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Feijóo y López juegan a la ruleta

jueves 02 de octubre de 2014, 12:47h
Los presidentes de Galicia y Euskadi colocan su futuro político en el resultado de las elecciones del 21 de octubre


En Galicia y Euskadi la ruleta de los votos puede relanzar o apagar el futuro político de los presidentes de ambas Comunidades autónomas. Tanto Alberto Núñez Feijóo como Patxi López aspiran a algo más que a gobernar desde Santiago de Compostela y desde Vitoria. Los dos tienen la vista puesta en Madrid, en un futuro más o menos cercano. Sus expectativas son distintas, pero al margen de los porcentajes que consigan en las elecciones y el número de parlamentarios que les acompañen en las Cámaras territoriales, la lectura que se va a hacer de ambos comicios tiene un alcance nacional, y va a influir en la situación que atraviesan tanto el Partido Popular como el Partido Socialista.

En Galicia, el PP lucha contra el resto de las formación es que presentan candidatos, éstos muy divididos en hasta seis formaciones, algo que beneficia a los populares gracias a la Ley D'Hont y que podría darle a Feijóo una nueva mayoría absoluta. Ahí está la clave: el triunfo lo tienen asegurado, e incluso el gobierno en minoría si no consiguiera los 38 escaños que le dan la llave de gobernar en solitario, pero la pérdida de la situación actual se entenderá como la confirmación de la bajada electoral del PP en toda España y proporcionará argumentos a todos los que creen que Mariano Rajoy y su partido ya no gozan de la confianza mayoritaria de los españoles. Si refrenda la mayoría, por el contrario, en la sede nacional del partido en Madrid se entenderá que es la prueba de que los españoles entienden las medidas contra la crisis que se están tomando, y le proporcionará al gobierno de España, no sólo un respiro, también un buen argumento hacia los mercados exteriores, el Fondo Monetario, el BCE y la Comisión de Bruselas.

Todas las encuestas colocan a Núñez Feijóo en el límite electoral, con horquillas de parlamentarios que van desde los 37 a los 41. De igual forma, todos los sondeos pronostican una caída del socialismo gallego y una subida de las formaciones más nacionalistas, como son el Bloque y el nuevo partido de Xosé Manuel Beirás. Subirían un poco Izquierda Unida y la UPy D de Rosa Díez, y podría arrebatarle votos al PP pero no escaños, sobre todo en Pontevedra, el nuevo partido que lidera Mario Conde.

El adelanto electoral en cinco meses intenta que la mala imagen del gobierno central no deteriore en demasía los resultados en las urnas del gobierno regional. Era la baza que tenía Feijóo y la ha utilizado. En 2009, al Parlamento gallego sólo accedieron tres grupos: el popular, el socialista y el del Bloque. UPyD y Terra Gallega apenas superaron el 1% de los votos, y el resto ni siquiera alcanzó ese porcentaje. Ahora todo indica que la fragmentación va a ser mayor, y que el PP , si la dispersión de votos se produce, no necesitará ese 47,47% que le valió conseguir sus 38 representantes, siempre, claro está que la otra variable, la abstención no supere el 36%, algo que volvería a alterar todos los cálculos.

En el País Vasco las cosas son muy diferentes respecto a lo que ocurrió hace tres años y medio. De aquel resultado histórico que posibilitó la alianza entre PSOE y PP para desalojar al PNV del poder, pese a que el grupo liderado por Juan José Ibarretxe había ganado las elecciones, se ha pasado a una clara mayoría de las fuerzas nacionalistas, tras irrumpir en la escena y de forma incontenible la antigua Herri Batasuna bajo el nombre de Bildu.

Los 38 escaños que sumaron Patxi López y Antonio Basagoiti lograron la mayoría que necesitaban. El PNV llegó a los 30 parlamentarios de un total de 75, con lo que aunque hubiera sumado los 4 de Aralar, el uno de Izquierda Unida y el uno de EA no hubiera podido asegurarse el gobierno de Vitoria. PSE logró 25, el PP 13y hasta la UPyD apareció con un representante en la persona de Gorka Maneiro.

El adelanto electoral, en este caso, se debe a la ruptura de los pactos entre PP y PSOE, sometidos al desgaste de la crisis y los enfrentamientos entre las dos formaciones a nivel nacional tras la victoria por mayoría absoluta de Mariano Rajoy y la asunción del liderazgo socialista por parte de Alfredo Pérez Rubalcaba. Ese choque y el propio desgaste personal y político de López en Euskadi han llevado a que el PNV pueda conseguir en torno a 25 escaños, mientras que el PSOE se desplomaría y el PP seguiría con su tendencia a la baja. Por el contrario y como segunda fuerza electoral aparecería Bildu, con más de 20 escaños.

Ese panorama autonómico, más las fuerza de la coalición abertzale a nivel municipal, harán que las reivindicaciones nacionales y soberanistas cobren más fuerzas y obliguen al líder del PNV y casi seguro lendakari, Iñigo Urkullu, a mantener nuevos y más duros pulsos con el gobierno popular de Madrid, y les hagan pensar tanto a Patxi López como a Antonio Basagoiti en un futuro más cerca de Madrid y a nivel nacional que en el País Vasco.

Si parecen seguras las victorias del PNV en V izcaya y la de Bildu en Guipuzcoa, la clave de los equilibrios puede estar en Alava, la más "españolista" de los tres territorios vascos, donde tanto el PP como el PSOE pueden encontrar un respiro. En todo caso, la suma de PNV y Bildu estará por encima del 60 por ciento de los votos, una cifra muy similar a la que puede darse un mes más tarde en Cataluña respecto a CiU y Esquerra. Un fenómeno que se auto alimenta en las dos Comunidades y que va a darle muchos quebraderos de cabeza a Mariano Rajoy y a España dada la visión internacional que se está teniendo de este "resucitado" problema estructural de nuestro país.

Una ofensiva combinada de PNV y CiU en Europa, proponiendo referendums o consultas nacionalistas puede convertir lo que hasta ahora ha sido un tema interior y domestico - arrastrado desde hace unos cuantos siglos, es verdad - en un problema de alcance y ámbito internacional, a semejanza de lo que está ocurriendo en Escocia, en Bélgica o en Canada, por poner sólo tres ejemplos entre cuyas experiencias podría encontrarse una solución para España, guste más o menos a más o menos gente, dado que lo que es seguro es que las fuerzas nacionalistas de aquellas regiones o autonomías con señas de identidad lingüística propias como son Cataluña, Euskadi y Galicia no van a parar en sus reivindicaciones por más concesiones económicas, monetarias o fiscales que se hagan.