Si Tellado golpea al ministro Oscar Puente, Bendodo lo hace con la Directora General de Protección civil, Virginia Bárcenes. Adjetivos y descalificaciones no les faltan, lejos tanto de los estilismos dialécticos de Cayetana Alvarez de Toledo como de la ligereza parlamentaria de Esther Muñoz y Alicia García, que intentan seguir las huellas de Tellado y Bendodo pero están en el perido de aprendizaje. Dos promesas cuyos destinos dependerán del tiempo que dure la actual Legislatura. Son los puños bucales del Secretario General y del Vicesecretario General de Política Autonómica los que tienen la misión de lograr que Pedro Sánchez se rinda y convoque elecciones, cubierto su cuerpo político y personal de moratones.
El ex presidente de la Xunta ha cambiado su estrategia desde que decidió regresar a Madrid para conquistar La Moncloa, el palacio que creía a su alcance tras desalojar a Pablo Casado del sillón de mando de la sede central de la calle Génova. Ante un rival tan rocoso como Sánchez no podía, ni quería, mantener su pretendida imagen de hombre tranquilo, dispuesto al diálogo y a los acuerdos de estado. Se decidió por emplear la mayor dureza posible y eligió a las dos personas que mejor podían realizar ese cometido: el gallego Tellado y el malagueño Bendodo, dos personalidades muy distintas, con pasados políticos muy distintos pero con una característica que les convertía en imprescindibles para golpear y mantener la presión en el ring de la política contra Pedro Sánchez y sus ministros.
Controlado internamente el partido, Feijóo cree que no tiene otro camino para conquistar el poder que destrozar física y políticamente a su rival. El maneja las dos manos, los dos puños, con convicción de que o gana en las próximas elecciones generales o tendrá que dejar que sea otro el candidato que lo intente. Y que ganar no es tener más votos y escaños, que esos ya lo ha conseguido en la útima cita con las urnas, ganar es tener en el Congreso más de 176 votos, en solitario o en compañía. Si el principal objetivo de Tellado y Bendodo es Sánchez, el segundo y no menos decisivo es Santiago Abascal, con los votos y escaños que consiga Vox como apoyo no querido pero tal vez necesario.
Las sombras de Isabel Diaz Ayuso y de Juan Moreno son tan alargadas que van a permanecer en la reserva del PP por si fuera necesario un cambio, algo que hoy es imposible y que tiene los tiempos tasados: el de los comicios de Castilla y León y de Andalucía, dos paradas obligadas en ese camino hacia La Moncloa que Feijóo creía fácil y se ha llenado de piedras y barro.