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A Europa le cae el gordo

Por Fernando Jáuregui
También es casualidad que, precisamente cuando a la Unión Europea le van a dar el Nobel de la Paz, se anuncia que vuelve Silvio Berlusconi a la arena política, mientras Mario Monti, el tecnócrata al que precisamente la UE (o sus derivados) colocó al frente del Gobierno italiano al margen de las urnas, da un portazo y se larga. Lo cual ha hecho subir las primas de riesgo y bajar los valores en Bolsa, cosa que no ocurrió a la inversa con la noticia, bien extraña por cierto, de que a la UE le concedían el prestigioso galardón que ahora comparte con, entre otros, Obama.
Lamento decirlo, y a fuer de europeísta lo digo, pero pienso que pocos premios se habrán concedido tan inmerecidamente como este a una Europa cuya principal virtud se remonta -y así lo justifican los señores del comité nombrado por el Parlamento noruego, que no sueco en este caso-- a los tiempos de la reconciliación de la posguerra y a la fundación, en los postreros años cincuenta, de la CEE, de la mano de los 'padres' de la unidad europea, aquellos teóricos -y prácticos-- maravillosos Monnet, De Gasperi, Schuman, Adenauer, Salvador de Madariaga... No poca diferencia, aquellos nombres de antaño, con los Van Rompuy, Catherine Ashton, Solana o Durao Barroso de hogaño.

Europa se construyó a golpe de ideales y se amplió, mucho después, a golpe de talonario; sobre todo, hay que reconocerlo, a costa de una Alemania que ahora pasa factura. Y qué factura. Europa nació como una potencia volcada en la política interna, pero vigilante en el exterior, y hoy la diplomacia europea es, como la propia baronesa Ashton de Upholland, insulsa, inane, formalista y...perfectamente ajena a los grandes conflictos internacionales, comenzando por los del norte de Africa y concluyendo con Siria. Unos conflictos en los que, dicho sea de paso, tampoco han brillado excesivamente la actividad de las Naciones Unidas ni del Departamento de Estado norteamericano. Nunca unos galardones más artificialmente otorgados que estos: ¿hacia dónde va la Academia sueca?

A la Unión Europea le ha tocado, en estas horas, el 'gordo' de Navidad. Pero temo que las amenazas de resquebrajamiento interno son más que las promesas de un futuro brillante en la acción diplomática de esa eurocracia que ha sido calificada como la de 'los cabezas de huevo'. Y eso, sin volver a hablar de Berlusconi, Dios santo.