un gol en fuera de juego, otro en clara falta por obstrucción manifiesta, y otros dos más que evidenciaron que las defensas antiaéreas de los culés eran incapaces de detener a la Luftwaffe alemana.

Al Barcelona todo le salió mal. Estaba derrotado antes de empezar el partido. Estaba derrotado en la pizarra táctica de su entrenador, incapaz de tener un plan B de repuesto si fallaba su principal recurso, Leo Messi, fuera de forma, incapaz de escaparse del círculo de cuatro jugadores en el que quedaba atrapado cada vez que recibía el balón, que tampoco fueron muchas. Tito Vilanova, con el pañuelo- bufanda al cuello no supo que hacer para cambiar el desastre que se le vino encima en cuanto el nefasto Viktor Kassai pitó el inicio del choque. Este árbitro, agente de viajes de profesión y húngaro de nacimiento no pudo estar peor. En todo lo importante se equivocó, desde los goles a las faltas, desde las tarjetas a los penaltis no señalados. Un ejemplo de lo que no puede permitirse en una competición de primer nivel donde se juegan muchos millones de euros, además del orgullo de la victoria. Las razones de Michel Platini para no incorporar la tecnología a un " negocio" como el del fútbol merece más de una explicación.

Salvo que en el Nou Camp ocurra un súper milagro el Barcelona no podrá jugar la final. Parece muy difícil que pueda marcar cinco goles al Bayern sin recibir ninguno. Ni por estrategia, ni por fuerza física, ni por velocidad, ni por la forma en que se encuentran sus jugadores, anímicamente rotos y carentes del bálsamo de Fierabras que es su estrella argentina cuando está en forma y no saliendo de forma apresurada de una lesión. Vilanova tiene que cambiar todo lo que ha hecho en Munich si quiere encender cinco velas. Y lo que ya es seguro es que Sandro Rosell, si sigue de presidente, tiene que pensar en un nuevo entrenador para la temporada que viene y una nueva plantilla. El fin de ciclo es una realidad para el club que ha sido el mejor del mundo y que admiraba a todos.