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La boda Borbón y el lento viaje de regreso a Itaca del Rey Juan Carlos
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La boda Borbón y el lento viaje de regreso a Itaca del Rey Juan Carlos

miércoles 03 de abril de 2024, 14:06h
Una boda dentro de la familia Borbón es un motivo tan bueno como cualquier otro para que el Rey Juan Carlos de un paso más en su regreso a España desde las arenas del desierto. Un paso necesario tras su voluntario exilio en Abu Dahbi y ya con la Princesa de Asturias como heredera legítima de Felipe VI. Un seguro para la Monarquía ante los nuevos ataques centrados en la Reina Letizia, por un lado, y el lodazal que envuelve a los partidos.

No se trata de imitar el viaje de regreso a Itaca del Ulises que había combatido frente a las murallas de Troya, el legendario héroe que se inventó un caballo para engañar al Rey Príamo, pero casi. Juan Carlos también fabricó su propio caballo para entrar en las murallas del franquismo y derribarlas desde dentro. Casi 50 años más tarde comenzó la larga cacería que le tuvo como presa en 2012, y mucho antes de irse a Botsuana, Don Juan Carlos era objeto de un auténtico acoso que buscaba su abdicación en la persona del entonces Principe Felipe o, de forma más ambiciosa, la apertura de un proceso republicano.

Pasaba y es conveniente recordarlo en estos meses en los que el Rey Juan Carlos insiste en regresar de su exilio dorado, con la única conidición de que no sea motivo de mayor desastre de la Institución que hoy representa Felipe VI.

Se marchó a Abu Dahbi por razones políticas y económicas, sin que nadie se lo pidiera de forma pública y antes de que todo el escándalo de su relación con Corinna Larsen y las defraudaciones a Hacienda salieron a la luz con todo lujo de detallles, entre otras razones por las grabaciones obtenidas durante años por el comisario Villarejo.

En la sede de los principales partidos, en la dirección del CNI, en el palacio de La Zarzuela y en la presidencia del Gobierno ya sabían que desde sectores de la derecha radical española y desde la izquierda marxista, con especialistas en la materia, se estaba elaborando o redactando una "nueva Constitución" para nuestro país en la que desaparecía la palabra Monarquía. Unos textos que puede haber rescatado el actual presidente de la Generalitat para poder celebrar un Referéndum consultivo sobre la independencia de Cataluña.

Unos textos que querían estar terminados antes del verano del año 2018 para que se pudieran fundar ambos proyectos en uno definitivo durante las vacaciones, para luego"subirlo" a la Red y que empezara a sumar adhesiones. Los ideólogos de la operación tenían muy claro que no tenía, ni podía tener, ningún efecto legal, pero aspiraban a que varios millones de españoles lo apoyasen y así presionar a los partidos políticos para que lo abordasen un referéndum sobre el cambio de la Monarquía a la República.

Fue una parte, tan sólo una parte, de la cacería que se había desatado desde varios meses antes hacia la figura del Rey, tanto desde sectores de la derecha como de la izquierda, unos empeñados en que don Juan Carlos cediera el testigo a su hijo Felipe; y otros en que España pasase a ser republicana. Los dos grandes partidos, los únicos que con su unión podrían asumir y provocar cualquiera de las dos salidas se guardaron y lo siguen haciendo de hacer declaraciones en público - al margen de que alguno de sus líderes lo hiciera aprovechando la caída del Rey cazando en Botsuana - pero no se recataban en privado de apostar por una rápida subida al trono del entonces Príncipe de Asturias como un aspecto más del cambio global que nuestro país, según ellos, necesitaba si quería salir cuanto antes de la postración política, económica y social en que se vivía.

Dos años más tarde y tras una sucesión de declaraciones públicas y presiones privadas sobre el propio Monarca por parte de algunos dirigentes políticos y empresariales que mantenían una larga relación con la Corona, la abdicación dió paso a una nueva etapa en la historia de España.

Don Juan Carlos llevaba cazando dentro y fuera de España desde siempre, bien acompañado de amigos y la mayor parte de las veces, por no decir el cien por cien de las mismas, invitado por el patrocinador de la cacería, ya fuera Samuel Flores, Alberto Alcocer, Vladimir Putin o Mohamed Eyad Kayali; y ya se tratara de safaris cinegéticos en los montes de Toledo o en el Africa profunda.

Las diferencias es que nunca se había contado su destino, no se hablaba de sus ausencias, no se contaban los accidentes durante las mismas, y el país no se encontraba en la situación de alarma económica, ni la Corona sujeta a las inclemencias de los sucesivos temporales, desde el de Iñaqui Urdangarín, al de Juan Felipe Froilan Marichalar, para terminar con el del propio monarca pasando por la aparición pública en escena y de manera relevante en todos los medios informativos de la entonces Princesa Corinna zu Sayn-Wittgenstein, la alemana de apellido paterno Larsen, nacida en Frankfurt , divorciada y madre de dos hijos, con una gran experiencia a la hora de negociar y cerrar acuerdos financieros, y que habría conocido al Rey durante una cacería en la super fin a del Duque de Wensmister, meses antes de la celebración de los premios Laureus de 2006 en Bercelona.

La gran mayoría de las fuerzas políticas y de los medios de comunicación y comentaristas políticos alabaron el gesto inédito y extraordinario del Rey a la salida de la clínica donde estuvo hospitalizado tras su accidente de caza. Las once palabras que encerraban la frase: "lo siento mucho, me he equivocado y no volverá a pasar", envueltas en la sonrisa campechana de siempre se convirtió en uno de los mayores errores a todos los niveles, desde los estructurales del estado a los de marketing comunicacional de la Casa Real.

Para empezar: ¿dónde estuvo la equivocación? : en la propia cacería, en el momento en que ésta se produjo, en que fuera un elefante la pieza a abatir, en el anfitrión de la misma. Para seguir, ¿qué quiso decir con que no volvería a ocurrir?: nunca más iría a cazar, nunca más a dejarse invitar, nunca más a viajar en situaciones de crisis económica y política... así podríamos seguir hasta el infinito. O acaso, como hoy piensan algunos, los más proclives a la monarquía, lo que Don Juan Carlos quiso decir a todos los españoles es que se estaba acercando el día de comenzar una nueva etapa en su vida pública y privada en la que todo lo que se había dicho e informado iba a desaparecer para siempre.

A lo mejor o a lo peor la clave de la frase y de las intenciones del Rey estuvo en otra frase, ésta de la Reina, tras su segunda y más larga visita en el hospital a su marido: "...y no hay nada más que contar porque no hay nada que contar".