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Las siete vidas y las siete muertes de Isabel Preysler
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Las siete vidas y las siete muertes de Isabel Preysler

domingo 12 de marzo de 2023, 19:03h
Como los gatos, Isabel Preysler tiene 7 vidas. Tantas caídas como regresos, tantas sonrisas como operaciones estéticas, tantos secretos como nombres escritos en agendas que nunca verán la luz. Icono de una España que la hizo mujer y nebulosa que se extingue poco a poco tras sentir que un viejo asteroide de hablar pausado y sueños presidenciales se haya estrellado en su rostro de porcelana.

Desde que nació un 18 de febrero de 1951 en Manila hasta sus fotos de este " inicio" de verano con el peruano y premio Nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa. A punto de cumplir los 20 aterrizó en el Madrid de Carlos Arias Navarro para meterse de lleno en el sanedrín de la nietísima. Con Carmencita Martine Bordiú hizo "migas" y de la mano de Tomás Terry llegó a Julio Iglesias, por entonces aspirante a estrella. Comenzaba su segunda vida, que apenas duraría siete años, tres hijos y una gran distancia con el cantante.

Dos años en el dique seco y el reino de las portadas de papel couché consumieron su tercera vida, siempre atenta al océano de oportunidades matrimoniales de la Villa y Corte. Así apareció el aristócrata Carlos Falcó, marqués de Griñón, dueño de tierras y de historia. Cinco años, una hija y aluvión de rumores en torno a la lentejas de Mona Jimenez. Cambio de ciclo, de estatus y de amigos. De los títulos a la ciencia, de los viajes a París a mirar las pirámides, del chalecito capitalino a la gran mansión en La Florida. Siempre ella, con portadas de revista y de silencios.

La vieja España por la Nueva España del todopoderoso Miguel Boyer. 30 años de vino y rosas hasta que el cerebro del hombre que pudo reinar en le socialismo estalló. Viuda, sexta vida. Un año de " alivio luto", de guardar las formas. Y la séptima que apareció en el horizonte con Pantaleón y las visitadoras bajo el brazo, tan breve como un suspiro, tan fugaz como el aleteo de las mariposas, sobre todo cuando son atacadas por un abejorro de ruidosos escritos y uniformes franceses que escoltan a la gloria que siempre aparecerá en los libros.

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