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La inutilidad de un debate que nunca existió
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La inutilidad de un debate que nunca existió

miércoles 17 de mayo de 2023, 12:16h
Cinco mítines de otros tantos candidatos a la presidencia de la Comunidad de Madrid demostraron, de nuevo, que la palabra debate no refleja lo que se vió en la televisión madrileña en la noche del martes. Encorsetado temáticamente en bloques y bien llevado por el presentador, lo que hicieron desde Isabel Díaz Ayuso - que iba a defender el título y lo defendió - a Alejandra Jacinto - que era la principiante y se le notó - pasando por Mónica Garcia - que quiso y no pudo ejercer de líder de la oposición - hasta Rocío Monasterio - que tenía la obligación de atacar a la izquierda y a la presidenta pero sin pasarse y lo consiguió - para terminar con el candidato del PSOE, Juan Lobato, - que se disfrazó de notario o registrador de la propiedad para imitar en un mal estudiado gesto al "caballero de la mano en el pecho" de Doménicos Teotocopoulos - todos y cada uno de ellos se limitó a leer lo que ya se habían aprendido con mayor o menor fortuna.

Los inevitables ataques ya sabidos y esperados contra la actual presidenta, las llamadas desesperadas de la representante de Más Madrid a que el día 29 de este mes se unieran las izquierdas bajo su dirección (imitación sonrojante de Yolanda Díaz ) se mezclaron con lo bueno social y lo malo político de la candidata de Vox, y la sensatez programática de la representante de ese trinomio que todavía forman Podemos, Izquierda Unida y Los Verdes.

Isabel Díaz Ayuso tuvo que recurrrir en demasía a la "chuleta" que le habían preparado cuando su "virtud política" se basa en la esponteneidad con la que se mete y consigue salir en los charcos que le aparecen en el camino. Iba de futura ganadora y tan sólo tenía que evitar las equivocaciones, algo que en un escenario de cinco protagonistas, con cuatro de ellos atacando a la quinta, es muy fácil. Cumplió a la espera de si tiene o no que recurrrir a Rocío Monasterio para ofrecerle una vicepresidencia, que desde Vox, si son necesarios, no se van a conformar con menos.

El Secretario General del PSOE madrileño, Juan Lobato, quiso volar sobre el futuro tecnológico mientras los demás navegaban por el presente inmobiliario . Demasiados dibujos futuristas de una comunidad idílica en la que la innovación y la nueva economía de la IA va a brotar como por encanto o de las arcas públicas, algo que sonó tan a quimera como sonaron a quimera las divisiones estratégicas de los desarrollos de Mónica Garcia.

La izquierda madrileña, en su conjunto, sigue viviendo en otro mundo, para su desgracia y la de todos los que la votan. Tal vez por ello, el presidente Sánchez, al que terminaron refiriéndose los cinco contendientes, haya cambiado tantas veces de rumbo y se haya acoplado a una realidad geoestratégica y mundial en la que se tiene que mover España. Estamos en Occidente, en Europa, con una dependencia demasiado grande pero real de Estados Unidos, y teniendo que hacer equilibrios entre la superpotencia asiática y global que es China y un pasado tan mal administrado como es la América Latina. Pedro Sánchez, por mucho que les pese a la gran mayoría de los actuales y pasados dirigentes del PSOE, está haciendo exactamente lo mismo que ya hizo Felipe González. Acomodarse a los tiempos, que esos sí han cambiado.

Desde el histórico 26 de septiembre de 1960, cuando en la emisora de televisión norteamericana CBS John Fitgerald Kennedy derrotó a Richard Nixon, para después ganar en las urnas, todas las elecciones, en todos los países, convirtieron los llamados debate en la televsión y los spots pidiendo el voto, en el centro de atención de las campañas de los candidatos. Hasta ahora, que han aparecido las redes sociales y una gran mayoría de los votantes más jóvenes no se sienten atraidos por la televisión y los mensajes que desde ella se lanzan. Aún así, si Ayuso, García, Lobato, Monasterio y Jacinto se hubieran molestado en ver y analizar lo ocurrido en aquellos Estados Unidos de 1960 y ante 66 millones de espectadores, no habrían cometido los errores que cometieron este martes. Con un dato para que lo piensen hasta el mismos día 28: en las encuestas posteriores al debate (uno contra uno, no cuatro contra una) los que lo habían seguido por la televisión dieron como ganador a Kennedy; sin embargo, los que lo hicieron por la radio dieron como vencedor a Nixon. La magen terminó imponiéndose a las palabras.