Aznar ha vuelto
EL PRÍNCIPE Y LAS CÁMARAS
Cumplen 125 años. Y la reunión en el Palacio de Congresos es multitudinaria. En primera fila se sientan los antiguos presidentes, desde Adrián Piera hasta Gómez Navarro. Las cámaras de comercio, antes de afiliación y cuota obligatoria, ahora se tienen que reinventar, como tantas otras cosas que no han resistido el paso del tiempo, la avalancha tecnológica, lo global. Y han traído al Príncipe de Asturias, que interpreta su discurso ante la asamblea. El Príncipe ya no lee, ahora gesticula, se adueña de los silencios, mira al auditorio, pronuncia con énfasis, aparenta improvisaciones, se siente dueño, y apenas gallea, ese rastro de la eterna juventud. Sospecho que alguien le ha dado clases, le ha ensayado los discursos, le ha mandado parar, templar, mandar. Todo eso en casa, después del baño de las niñas, cuando se prepara el trabajo del día siguiente. Pasado el discurso el Príncipe saluda aquí y allá y no hay empresario, sea gallego o catalán, que no le quiera dar la mano. Había empujones y codazos. Y eso que por allí estaba Gallardón, que simuló una entrevista en el escenario para vender sus reformas, y convencer a los empresarios de que cambien de cultura: que litiguen menos, y que se sometan a la mediación. Tal y como están los tiempos, los pleitos son una maldición, incluso aunque los ganes, porque hay que pagar abogados y procuradores. Casi todo lo nuevo en España implica un cambio de mentalidad. Y no sé si nos dará para tanto, si seremos tan flexibles como nos piden.
DURÁN, REINVENTADO
Otro que se ha reinventado (verbo también de moda) es Durán i Lleida. Había un locutor en Radio nacional de España de los de la vieja escuela, que se negaba a decir el apellido de Durán en catalán, y lo pronunciaba en español de Majadahonda. Fue desplazado a Radio Exterior, porque los nacionalistas no escuchaban la onda corta, y allí se podía evitar el catalán sin necesidad de someterse a una pregunta parlamentaria. Pues bien, Durán i Lleida, o como quieran, ahora no estuvo en una manifestación por la independencia, nunca ha pedido la secesión y es un hombre de diálogo y concordia, capaz de entenderse con el PP. Siempre hemos sospechado que populares y nacionalistas se habían sometido al veredicto de las urnas y que en función de los votos pactarían en uno o en otro sentido. Ahora comienza a escenificarse el regreso a los pactos, la vuelta de las aguas a su cauce. Y el encargado de hacer que el mar Rojo se cierre de nuevo sin que arrastre a un rezagado Mas, es Durán i Lleida. Difícil labor, pero no hay nada que se le resista a este experto en la simulación, a este profesional de los disfraces, de la palabra amable, del regalo discreto. Cuenta para ello con una prensa que siempre ha cuidado, con simpatía, con una edulcorada amabilidad.
EL CARDENAL NO SE PONE
Me cuentan del cardenal Cañizares que ha dejado plantada a una editorial, y a una periodista, con un libro ya escrito, y que no verá la luz. Don Antonio cerró un compromiso verbal con Planeta para publicar un libro de conversaciones con Paloma Gómez Borrero. Fueron dieciséis horas de entrevista, que luego pasaron a un mazo de folios, que la escritora entregó al editor. Hubo algún adelanto publicado en Internet, y un poco de promoción. Había interés porque quien leyó el libro dijo que el cardenal se mostraba en él con una gran sinceridad. Pero el libro no saldrá. Cuentan en la editorial que Cañizares no llegó a firmar el contrato, que estuvo sobre su mesa durante meses sin que pusiera en él su firma. Ustedes se preguntarán por qué una vez escrito ha salido. La editorial y la autora han llamado a casa del cardenal cientos de veces, y no han conseguido hablar con él. Sospechan que la razón tiene que ver con Zapatero. Lo explico. El diálogo escenificado en Ávila entre el cardenal y ex presidente del gobierno, impulsado por La Razón, le ha traído a Cañizares algún disgusto y alguna crítica sonora de la Conferencia Episcopal. Todo muy discreto. Cañizares, que aspira a regresar a España y que se siente en Roma como un torero en Rusia, debió de pensar que el libro le podía traer más complicaciones. Y lo ha dejado morir. Eso es al menos lo que imaginan.
SAN JUAN Y LAS DERECHAS
La tontería de la semana la firma un actor, de nombre Alberto San Juan: “no hay intelectuales de derecha, o son intelectuales o son de derecha”. Y tan feliz, el chico. San Juan es de la cuadrilla subvencionada que forma piquetes cuando hay huelga, y se pasean como partida de la porra por los locales para que echen el cierre. Un sindicato de actores, con el arma bien cargada de ideología, para que se cumpla su ley. A San Juan le han sacado los colores, porque algún columnista ha recordado cómo su padre fue defenestrado del diario de la izquierda, y recogido por algunos amigos en las filas del ABC auténtico, que diría Ansón. San Juan, repartidor de carnés de intelectual, no sabríamos qué habría hecho con los Muñoz Seca, los Foxá, con Raymond Aron, con Soljenitshin, con Borges, Mújica Lainez, o por quedarnos un poco más cerca, con Vargas Llosa, por poner solo algún ejemplo. Cuando se piensa que solo hay inteligencia en la izquierda se llega al Gulag, o a Pol Pot. Ese camino ya lo conocemos. Si San Juan lo quiere recorrer, será que es demasiado joven, demasiado inexperto, o simplemente que ha leído muy poco.
AZNAR HA VUELTO
Un libro de memorias y un par de entrevistas. Con tres golpes, Aznar ha vuelto. A los dos lados de este tembloroso bipartidismo, se mira al pasado, se busca el origen de los errores, se persigue la ilusión perdida. En el lado popular, el garante de la memoria es este hombre que se asoma serio y fibroso a la página primera de los diarios, con reflexiones que se pueden tomar, casi todas, como una censura a su sucesor, Mariano Rajoy, al que él mismo, según confesión, eligió porque Rato le había dicho que no. Hay mucha crítica en sus palabras a la situación general, a la falta de crédito de la clase política, a la situación de una nación sin proyecto de nación. Pero ni una línea de autocrítica. Y algo tendrá que ver Aznar en la deriva de su partido, alguna responsabilidad habrá adquirido en el tiempo en el que estuvo al mando. A Aznar se le han escuchado palabras amargas desde meses después de dejar el poder, cuando Mariano dejaba pasar a un Piqué que gobernaba el partido en Cataluña y coqueteaba con el nacionalismo para “homologar” al PP al resto de partidos catalanistas. Algo tendrá que ver Aznar, que fue quien defenestró a Vidal Quadras, el único líder que ha tenido el partido por aquellas tierras. Hay crisis económica, cierto, pero leyendo estos días a los antiguos directores de la orquesta, la crisis política parece más grave, más enquistada, más profunda.
GONZÁLEZ, EL RECUERDO
Ansiosos de buenas noticias, los socialistas se reúnen en torno a Felipe. Si el presente es un yermo, un paisaje desolado, miremos al pasado, al recuerdo deformado de cuando éramos felices. No hay nada más elástico que los buenos tiempos del pasado. Deformables, se ajustan a las necesidades como un traje de latex. Y ahí tienen ustedes, en una foto de prensa, a parte del primer gobierno, sentado en las sillas de un hotel, con ese Barrionuevo al que Felipe le da un trozo de foto, para no olvidar que le acompañó hasta la puerta del penal cuando tuvieron que pagar por lo de Segundo Marey. En el homenaje aparecen también Zapatero, que se regala unas ovaciones, y Rubalcaba, albacea y administrador de un día de hoy en el que se resquebraja la casa socialista, en el que se desatan las peleas fratricidas. Era inevitable sacar a Zapatero de su clandestinidad, esa en la que se ha refugiado para que no le señalen por la calle como el artífice de este desastre, del colapso de la nación. No solo por la crisis sino por la deriva nacionalista catalana, que él animó, como hicieron otros presidentes, de uno y de otro partido. Viéndoles a los tres alzar los brazos entre más espinas que rosas, no se puede evitar pensar que forman parte del pasado y que Rubalcaba no aguanta en una foto desequilibrada que pide a gritos una renovación. Sobre todo de ideas, que es lo que falta en la izquierda.
RATZINGER TUITEA
Es el pío pío del Papa. Ratzinger y la modernidad. Lo escribirá en inglés y en italiano. Es fácil intuir que tendrá muchos seguidores. Llama la atención que el teólogo que se asustó ante las oleadas revolucionarias del 68, con su golpe a las instituciones, con su burla de los grandes maestros, se arriesgue a ponerse en el escapate igualitarista de Twitter. Llegado el Papa a la red, ya solo queda la Casa Real española, que es la más perezosa en esto de ponerse al día en los grandes escaparates donde se ofrece la mercancía “intelectual” de nuestro tiempo. La monarquía británica tiene cuenta en Flickr, que es una red de fotógrafos y fotografía, donde la Reina coloca sus fotos diarias, para que las tome el que le apetezca. Nosotros solo hemos llegado a poner un discurso del Rey en youtube, tanteando a ver qué dice el patio. Ratzinger y el Vaticano, con esto de Twitter, se han quitado años, y han asumido que las batallas se dan en los campos de juego de Internet.