23/03/2010.- Mucho “pico y pala” viene reclamando en las últimas semanas Esperanza Aguirre al PP madrileño para conservar la hegemonía popular en la Comunidad de Madrid. La lideresa de los populares quiere revalidar la mayoría absoluta de que disfruta en estos momentos en la Asamblea vallecana, aunque cunde el temor de que la UPyD de Rosa Díez, pesadilla electoral también para la izquierda, pueda abrir una brecha en los votos del Partido Popular, sangría que se produciría fundamentalmente en los barrios “nobles” de la capital, véase el de Salamanca, muy críticos con la voracidad del alcalde, Alberto Ruiz Gallardón, de levantar calles y aceras.
Temor que bien ha podido transformarse en terror si se hubiera confirmado, como apuntaban algunos confidenciales, que Díez quería optar a la alcaldía capitalina, algo que ella se ha apresurado a desmentir, aunque ya se sabe que en estas cosas de la política donde hoy se dice digo, mañana se dice Diego.
Conocida entre sus detractores como “La Señora” por los modos de ordeno y mando que gasta, Díez podría estar barajando otra baza electoral, la del ex secretario general de CC.OO, José María Fidalgo, como candidato a la Comunidad de Madrid, una opción cuyos daños colaterales los sufrirían principalmente PSOE e IU, esta última formación con inmejorables augurios para los comicios de 2011. Tantos que no faltan quienes piensan que la elaboración de las listas puede ser mucho más complicada que en anteriores citas electorales, en las que Izquierda Unida se movía solamente en la franja de los diez diputados.
De ser prácticamente un partido fantasma en la Comunidad de Madrid, si se exceptúa a la propia Rosa Díez, UPyD ha comenzado a poner rostros a sus dirigentes, ejecutiva territorial incluida, asentando sus raíces en la propia capital y municipios como Getafe, Móstoles, Las Rozas, Alcalá de Henares o San Sebastián de los Reyes, localidades en las que en las pasadas elecciones europeas tuvo cierta incidencia electoral.
Sí cara a la opinión pública el partido de la ex eurodiputada socialista ha conseguido transmitir una imagen de alternativa seria frente a los tiras y aflojas de las grandes formaciones, de puertas para adentro, UPyD es una jaula de grillos, de la que dan sobrada cuenta los internautas y sus denuncias de “pucherazos” en las elecciones internas en las federaciones territoriales de esta formación, cuya afiliación fijan en seis mil militantes en toda la geografía nacional.
Con todo, Unión Progreso y Democracia es vista en la región madrileña como una auténtica amenaza que puede alterar el mapa electoral tradicional. Una fuerza con la que habría que llegar a acuerdos, si antes no se desploma como organización por sus cainitas enfrentamientos, para alcanzar tal vez el Gobierno de la Comunidad de Madrid y alguna que otra alcaldía.
Un horizonte que no gusta demasiado ni al PP ni al PSOE, que, a buen seguro, deberían pagar un alto precio por el apoyo de las huestes de Díez. Eso por no hablar de las dudas que genera no tener seguridad sobre por quién se decantará la líder de UPyD llegado el caso.
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