Esa es la ventaja del PSOE respecto al Partido Popular. Alfonso Fernández Mañueco adelantó las elecciones para “quedarse” con los votos de Ciudadanos, mantener en la orilla electoral a Vox y llevar a su partido a una mayoría absoluta que sirviera de nuevo trampolín para Pablo Casado y su estrategia de “paso a paso” hasta sentarse en el gran sillón de La Moncloa. El actual presidente en funciones no puede perder ni uno de los escaños conseguidos hace tres años. Y aún así tendría que esperar a que Juan García Gallardo, el nuevo candidato de VOX, consiguiera aumentar en once escaños lo que obtuvo el partido de Santiago Abascal como única forma de llegar a los 41 parlamentarios que aseguran la mayoría absoluta.
Es difícil que alguna de las formaciones que se presentan este Domingo 13 de febrero a las urnas opte por la abstención cuando haya que votar al futuro presidente. Son muchos los compromisos contraídos con los votantes. Ahí entrará en juego las negociaciones que puedan hacer los dos grandes con sus cesiones y promesas. Una situación en la que los socialistas cuentan con la ventaja de estar en el Gobierno de la Nación. Desde Moncloa se puede ofrecer mucho más que desde los despachos de la calle Génova.
El candidato de Ciudadanos, Francisco Igea, parece que ha logrado parar la sangría de votos y escaños que le pronosticaban las primeras encuestas tras la disolución del Parlamento regional. Puede que pase de los 13 asientos conseguidos en 2019 a la mitad pero no que vaya a desaparecer o quedarse por debajo de esa cifra. Y lo mismo puede decirte del cabeza de lista de Unidas Podemos, Pablo Fernández. Pasar de uno a dos está muy a su alcance. Estaríamos hablando de ocho esdcaños al menos dispuestos a apoyar a Luís Tudanca, tanto por la presencia de la izquierda en el Gobierno de Pedro Sánchez como por la negativa de los centristas a negociar con Fernández Mañueco por lo que consideran una traición.
¿Puede Pablo Casado para sacar adelante un Gobierno de derechas quitar de la negociación y de la futura presidencia a Mañueco para volver a ofrecerle a Igea una vicepresidencia?. Poder, puede, pero lo tiene difícil por la imagen que daría al resto de España, y sobre todo al PP de Madrid, con Isabel Díaz Ayuso a la espera de su oportunidad. La suma posible y suficiente con VOX se presenta difícil y conseguir que los cinco o seis escaños de Avila, León y Soria será aún más complicado que pactar con Ciudadanos.
Si García Gallardo alcanza los siete u ocho escaños que le dan los sondeos va a exigir sentarse en el Gobierno, algo que la dirección del PP central no quiere por las consecuencias de cara a Europa e incluso a lo que ocurra en los siguientes comicios en toda España. ¿ Aceptaría Igea sentarse a la misma mesas de gobernanza con Gallardo?. Hoy por hoy parece un imposible.
Si en 2019 los dos grandes partidos consiguieron el 79 por ciento de los escaños, este domingo es muy difícil que lleguen al 70%, con la participación en las mismas cifras que hace tres años. Esos nueve asientos serán los que decidan quién va a gobernar Castilla y León en los próximos cuatro años, en una Legislatura que estará a caballo entre las municipales de 2023 y las generales del inicio de 2024. Perder el Gobierno será una catástrofe para el PP, para Mañueco y para Casado. No lograrlo, pero obligar a los populares a pactar con VOX, será un mal resultado para el PSOE de Tudanca pero no un desastre para Pedro Sánchez.
Existe otro cambio a futuro que puede cambiar las próximas elecciones de mayo de 2023 y no sólo en Castilla y León. Si Luís Mariano Santos con UPL, Angel Ceña con Soria Ya, y Pedro José Pascual con Por Avila, se sientan en el Parlamento regional e incluso consiguen ser primera o segunda fuerza en sus provincias, el ejemplo que van a dar a otras fuerzas provinciales ocasionará que el primer paso dado por Teruel Existe se extienda y nos encontremos con un Congreso en el que el viejo Regionalismo de la CEDA en la II República regrese a nuestro país. Algo que deberán meditar los dirigentes del PSOE y el PP por las consecuencias.
