www.cronicamadrid.com
El fuego lo confirma: la España política no funciona y se resiste a cambiar
Ampliar

El fuego lo confirma: la España política no funciona y se resiste a cambiar

domingo 17 de agosto de 2025, 17:46h
Hace más calor que otros años, pero se sabía; hay más vegetación seca que otros años, pero se sabía; los bosques están más densos y más sucios, pero se sabía, hay más abandono en los pueblos de la España profunda, menos labores agrícolas, más riesgos de incendios, menos presupuestos para proteger el campo… todo lo peor que podía pasar está pasando, al igual que viene pasando año tras años mientras los dirigentes políticos se enzarzan en sus respectivas acusaciones de corrupción y sus demostraciones de ignorancia. La España que arde es la más, desgraciadamente, demostración de que la clase política no tiene ni la preparación que debiera, ni se preocupa de lo que el país necesita. Es endogámica, individualista, insolidaria y no está dispuesta a cambiar.

El fuego que consume cientos de miles de hectáreas, arrasa con casas y cuesta vidas tenía fechas señaladas en el calendario. Y nada hicieron los que tenían la obligación de hacer. No pusieron los medios, de la misma forma que no lo llevan haciendo desde hace décadas. Las tragedias naturales son inevitables, las que provienen de la acción humana si lo son, hace falta que se coloquen los medios necesarios para ello, que comienzan con aprobar Presupuestos para la protección de los bosques y los campos, aprobar plantillas anuales, no sólo para los tres o cuatro meses de verano, y tener dispuestos los recursos necesarios para las situaciones de emergencia. Invertir en lo real y dejar fuera del gasto lo superfluo, por más inclusivo que sea o se quiera presentar.

Lo que si se cumple año tras años, mes tras mes y día tras día es la permanencia del fuego político para atacar y destruir al enemigo, que ya no es el adversario. Ocurre en todas las grandes tragedias ecológicas. Los dirigentes de los distintos gobiernos y de los variados partidos aparecen y desaparecen como si asistiéramos a un espectáculo de magia. Los que siempre están en primera línea, los que no pueden permitirse el lujo de fallar, los que están dispuestos a luchar por su futuro y el futuro de sus vecinos son los ciudadanos.

Ya hemos visto, por fín, al presidente del Gobierno “ a pie de obra”, al igual que a varios ministros y a algunos presidentes autonómicos. También veremos al Rey. Ninguno de ellos, desde la Jefatura del estado para abajo comprende que ante situaciones extremas como las que están viviendo millones de españoles, ellos tienen la obligación de dejar a un lado sus vacaciones por más derecho que tengan a ellas. Sus privilegios, que los tienen y los usan, conllevan esos pequeños sacrificios de dejar la playa o el turismo familiar y acudir junto a ese pueblo al que luego reclaman que se acerquen a las urnas para votarles.

Este año, este agosto flamígero, terrible, con suma de imágenes que reflejan el dolor de la pérdida del pasado, del presente y del futuro que significan para miles de españoles, ni el Rey Felipe, ni el presidente del Gobierno Pedro Sánchez, ni el presidente del PP - al igual que la casi totalidad de sus equipos - ni desde la derecha a la izquierda han cumplido con su principal obligación: estar con los que en esos momentos más necesitan de su presencia, de sentir que el estado y sus instituciones están con ellos. Llegan tarde y por obligación.

Debería ser la última vez que pasara, pero lamentablemente no será así. Lo comprobaremos dentro de un año si las condiciones climático se repiten. Antes, nada más regresar de sus vacaciones nos volverán a demostrar que los rencores y las ambiciones están por encima de las obligaciones. Pasarán las llamas físicas y volverán con más fuerza las llamas políticas y judiciales. La España física estará llena de rescoldos y árboles secos y mudos y la España política arderá en el Congreso, en las urnas y en los juzgados.