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    20 de abril de 2024

FERNANDO JAUREGUI

¿Elecciones a la vista? ¿Cuántas, cuáles? La prensa dominical, recuperada a duras penas de tanta fotografía, en esta Semana Santa de pasión, de madres de todas las bombas de Trump y misiles propagandísticos de Kim, se adentra en el panorama nacional y se lanza a la publicación de sondeos. Quién ganará las primarias en el PSOE, qué ocurrirá en Cataluña si, como todo lo indica, habrá autonómicas -alguien las llamará plebiscitarias- ...Y, claro, qué va a pasar en Francia en la primera vuelta de las presidenciales, en las que tanto se juegan Cataluña y, desde luego, el resto de España. Y uno se dice que, si vuelven los sondeos, será que, además de a primavera, ya huele a elecciones, ¿no?
Un mínimo análisis de las encuestas en varios periódicos de este domingo nos lleva a la conclusión de que Núñez Feijóo logrará la mayoría absoluta en Galicia y de que Urkullu podrá seguir gobernando en Euskadi con ayuda del PSE y quizá, sugiere algún sondeo, también necesite al PP. O sea, dos de los rostros considerados como más sensatos entre los políticos españoles se mantendrán en San Caetano y en Ajuria Enea, respectivamente. Hasta ahí, como en los diez primeros minutos de los discursos de Rajoy, no hay demasiada novedad: todo es previsible, y conste que yo sí creo en la fiabilidad general de las encuestas, que pueden equivocarse en un escaño más o menos, pero que reflejan una tendencia inequívoca. Lo interesante viene a continuación: ellos ganan, sí. ¿Y?
Vaya por delante mi contento por el hecho de que entre Ciudadanos y el Partido Popular se hayan acordado más de ciento cincuenta medidas reformistas, de lucha contra la corrupción y de mejora del estado de bienestar. Lo digo para que nadie me acuse de agorero ni de actuar como Don Pésimo cuando, a continuación, diga que muchas de esas medidas son inconcretas, algunas poco relevantes y que, en todo caso, Albert Rivera y su equipo no han logrado "arrancar" (el término es de Rivera) a Mariano Rajoy y su equipo los cambios de gran calado que el país necesita. Lo logrado es bueno para España, sí; pero eso no es el Cambio, con mayúscula, que, en el orden territorial, constitucional, electoral y administrativo precisa la nación para que, en el desdichado caso de que hubiese unas terceras elecciones, no nos demos de bruces con unas cuartas, y luego unas quintas, porque el sistema y las normas son las mismas, y las encuestas siguen insistiendo en que los españoles, cosa admirable, votaríamos más o menos igual que desde diciembre, escaño arriba o abajo. O sea...
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