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Dos jueces y un mismo y complicado destino con Rusia en medio
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Dos jueces y un mismo y complicado destino con Rusia en medio

martes 30 de enero de 2024, 13:06h
El magistrado del juzgado número 6 de la Audiencia Nacional, Manuel García Castellón, y el titular del Juzgado de Instrucción número 1 de Barcelona, Joaquín Aguirre, no se parecen en nada. El primero nació en Valladolid y el segundo en Canarias. Su trayectoria profesional es muy diferente pero los dos tienen hoy un mismo destino en las investigaciones que llevan en curso, las ramificaciones del Process y los sucesos que hace siete años tuvieron lugar en la Ciudad Condal. Los dos han tomado la misma decisión: prolongar durante seis meses más los sumarios que afectan de forma muy directa a Carles Puigdemont y las personas de máxima confianza del que fuera presidente de la Generalitat.

El proyecto de amnistía que han estado negociando el Gobierno de Pedro Sánchez y el político fugado a Waterloo y lider de Junts está en el centro de los dos procedimientos judiciales. Sin esas palabra y todo lo que significa en España en estos momentos es muy posible que los dos sumarios estarían acabados y listos para señalamiento de juicio oral. No ha sido así y no parece que se vayan a acortar los plazos. Es más, la madeja del independentismo catalán se ha vuelto más complicada y entre sus hilos vuelve a aparecer Rusia, sus servicios secretos y sus deseos de desestabilizar la Unión Europea y la OTAN en su flanco Sur.

Una operación estratégica que ni empezó en 2017 y que seguirá dentro de la agenda de Vladimir Putin en su confrontación con la Europa occidental. El presidente ruso no tiene más remedio que actuar como actúa, y el politólogo y analista norteamericano Robert Kaplan lo plasmó hace once años en su libro “ La venganza de la geografía “ en el que detalla la forma en la la propia situación y estructura geográfica de los países condiciona su política y su necesidad expansiva.

Conviene releer - para aquellos que ya lo hicieron - o empezar a leer sus páginas, sobre todo las que se refieren a Rusia y su “necesaria” expansión hacia Occidente; y las que dedica a China y su propia necesidad de explotar las materias primas que no posee en su territorio. Incluso Kaplan va más lejos y pronostica que, al igual que pasó en siglos anteriores, las dos superpotencias terminarán enfrentándose más pronto que tarde. Siempre bajo la atenta mirada del otro gran actor global que es Estados Unidos, sea quien sea el presidente que ocupe la Casa Blanca.

Más cercano en el tiempo y en nuestra cultura el repaso a Kaplan y sus tesis geográficas me han recordado el estudio de Marta Elvira Roca acerca de la fobia que levantan los Imperios, sobre todo el español - también el ruso - y el choque que se da desde hace quinientos años entre el norte protestante y el sur católico, y en qué medida sigue influyendo en el equilibrio geoestratégico de estos meses. La suma de Kaplan y Roca es imprescindible para comprender la globalización y el papel que puede o debe jugar España, al margen del gobierno de turno. Una situación que no parece estar al alcance de ninguno de los dirigentes de las formaciones con representación parlamentaria y, por supuesto, fuera de las coordenadas bajo las que se mueven tanto Pedro Sánchez como Alberto Nuñez Feijóo, para desgracia del resto de los españoles.

Desde la Audiencia Nacional y desde el Juzgado de Instrucción barcelonés, los dos jueces van a protagonizar los nuevos actos de esta tragedia territorial, política y económica que es Cataluña, con un personaje central que no se merece ese papel y que no debería estar en el escenario - pero que está - que se llama Carles Puigdemont. Su desde el Gobierno, tanto Santos Cerdán como Felix Bolaños, creían tener atado y bien atado el Decreto sobre la amnistía tras sus negociaciones con Miriam Nogueras y Gonzalo Boye, ya están comprobando su equivocación. Los tiempos han cambiado para todos y el final de esta obra se escribirá en Bruselas.