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Manuel Azaña, presidente de la II República
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Manuel Azaña, presidente de la II República

La amnistía del 36 que se repite hoy tras otras elecciones y firmada por Azaña

lunes 13 de noviembre de 2023, 12:18h
Podrían unos y otros, la derecha y la izquierda y, por supuesto, los independentistas que quieren separarse de la España en la que llevan viviendo más de quinientos años, con más o menos reconocimientos a su singularidad política, social, económica y cultural, leer el número 53 de “La Gaceta de Madrid” delo 22 de febrero de 1936. En ella aparece el Decreto Ley que firman el presidente Niceto Alcalá Zamora y el primer ministro Manuel Azaña tras las elecciones que se habían celebrado el 16 de febrero, apenas cinco semanas después de haber sido disueltas las anteriores Cortes. De los 473 diputados, el Frente Popular Obtuvo 263 mientras el Frente Nacional Contrarevolucionario lograba 156. El centro y los nacionalistas se quedaron con los 54 restantes.

El “Decreto Ley” decía : “ Siendo inequívoca la significación del resultado a Diputados a Cortes en cuanto a la concesión de una amnistía por delitos políticos y sociales, en favor de la cual se ha pronunciado la mayoría del Cuerpo electoral, y tratándose de una medida de pacificación conveniente al bien público y a la tranquilidad de la vida nacional, en que están interesados por igual todos los sectores políticos; de acuerdo con el Consejo de Ministros, a propuesta de su Presidente y previa la aprobación de la Diputación permanente de las Cortes,

Vengo a disponer lo siguiente:

Artículo único. Se concede amnistía a los penados y encausados por delitos políticos y sociales.

Se incluye en esta amnistía a los Concejales de los Ayuntamientos del País vasco condenados por sentencia firme.

El Gobierno dará cuenta a las Cortes del uso de la presente autorización.

Dado en Madrid, a veintinueve de Febrero de mil novecientas treinta y seis”

Se pueden ver con claridad las diferencias que existen entre aquel Decreto Ley sobre amnistía y la actual negociación que acaba de terminar y que, con toda seguridad, tendrá un largo proceso en las Cortes y en los distintos órganos jurisdiccionales, incluidos los europeos. Lo que pasó cinco meses más tarde es bien conocido, el 18 de julio se levantaba el Ejército y comenzaba una larga Guerra Civil de tres años.

En estos días vuelve a pasar lo mismo que ocurrió co la Ley del “Sólo el sí, es sí”. La gota que colma el vaso siempre aparece como la más importante y permite que el resto, todas las que llevaron el agua hasta el máximo nivel del recipiente son tan cruciales para el resultado final como esa última gota. Es lo que ha pasado con el líder de Junts y los siete escaños que tiene esa formación en el Congreso. De nada habrían servido las largas negociaciones - la gota independentista - que han tenido lugar en Waterloo con el fugado Puigdemont si antes y después el secretario general del PSOE y candidato a revalidar su estancia en la Moncloa no lograra cerrar acuerdos parecidos con los otros grupos politicos que suman otros 51 escaños en el el Hemiciclo de la carrera de San Jerónimo.

Convertido en el centro de todas las críticas, ataques e insultos de una gran mayoría de españoles, tanto de derechas como de izquierdas, Carles Puigdemont y su equipo de confianza y negociación está sufriendo el mismo ataque que sufrieron la ministra de Igualdad, Irene Montero, y su equipo por plantear la Ley del “Sólo el sí, es sí”. Una Ley que promovió la dirigente de Podemos pero que fue aprobada por todo el Consejo de Ministros y más tarde aprobada en el Congreso por más de doscientos votos a favor. Montero, al igual que Ione Belarra y el resto de colaboradores se convirtieron en el chivo expiatorio de una Ley que tuvo un apoyo muy mayoritario en el Congreso. Ninguno de los que dijeron sí en la votación asumieron que eran tan responsables como la ministra de lo que era y sigue siendo, desde el punto de vista jurídico y constitucional, un disparate.

Lo que se ha visto en este último fin de semana, en toda España, al margen de las cifras dadas por unos y otros, hace que aparezcan todos los fantasmas del pasado que creíamos enterrado, más que bien, en 1978. La lección que el director de cine Gillo Pontecorvo daba a la Europa de 1969 con “ Queimada”, con un espléndido Marlon Brando y un no menos espléndido y desconocido Evaristo Marquez, se resume en el diálogo final que mantienen y en el que el “esclavo” que lucha por la liberación de todos los que trabajan en la plantación le dice al norteamericano que está dispuesto a ayudarle “ se que no es el momento”. Puede que ese sea uno de los problemas a los que nos llevamos enfrentando los españoles desde hace cinco años.