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Trump durante su intervención ante la ONU
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Trump durante su intervención ante la ONU

Trump lee la cartilla al mundo y cree que Zelensky puede ganar la guerra

miércoles 24 de septiembre de 2025, 11:25h
Todos esperando que llegara, viera y venciera. Es lo que hizo con su estilo eterno y antes de subirse al estrado, cuando en las escaleras mecánicas casi se cae su mujer Melania y cuando el teleprinter con su intervención no funcionaba. La Asamblea de la ONU vivió una jornada histórica: el presidente de Estados Unidos le dijo al organismo internacional creado para evitar las guerras, que no servía para nada y que él, en apenas ocho meses había logrado parar siete guerras a lo largo y ancho del mundo.

“Leyó la cartilla” a todos los presentes y a todos los ausentes. Donald Trump en estado puro, sin filtros. Su apoyo a Israel es inquebrantable y la tesis que defiende Netanyahu sobre el futuro de Palestina - compartida en España por Felipe González y José María Aznar como ejemplo de otros millones de españoles- es la misma que va a mantener USA: nada de dos estados y menos aún de permitir que sea Hamas la organización que represente el futuro del pueblo palestino.

Trump insistió en que el mundo está en una guerra global centrada en el desarrollo tecnológico y el dominio en el ciberespacio con nuevas y cada vez más precisas armas que tienen en la comunicación a través de las redes sociales el espacio real en el que se ganará o perderá el conflicto. El inquilino de La Casa Blanca juega con la ventaja de que las mayores empresas “militares” de ese mundo virtual son norteamericanas y que el único país que puede “molestarle” es China, su gran rival y ahí está la razón de fondo de colocar a la empresa Huawei en el punto de mira.

Se mostró especialmente crítico con Europa y con la OTAN, justo cuando se dan a conocer los vuelos de drones y aviones de combate rusos sobre los límites fronterizos de algunos países que pertenecen al organismo atlántico y el secretario general le dice a Moscú que están dispuestos a responder militarmente cualquier ataque que se produzca. Trump, en conversación privada con Zelensky y con Ursula Von der Leyen, ha ido más lejos, en otro cambio de guión a los que nos tiene acostumbrados desde que llegó a la presidencia. Ya no es amigo de Vladimir Putín, ya no defiende que la necesaria paz en Ucrania pase por la aceptación por parte de Kiev de una pérdida de su territorio, el que ha ocupado Rusia en el Este.

Le da un respaldo al presidente ucraniano para que mantenga la guerra, para que reconquiste esos parte “perdida” y que incluso vaya más lejos. Para Trump, Putin y Rusia están en una crisis económica y política insalvable que le hace débil. Estados Unidos le venderá a los países de la OTAN todas las armas que necesiten. Lo que luego hagan con esas armas ya no es algo que deba preocupar a los fabricantes de USA y a la Casa Blanca. Descarta, sin decirlo, que el presidente ruso vaya a emplear las armas atómicas como única forma de ganar la guerra.

Para que se acuerden de quién está al mando en este momento, les señala a sus aliados europeos de que no pueden seguir comprando gas y petróleo a Rusia, que es una forma de mantener al enemigo. Es más fácil y más rentable que esas compras las hagan en Estados Unidos. El negocio es el negocio, él es presidente y empresario, que es lo que volverá a ser dentro de cuatro años.

Por el camino y sin mayor preocupación atacó a la India tras sus acuerdos con China y Rusia, con su crítica al Paracetamol, que se fabrica mayoritariamente en ese país con la farmacéutica Farmson; y dejó en ridículo al Emmanuel Macrón cuando el presidente francés le llamó a su teléfono particular para pedirle que le dijera a la policía de Nueva York que le dejara pasar con su coche por la zona acordonada. Tuvo que ir andando a la sede de la ONU.