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2012 año malo; 2013 año peor

jueves 02 de octubre de 2014, 12:47h

Este año "constitucional" ( por aquello del bicentenario de La Pepa ) que se nos cae a pedazos va a quedar reflejado en los libros de historia como el peor desde que la democracia regresó a España en 1977. Ha sido el año de los grandes recortes en casi todo, el año de la desesperanza para millones de familias, el año de las grandes y pequeñas manifestaciones de todos los sectores y todas las clases sociales, el año en el que los españoles dejamos de confiar y de creer en nuestras instituciones, desde la Corona a la Justicia pasando por partidos, sindicatos, empresarios...ni uno solo de los organismos que constituyen el armazón de un estado moderno se ha salvado de la quema.

España se nos cae a pedazos por los cuatro costados y el sistema política y la Constitución que nos dimos hace 35 años necesita de arreglos urgentes, sobre todo en el ámbito de su estructura y andamiaje político.

Hay más paro que nunca y con menos perspectivas de encontrar trabajo tanto para los más jóvenes como para aquellos que ya han cumplido los 50 años. El poder adquisitivo sigue bajando mes tras mes. Las pensiones suben menos que el IPC. La sanidad se privatiza y ya no alcanza a todos con los mismos derechos. La justicia quiere "cobrar" sus actuaciones perjudicando a los que menos tienen. La educación aborda su enésima reforma con los mismos desacuerdos y enfrentamientos que todas las anteriores. Los nacionalismos rebrotan con fuerza sobre todo en Cataluña. Nuestra política exterior es inexistente y hemos dejado de tener representación en instituciones tan importantes como el Banco Central Europeo. Y la imagen que tenemos los españoles de nosotros mismos ha retrocedido a los tiempos del franquismo.

Hecho este bosquejo de nuestra España 2012, un año malo donde los haya, solo cabe decir el inminente 2013 va a ser peor, bastante peor, con más paro, menos prestaciones sociales a todos los niveles, más conflictos en las calles ante la falta de respuestas de los gobernantes, menos actividad económica, menos consumo, y una falta de credibilidad por parte de la clase política que difícilmente se va a restaurar entre los ciudadanos.

Silvio Berlusconi es un pésimo ejemplo dirigente político. Tiene todos los vicios acumulados de alguien con mucho poder y dispuesto a todo con tal de conservar sus privilegios, y mucho más si de lo que se trata es de evitar la cárcel por las mil y una tropelías que ha cometido ante, durante y después de ser primer ministro de Italia. Dicho todo esto, es posible que en su nuevo intento de regresar al poder, quitándole su apoyo al tecnócrata Mario Monti y obligando a éste a convocar nuevas elecciones, esté diciendo por una vez y sin que sirva de precedente la verdad: " la prima de riesgo es una estafa".

Todos, nos pasamos todos los días, hablando de ese tobogán que hasta hace unos pocos años nos era desconocido: la prima de riesgo sube, baja, se estanca. cruza la barrera maldita de los 300 puntos básicos respecto a Alemania, sigue subiendo, pasa de los 600, vuelve a bajar y nos encoge los corazones y los bolsillos al menos estornudo que se produzca con el déficit fiscal de Estados Unidos,. con la enésima reunión de la Comisión Europea, con unas declaraciones de los responsables del Banco Central Europeo o del Fondo Monetario...Se nos advierte y asegura que España no puede aguantar en la situación actual, en la que pese a todo llevamos más de un año, y que el "rescate" es urgente e inevitable. Pero el Gobierno se resiste a pedirlo a lo grande y lo hace con la boca pequeña, con el "rescate a la banca", que no es sino más deuda de todos, y por la que ya cada año pagamos de intereses la pavorosa cifra de 40.000 millones de euros. Una cantidad que es inasumible ahora y mañana, y pasado mañana. Una cantidad - la del total más los intereses - que no podremos pagar nunca, que nos mantendrá endeudados por generaciones, y de la que sólo saldremos si nos hacen una "quita" como a Grecia. Esa es la realidad, el resto, cuentos chinos.

El último canto a la mínima esperanza trata de convencernos a los españoles de que a partir del último trimestre de 2013 las cosas empezarán a mejorar, se empezará a salir de este agujero negro en el que nos encontramos. Y al mismo tiempo que nos aseguran de ese hecho "cierto" desde las mismas tribunas que antes fijaban ese milagro un año antes, nos dicen que la economía no crecerá en el mejor de los casos un raquítico 0,5% por lo menos hasta 2014 o 2015, sabiendo que para que se cree empleo, haya trabajo, regrese el consumo y el crédito tendríamos que crecer por encima del dos. Habrá que creer en los milagros de una vez por todas.

Mientras eso ocurre, nuestros políticos, los que gobiernan y los que están en la oposición van a tener que seguir recortando por todos los sitios: recortando el estado que se nos ha quedado muy grande, como un traje a la persona que ha adelgazado 40 kilos; recortando aún más de las pensiones, de la educación, de la sanidad, de los servicios sociales, del número de funcionarios...incluso es posible que asuman que tienen que recortarse a ellos mismos, algo a lo que hasta ahora se resisten con notable denuedo.
¿Vá a aguantar España sin resquebrajarse la nueva suma de malas noticias que se va a añadir a la que ya acumula en este 2012 que se acaba?. Es la pregunta cuya respuesta asusta a nuestros gobernantes. Ellos, los que ocupan el poder confían en la lejana fecha de 2015 para que se pueda notar una pequeña pero cierta mejoría, y así afrontar las elecciones que toquen con alguna garantía de éxito. Y en esos dos años largos que quedan dedicarse a capear el temporal, navegar por Europa de la mejor manera posible, ver que pasa a comienzos de año en Cataluña con Artur Mas y en Euskadi con Iñigo Urkullu; y en septiembre en Alemania con Angela Merkel, pelearse hasta la extenuación en sus conflictos internos, y salvar el sillón que ocupan en este momento frente a sus propios compañeros de partido.

Un panorama negro el que aparece en el horizonte y en el que nos gustaría ver un cambio radical de actitudes por parte de los principales protagonistas de nuestra vida pública, a semejanza de lo que hicieron en Alemania o han hecho en Italia, con dos modelos distintos pero coincidentes en el pacto de estado y de gobierno de todas o al menos las principales fuerzas políticas. Un pacto de unidad que se transmitiera a los ciudadanos desde el ejemplo y no desde los intereses partidistas y los personalismos. Otro milagro.